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El tránsito de los espacios de trabajo a los espacios para trabajar

Redacción Protección Laboral04/11/2015
El lugar de trabajo es como un segundo hogar donde pasamos muchas horas. En España, país de servicios, las oficinas se encuentran entre los primeros centros de trabajo. El bienestar en la oficina es una necesidad que cada día contemplan más empresas. Ante no pocos riesgos, son muchos los recursos materiales e inmateriales que pueden movilizarse para hacer posible ese deseable bienestar laboral.

Sin ánimo de agotar el tema –que tiene largo recorrido-, este artículo presenta una síntesis de algunos de los múltiples agentes del bienestar en la oficina, muchos de los cuales dan pie para abordar enfoques monográficos (aire de interiores, contaminantes físicos, lipoatrofia, psicosociología…).


Bienestar o ergonomía integral

Con independencia del término, el concepto es claro: la oficina del presente y del futuro no puede estar reñida con la seguridad/salud ni con el bienestar laboral.

Los científicos que teorizan sobre el entorno laboral del futuro señalan que estamos ante el inicio de “una revolución de objetos y productos ‘activos’ pensados para mejorar la experiencia (sensaciones) de sus usuarios”. Es lo que conocemos como “Everywhere Ergonomics” (Ergonomía Integral).

Es evidente que, a día de hoy, serán excepcionales las oficinas que cuenten con sillas o superficies inteligentes (capaces de detectar temperatura corporal, estrés, calidad del sueño, etc…). Sin embargo, sabemos que la tecnología de los ‘Wearable’ (dispositivos portátiles) ha llegado para quedarse y sorprendernos cada día con su aportación de nuevas cualidades a objetos comunes y corrientes.

El bienestar físico y psicológico son claves para el aumento de la productividad. Sin duda, la tecnología tiene mucho que aportar, pero no podemos olvidar que el comportamiento es también determinante en la ecuación del bienestar en las oficinas. Por ello, estos centros de trabajo tendrán que hacer un esfuerzo en promover hábitos de vida y relaciones psicosociales saludables, lo que supone eliminar tanto los hábitos como las relaciones tóxicas.

Todo este corpus teórico es promesa de futuro, agradable de explicar para un periodista. Sin embargo, son muchas las inercias que suponen una resistencia al cambio. Junto a la oficina que promueve la salud integral coexisten las ‘oficinas siniestras’ (a sabiendas o sin saberlo), donde los trabajadores van cada día a perder su salud física, espiritual (o ambas).

Un estudio sobre la penetración de la revolución tecnológica en los centros de trabajo revela que sólo el 29% de los empleados consideraba que su compañía tenía un fuerte interés en crear nuevas formas de trabajar y aplicar las tecnologías emergentes que mejoran la calidad de vida laboral.

Mejorar el confort del lugar donde pasamos muchas horas al día trabajando tiene un retorno en forma de aumento de la productividad. Hay empresas con mentalidad clásica que piensan que la oficina es un lugar de trabajo, y que el resto de veleidades personales deben ser resueltas fuera del horario laboral. Sin embargo, cada día son más las empresas que descubren que el confort en la oficina no sólo no afecta a la productividad, sino que la mejora, con lo que se hacen receptivas a la idea de crear espacios de convivencia y no de supervivencia. Disponer de una pequeña cocina en la empresa puede hacer la diferencia entre lo uno y lo otro, especialmente en la actual situación económica que impide a muchos trabajadores comer en un restaurante. La mesa y la comida propician buenos momentos (segregamos endorfinas), que pueden convertirse en oportunidades para enriquecer la creatividad, intercambio y comunicación interpersonal.
Ponerse en una cinta de correr puede parecer una extravagante pérdida de tiempo cuando hay que atender asuntos urgentes del día a día. Sin embargo, tras la pausa ergonómica, el trabajador recupera vitalidad y tiene mayor capacidad de reacción que si ha ido agotándose progresivamente a lo largo de la jornada hasta caer en una mortecina velocidad de ralentí, que implica un pobre rendimiento.

