A 300 metros bajo el mar
Paula Llull23/10/2013
Los riesgos de las plataformas petrolíferas se desarrollan también en vertical. En estas ciudades flotantes, el buceo se convierte en una actividad especializada imprescindible, y por tanto, los buzos tampoco están exentos de las peligrosidades de estas monstruosas infraestructuras, añadiendo los riesgos naturales inherentes al mar.
Hablo de buzos comerciales. Buzos que trabajan especialmente offshore y que están preparados para operar y vivir hasta 300 metros bajo el mar, con todo lo que eso conlleva (preparación física y mental, descompresiones larguísimas…), mediante la técnica del buceo de saturación. Las labores principales dependen de su especialización, pero las tareas que normalmente se desarrollan en las profundidades son cortes y soldaduras subacuáticas, obras hidráulicas, inspecciones de calidad subacuáticas, trabajos con explosivos y búsqueda y salvamento, pudiendo operar fuera de la cámara hasta casi 200 metros de profundidad.
La técnica de saturación en el buceo es útil porque permite que los buzos no tengan que salir a diario a la superficie, y por tanto, minimiza los riesgos que la descompresión diaria conllevaría. La técnica consiste en saturar los tejidos del organismo de gas.
En el mar, la presión aumenta cada 10 metros de descenso, lo que hace que se disuelvan una gran cantidad de gases en la sangre y en las células. En el momento en que se va a ascender a la superficie -debido a que los tejidos corporales están comprimidos y algunas veces saturados, es decir, han absorbido la máxima cantidad posible de gas a esa profundidad- se debe hacer un ascenso cuidadoso, dividido en etapas de descompresión, en donde se respiran mezclas de gases como nitrógeno, hidrógeno, helio y oxígeno dependiendo de la profundidad. Si se ascendiera sin estas etapas y con oxígeno puro, podría haber intoxicación o graves enfermedades de compresión como convulsiones o desorientación.
Entonces, la técnica de saturación consiste precisamente en eso. Saturar de gases a los buzos antes de bajar. Cuando se llega a esta condición de saturación, la cantidad de tiempo necesario para la descompresión es la misma aunque los buzos hayan permanecido a la misma profundidad un día, una semana o un mes. Como este tipo de buceo está concebido para trabajos prolongados a gran profundidad, se sustituye el nitrógeno por el helio para eliminar los síntomas narcóticos producidos por el primero.
Aunque el buceo de saturación no es del todo saludable, implica sólo una compresión y una descompresión, que es el punto más crucial de la actividad, y por tanto, los riesgos se minimizan. Aún así, volver a la superfície es el proceso más duro psicológicamente hablando, ya que lo único que hay que hacer es esperar. Esperar en una cámara muy pequeña para realizar las etapas pertinentes de descompresión, que pueden llegar a ser días.
Difícil imaginar la presión –perdón por la redundancia- psicológica a la que deben estar sometidos. Me atrevería a decir que mucho más que los trabajadores de las plataformas, de los que ya hablamos hace unos días. La sensación de aislamiento aumenta por el hecho de estar confinado en un espacio pequeño, respirando helio y a sabiendas de que cualquier complicación de salud que pueda surgir será mucho más difícil de solucionar por el hecho de estar a 300 metros bajo el mar, sin posibilidad de intervención inmediata.
Como curiosidad, os dejo este enlace, que explica como, en la década de los 60, Jacques Cousteau instaló, bajo el mar rojo, una ciudad submarina donde 10 oceanautas vivirían durante un mes y experimentarían con su propio cuerpo los efectos de la presión y la falta de luz natural.
Además, aquí podéis ver el proceso completo de saturación, y un vídeo-reportaje de un grupo de españoles en su expedición.Ver vídeo
Hablo de buzos comerciales. Buzos que trabajan especialmente offshore y que están preparados para operar y vivir hasta 300 metros bajo el mar, con todo lo que eso conlleva (preparación física y mental, descompresiones larguísimas…), mediante la técnica del buceo de saturación. Las labores principales dependen de su especialización, pero las tareas que normalmente se desarrollan en las profundidades son cortes y soldaduras subacuáticas, obras hidráulicas, inspecciones de calidad subacuáticas, trabajos con explosivos y búsqueda y salvamento, pudiendo operar fuera de la cámara hasta casi 200 metros de profundidad.
La técnica de saturación en el buceo es útil porque permite que los buzos no tengan que salir a diario a la superficie, y por tanto, minimiza los riesgos que la descompresión diaria conllevaría. La técnica consiste en saturar los tejidos del organismo de gas.
En el mar, la presión aumenta cada 10 metros de descenso, lo que hace que se disuelvan una gran cantidad de gases en la sangre y en las células. En el momento en que se va a ascender a la superficie -debido a que los tejidos corporales están comprimidos y algunas veces saturados, es decir, han absorbido la máxima cantidad posible de gas a esa profundidad- se debe hacer un ascenso cuidadoso, dividido en etapas de descompresión, en donde se respiran mezclas de gases como nitrógeno, hidrógeno, helio y oxígeno dependiendo de la profundidad. Si se ascendiera sin estas etapas y con oxígeno puro, podría haber intoxicación o graves enfermedades de compresión como convulsiones o desorientación.
Entonces, la técnica de saturación consiste precisamente en eso. Saturar de gases a los buzos antes de bajar. Cuando se llega a esta condición de saturación, la cantidad de tiempo necesario para la descompresión es la misma aunque los buzos hayan permanecido a la misma profundidad un día, una semana o un mes. Como este tipo de buceo está concebido para trabajos prolongados a gran profundidad, se sustituye el nitrógeno por el helio para eliminar los síntomas narcóticos producidos por el primero.
Aunque el buceo de saturación no es del todo saludable, implica sólo una compresión y una descompresión, que es el punto más crucial de la actividad, y por tanto, los riesgos se minimizan. Aún así, volver a la superfície es el proceso más duro psicológicamente hablando, ya que lo único que hay que hacer es esperar. Esperar en una cámara muy pequeña para realizar las etapas pertinentes de descompresión, que pueden llegar a ser días.
Difícil imaginar la presión –perdón por la redundancia- psicológica a la que deben estar sometidos. Me atrevería a decir que mucho más que los trabajadores de las plataformas, de los que ya hablamos hace unos días. La sensación de aislamiento aumenta por el hecho de estar confinado en un espacio pequeño, respirando helio y a sabiendas de que cualquier complicación de salud que pueda surgir será mucho más difícil de solucionar por el hecho de estar a 300 metros bajo el mar, sin posibilidad de intervención inmediata.
Como curiosidad, os dejo este enlace, que explica como, en la década de los 60, Jacques Cousteau instaló, bajo el mar rojo, una ciudad submarina donde 10 oceanautas vivirían durante un mes y experimentarían con su propio cuerpo los efectos de la presión y la falta de luz natural.
Además, aquí podéis ver el proceso completo de saturación, y un vídeo-reportaje de un grupo de españoles en su expedición.Ver vídeo
