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Un día en un buque de carga

Paula Llull15/11/2013

En España hay varias compañías de transporte marítimo, algunas más conocidas que otras, aunque todas desempeñan la misma labor: transportar pasajeros o cargas de un lado a otro del mediterráneo. En protección laboral nos centraremos hoy en un buque de carga, y en la experiencia personal que supone hacer de ese tu hogar durante unos meses.

Hemos hablado con Toni, un chico que estuvo embarcado el pasado verano por primera vez (y parece que no será la última) en uno de estos monstruos marinos.

Como alumno de la diplomatura de Navegación Marítima, en la UPC de Barcelona, realizó sus prácticas profesionales en un Ro-Ro (buque de carga rodada), donde estuvo viviendo tres meses. Toni aprende a ser capitán, y ello implica también aprender que a lo largo de su vida, su mundo medirá 250 metros de eslora.

A sus 21 años, vivió la primera experiencia de confinación durante una temporada, aunque asegura que no ha podido vivir la verdadera sensación de aislamiento para la que le han preparado psicológicamente.


Toni L.

Lo primero que sentí al ser aceptado es mucha emoción, tenía muchas ganas de vivir esa experiencia, y el primer mes me pasó volando. Aprendes mucho y de forma constante, y como te estás adaptando, no tienes tiempo para pararte a pensar

Toni tenía dos turnos de guardia, de cuatro horas. A parte de estos turnos, puede (y suele) darse el caso de tener tareas aparte. Por ejemplo, los oficiales siempre deben de supervisar el mantenimiento de los equipos de salvamento, coordinar los pedidos o la logística de la enfermería, cocina… con lo cual trabajan mucho más de ocho horas al día, y el tiempo que sobra es para dormir y comer. Se hace difícil desconectar en estas situaciones, y más si no puedes marcharte de tu lugar de trabajo.


Toni L.

Tuve la suerte de poder tocar tierra a diario, aunque solo fuera una hora, ya que las rutas que hace el carguero son cortas, entre Islas Baleares, Barcelona y Valencia.

Cuando Toni tenía algo de tiempo libre, aparte de descansar, aprovechaba para bajar a tierra si estaba en puerto, o hacía algo de ejercicio en las instalaciones del barco.


Toni L

Aún así, reduces el ritmo, porque la sensación de estar encerrado está presente, se te llega a quedar pequeño

Los oficiales fijos del barco suelen estar dos meses dentro, y tienen unos cuarenta días de vacaciones, pero no es algo que sea estricto. Conozco algunos que han llegado a estar cuatro meses seguidos sin pisar tierra en barcos de dimensiones mucho más pequeñas. En estos casos la sensación de estar encerrado debe multiplicarse por mil.


Toni L.

Mi experiencia personal ha sido relativamente fácil aunque no digo que fuera coser y cantar

Toni cree que su situación era buena y no le afectó demasiado pero asegura que si no hubiera podido tocar tierra en los tres meses de prácticas lo hubiera pasado muy mal.


Toni L.

Yo creo que te afecta al rendimiento. Si durante cuatro meses vives en 150 metros con las mismas caras, la misma rutina y rodeado de agua tiene que afectarte

Aun así, los compañeros de trabajo de Toni no tenían problemas para mantener una vida personal aparte. El hecho de navegar por el mar mediterráneo te da la posibilidad de mantener el contacto continuo con tu familia. Pero los trabajadores de los petroleros que tocan puerto cuatro veces al año y hacen rutas transoceánicas no lo tienen tan fácil. Aun así, Toni piensa que lo más duro no es estar tres meses en el mar, sino tener que volver.


Toni L.

Aunque hayas estado un mes en casa, cuando vuelves, parece que no te has ido, porque los problemas son los mismos, se automatiza mucho la labor

Por eso, es bueno cambiar la rutina, ya que si no puedes acabar psicológicamente afectado. La compañía suele cambiar a los trabajadores de ruta y de barco, aunque los primeros oficiales y los capitanes no se mueven tanto. Es importante que un capitán conozca su barco a fondo, y eso no se consigue en un mes.

Toni quiere dedicarse a este oficio y el mar es su pasión, aunque cree que hay unos límites donde las implicaciones que tiene trabajar en el mar dejan de compensar a nivel psicológico. Aun así, siempre hay posibilidades de cambiar, y trabajar una temporada en tierra.

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