En nuestro país, por imperativo legal, deben evaluarse los riesgos psicosociales en la empresa. Sin embargo, un análisis estadístico al respecto podría darnos mucho que pensar sobre incumplimientos. Y no somos la excepción, en general las organizaciones acogen con poco entusiasmo los procesos, metodologías, herramientas que existen actualmente para medir el bienestar de los empleados, el nudo gordiano de la Ergonomía Integral.

En definitiva, el bienestar laboral en la oficina es deseable por los beneficios que aporta, contamos con muchos recursos materiales e inmateriales para sustanciar dicho bienestar… pero, estamos al principio del camino.

El cuadro adjunto “Bienestar laboral en oficinas” recoge una aproximación no exhaustiva a las áreas y campos determinantes de dicho bienestar. La tormenta de ideas no ha hecho más que empezar, por lo que seguiremos haciendo aportaciones futuras.

TABLA BIENESTAR

Mientras alcanzamos mayores cotas de bienestar en las oficinas, hay que seguir hablando de los riesgos laborales. Por citar algunos, recordaremos las pantallas de visualización de datos (PVDs) indispensables para trabajar con ordenador, y que pueden ser fuente de afecciones visuales, fatiga o trastornos musculoesqueléticos si no se dan las condiciones ergonómicas adecuadas en el entorno de trabajo. Un ‘checklist’ rápido –y objeto de una evaluación de riesgos sostenida en el tiempo, por mandato legal- contemplaría.


Riesgos en la oficina

-Ruido. Aunque es un riesgo a la baja en el entorno de la oficina, este contaminante físico dificulta el trabajo y causa daños a largo plazo, por lo que siempre debe trabajarse con niveles de presión sonora por debajo de los límites legales. La solución pasa por una medición con un sonómetro y las medidas correctoras oportunas.

-Temperatura. Se trabajará en un rango razonable (23-26º C), procurando hacer un uso moderado del aire acondicionado en verano para evitar molestias y resfriados. Además los equipos tienen que estar bien mantenidos y sus filtros limpios o, de lo contrario, dispersarán en el ambiente malos olores y otros contaminantes que se difundirán por el aire, causando alergias y problemas respiratorios.

-Iluminación. Su buena calidad no sólo elimina riesgos (fatiga visual, agotamiento, estrés, cefaleas), también aumenta la productividad (hasta un 5%, según estudios). Hay que aprovechar la luz solar, que se combinará con la artificial. Sin embargo, el sol no debe incidir directamente en las superficies de trabajo ni causar molestias para trabajar con las PVDs. Los puestos de trabajo mejoran mucho al trabajar con luz blanca (por ejemplo, la de los fluorescentes).

-Caídas, golpes, resbalones. Es la principal causa de accidente en cualquier actividad, siendo una contingencia tristemente frecuente en las pymes, con periodos de baja que superan los 3 días. Pueden evitarse mediante la identificación-señalización de las zonas peligrosas, manteniendo espacios de trabajo ordenados y libres de obstáculos (sin cables que puedan cruzarse en nuestro camino), con pavimentos en buen estado y propiedades antideslizantes, en estancias bien iluminadas.

-Riesgos eléctricos. El accidente eléctrico (paso de la corriente eléctrica por el cuerpo humano) es frecuente, pudiendo comportar un riesgo para nuestra integridad física en función de la magnitud del accidente (voltaje e intensidad de la corriente). Tanto la red como los aparatos y maquinaria conectados deben estar en buen estado, evitando prácticas erróneas como desconectar tirando de un cable o conectar muchos cables en una sola toma recurriendo al empleo de los conocidos como ‘ladrones’.

-Cortes/pinchazos. Si manejamos cutter, el mejor consejo es que sea de los que conocemos como cuchillos de seguridad, que están dotados de mecanismos de retracción para impedir el corte cuando la hoja pierde el contacto con la superficie de corte.

-Incendio. Los triples o ‘ladrones’ y las papeleras cerca de tomas eléctricas o fuentes de calor son causas frecuentes de fuegos incipientes. Junto al control de potenciales causas de incendio, hay que contar con medios para sofocarlo si se produce (como mínimo extintores con una presión suficiente de trabajo, detectores de humos, etc.).

