La moda de lo renovable
Las modas no obstante deben ser tomadas con precaución, al menos por los que no tenemos influencia posible en esa oscura mano negra que moviliza a las masas y sus gustos renovados. Hoy, la energía eólica es buena. Vivimos la era de la dicotomía entre lo bueno y lo malo que todo lo impregna. Ahora resulta que lo que hemos comido o bebido toda la vida es malo y que es bueno tomarse algo aparentemente insignificante todos los días antes de comer. Lo que antes era bueno puede dejar de serlo con cierta facilidad y viceversa. Bueno para qué o malo para qué son cuestiones burdas ante la arrasadora verdad de lo bueno y lo malo. Por lo tanto, celebremos con moderada alegría la apuesta de España por lo renovable, porque no es imposible que lo renovable pase a ser malo, dejando paso a otra palabra de moda, que invocará a lo bueno. Y ojo, porque ya hay en marcha obras para la instalación de 1.500 MW eólicos adicionales que se irán incorporando en diversas etapas a lo largo de este año. Pero hay más. De las 110 subestaciones y 4.000 kilómetros de líneas de alta tensión previstas en la planificación de las infraestructuras eléctricas en 2011, un 18 por ciento, equivalente a 490 millones de euros, serán sufragados de forma directa por el sector eólico. La que se va a liar como esto sea malo. Y hasta 2011 tenemos tiempo para que pase a serlo. Una moda renovada cualquiera es capaz de atribuir al sector eólico la peor de las maldades, el peor de los perjuicios para el ser humano del presente y el venidero. Seamos no obstante optimistas. A falta de ideas renovadas, hoy por hoy lo renovable es bueno y España, señores, se renueva.