Y en el checklist de la oficina saludable no pueden faltar asuntos como la calidad del aire, control de plagas, lipoatrofia, campos electromagnéticos, que agrupamos en el concepto de “edificio enfermo”.

Edificios e instalaciones saludables

Oficinas1-BonkBox

Cuando un edificio está ‘enfermo’ las personas que lo habitan también sufren patologías por contagio. Es difícil trabajar más –o mejor- en edificios que están mermando drásticamente nuestras capacidades físicas. No podemos permitirnos el dudoso lujo de tener edificios donde la gente vaya a trabajar y acabe enfermando.

La CAI (Calidad Ambiental de Interiores) representa salud para la oficina, al precio de una buena gestión, que supone:

-La auditoría ambiental e higiénico-sanitaria de edificios. Su objetivo es detectar inconformidades, factores de riesgo asociados, entre otros, a la mala calidad del aire, a la contaminación por agentes físicos, químicos, biológicos y microbiológicos, a deficientes sistemas de limpieza y desinfección, y a carencias ergonómicas de todo tipo.

-La gestión ambiental e higiénico-sanitaria de los edificios. Su amplio espectro incluye el análisis del aire y de superficies; estudio de iluminación, ruido y vibraciones; inspección, diagnóstico y descontaminación de los sistemas de climatización; diagnóstico del entorno electromagnético y de los factores ergonómicos; optimización energética, etc. Pero la lista es aún más larga, llamándonos la atención sobre otros requisitos, como: desinsectación-desratización, desinfección ambiental y de superficies, control de aves y otras plagas, prevención de la legionelosis (tratamiento de aguas de consumo humano).

La CAI es una forma integral de prevención de alcance muy superior a la prevención individual que ofrecen los EPI. Debe basarse en una política de ‘Facility Management’ (Gestión de Instalaciones). Con el objetivo de ahorrar costes, mejorar la productividad y generar plusvalías, el ‘Facility Management’ vendría a ser el médico de cabecera de los edificios, cuya función es vigilar (mantener) la salud de las instalaciones y, con ello, la salud de los trabajadores.


Sedentarismo

A los riesgos del entorno físico (edificio u oficina) hay que añadir los que se derivan de hábitos o inercias de trabajo; y una inercia de la oficina es el sedentarismo, que da origen a literatura de adjetivación llamativa, con etiquetas como ‘e-trombosis’ (‘trombosis electrónica’, o pasar muchas horas sentado delante de dispositivos electrónicos).

Estudios recientes han añadido la “e-trombosis” a los peligros de pasar muchas horas sentado frente aOficinas4-Silla
pantallas de visualización de datos (PVD’s). Las personas que pasan toda su jornada laboral ante el ordenador pueden desarrollar coágulos de sangre debido a la inmovilidad prolongada que ello supone, como recogen diversos estudios médicos e informaciones diversas difundidas por algunas empresas informáticas. Microsoft tiene varias páginas en Internet dedicadas al tema. Y Logitech, uno de los principales fabricantes de teclados y ratones, incluye en sus productos etiquetas con instrucciones y consejos prácticos para evitar incomodidades a los usuarios.

A afecciones como dolores de espalda, molestias en algunas articulaciones y problemas oculares se añade, ahora, un problema circulatorio similar al que pueden sufrir los pasajeros de largos vuelos en avión, el llamado “síndrome de la clase turista”, y que ha venido a denominarse “e-trombosis”. La dolencia ha sido estudiada por especialistas, que coinciden en señalar que los síntomas casan con los de la “trombosis venosa profunda”, diagnosticada por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial entre personal de tropa que permanecía inmóvil durante mucho tiempo.

La prevención pasa por evitar el sedentarismo: pasear, estirar las piernas, además de beber mucha agua y no consumir alcohol.


Modelar/cuidar el cuerpo mientras se trabaja

No hay una razón insalvable por la cual el trabajo de oficina haya de ser sedentario, fuente de trombosis u otras complicaciones de salud. Hoy día, la tecnología ofrece soluciones para aprovechar la jornada laboral para modelar el cuerpo (además de para trabajar).



  • ‘Bonk Box’ o el ‘corpore sano’

Bonk Box es una estación de ejercicio, desarrollada por una empresa francesa como una “solución global e innovadora para mejorar el bienestar, promoviendo la práctica de actividad física en los lugares de trabajos y otras colectividades”. El equipo se acompaña de una filosofía sencilla: ayudar a las empresas a sensibilizar a sus plantillas del estrecho vínculo que existe entre nutrición, deporte y salud. Y Bonk Box, como afirma el marketing de sus promotores (Shape your Life!), ha venido para modelar cuerpos y –aún más- las vidas o, por lo menos, el estilo de vida de los oficinistas.

La empresa afirma que, con la voluntad de compartir sus valores, “hemos imaginado Bonk como un nuevo estilo de vida, más responsable y sano, que se apoya en un enfoque global, progresivo y personalizado del bienestar”. La estación de ejercicio Bonk Box, con sus diferentes programas, permite a cada persona alcanzar su objetivo en función de variables individuales como necesidades, forma física, modo de vida, etc.



  • ‘Happy Legs’ o la gimnasia pasiva

Para oficinas con espacio o presupuestos reducidos también hay opciones, como los aparatos de gimnasia pasiva. Con ‘Happy Legs’ (Piernas Felices) los usuarios mueven las piernas (se las mueve el aparato) sin tener que abandonar su actividad laboral (puede continuar sentado en la silla). La empresa que comercializa este aparato argumenta que su suave movimiento “basado en el principio natural de caminar, alivia y previene todo tipo de dolencias derivadas de la falta de movilidad y del sedentarismo de una forma saludable y sencilla, sin esfuerzos ni contraindicaciones para nuestra salud”.

Tres horas de gimnasia pasiva con este movilizador de las extremidades equivalen a una hora de paseo. Entre sus múltiples beneficios están la prevención (o alivio) de enfermedades venosas crónicas, de la inflamación en piernas y tobillos, dolores articulares (especialmente los asociados a diabetes), mejora de la circulación (prevención de las varices), cansancio postural, piernas entumecidas o dormidas…

Un poderoso reconstituyente son las siestas rápidas o ‘turbosiestas’. Un descanso moderado (en torno a treinta minutos, nunca más de una hora) produce grandes beneficios psico-fisiológicos, reduciendo el riesgo de infarto y controlando el estrés.
Los españoles estamos en el secreto de la siesta (el yoga español) desde hace siglos. Hoy día, también las multinacionales instalan salas de descanso (rest-room o nap-room) en sus dependencias, y cabe citar también el ejemplo de la NASA, pionera en estudiar el efecto beneficioso de las turbosiestas sobre la efectividad de los astronautas. En Estados Unidos han bautizado la cabezadita como “power nap” (siesta de poder) porque ese breve lapso reparador es ideal cuando llevamos aproximadamente ocho horas despiertos y beneficia a diversas estructuras cerebrales. Entre otras ventajas, los científicos (Universidad de Berkeley) corroboran que sestear puede mejorar la habilidad del cerebro para retener información.
·Masajes relajantes
Un masaje de 15 minutos puede aumentar nuestro rendimiento un 25%. Aunque pueda parecer un lujo, los resultados se reflejan en la mayor productividad y lealtad de los empleados. El Touch Research Institute de la Universidad de Medicina de Miami evaluó hace más de dos décadas el efecto del masaje regular en una serie de trabajadores, lo que llevó a algunas empresas norteamericanas a incorporar una escuela postural y de masaje para mejorar la productividad y la calidad de vida de sus empleados. Los beneficios fueron: menores niveles de estrés y de tendencia a la depresión, trabajo más rápido con menos errores, mayor nivel de alerta y actividad cerebral. Los masajes pueden administrarlos personas especializadas, pero también hay máquinas de masaje.



  • ‘Wellness ball’: sentados pero no sedentarios

Technogym, fabricante de equipamiento para la práctica de ejercicio físico, impulsa el “Wellness Corporate”, un programa de bienestar a través del ejercicio, que ya siguen grandes empresas de todo el mundo. Las opciones son varias, desde maquinaria de cardio-fitness, como cintas de correr o bicicletas estáticas, a las más relajadas ‘Wellness balls’ (bolas del bienestar). Con las mismas se consigue que el tiempo que el usuario pasa sentado pueda rentabilizarse también en forma de ejercicio. Se convierten así en una interesante alternativa a las sillas tradicionales, al tiempo que contribuyen a fortalecer la musculatura, aumentar el equilibrio y mejorar la flexibilidad, coordinación y postura corporal. En definitiva, se consigue una regeneración que contrarresta la natural degeneración (hipertrofia) debido a la falta de actividad.


Bio-climatización: frescos y saludables

Con el trabajo, la canícula de la estación estival, con oleadas de calor africano, y el ejercicio corporal, los trabajadores de la oficina pueden sufrir el disconfort asociado al calor ambiental y metabólico. La solución está en la bio-climatización.

Solucionar el problema del disconfort térmico no es opcional, sino una exigencia de la normativa de seguridad e higiene laboral, que limita la temperatura en los lugares de trabajo. Asimismo, no podemos olvidar el problema que representa la concentración de malos olores, humos y contaminantes aerodispersos que suelen generarse, circunstancia a la que no es ajeno el sector de las oficinas.

El aire acondicionado puede representar un coste energético elevado. De ahí la conveniencia de recurrir a sistemas eco-eficientes como la bio-climatización, que consiste en la utilización de equipos que generan aire fresco a partir de la evaporación del agua, sin recurrir a ningún tipo de compresor. Crean un efecto refrescante similar al de la brisa a partir de la evaporación del agua, que toman directamente de la red pública.

En espacios bio-climatizados también puede contemplarse la aportación de confort que hacen los purificadores del aire. Vemos pues que el abanico de posibilidades es amplio, y que no hacer nada es la peor de las opciones para el clima laboral (en toda la extensión del término).


e-Gadgets y máquinas vanguardistas

-El ratón que levita. El síndrome del túnel carpiano se soluciona con alfombrillas que cuenten con reposa-muñecas, pausas ergonómicas, o con un ratón que va al encuentro de la mano, y no a la inversa. El ratón levitatorio se adapta a la posición natural de la muñeca, reduciendo el estrés por movimientos repetitivos de esta articulación.

-Cojín que advierte de mala postura y mide el estrés. Este ejemplo de tecnología ‘Wearable’ cuenta con sensores que monitorizan nuestra postura y constantes vitales, información que sirve para determinar los niveles de estrés en general. Dotado de una sensibilidad extrema, si detecta posturas incorrectas también lo indicará al usuario.

-Iroha, la silla que corrige la postura. La higiene postural es también el objetivo de esta silla ergonómica. Su diseño permite que los brazos y el apoyo lumbar estén siempre unidos y a una distancia determinada, de tal modo que en cuanto el usuario ajusta la altura de los brazos, automáticamente tiene correctamente situado el apoyo lumbar, esencial para la buena salud de los trabajadores. Iroha aporta una corrección ergonómica automática al conseguir que el usuario se siente correctamente.

-Máquina de vending inteligente. Luce x2 Touch TV incorpora software de reconocimiento facial que permite la personalización de la oferta de productos. La máquina es capaz de identificar al usuario, recordar sus preferencias e incluso negarse a venderle un ‘snack’ basándose en parámetros como la edad del consumidor, sus requerimientos dietéticos o historial de compras. Interesante o no, este tipo de máquinas tienen su lugar en espacios que aspiran a ser saludables (oficinas, gimnasios, hospitales). El precio a pagar es una invasión de nuestra intimidad (la máquina ha de tener un acceso previo a nuestros datos biométricos) y la cesión de soberanía que supone dejar que una máquina (supuestamente inteligente) decida por nosotros.

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