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Riesgos higiénicos emergentes, epidemias de nuevo cuño

Redacción Protección Laboral04/11/2015
Si alguien piensa que la civilización actual ha vencido a los problemas de salud (general o laboral) está equivocado. El progreso está generando nuevos riesgos. Son los conocidos como emergentes que, paradójicamente, en algunos casos no son sino re-emergentes; es decir, riesgos que se habían erradicado y que, por causas diversas, vuelven a la ‘escena’ de la salud pública. Salud sólo hay una, y todo lo que la afecta en el ámbito privado repercute en el laboral, y viceversa.

El Instituto de Seguretat i Salut Laboral (nuevo nombre de lo que conocíamos como Centre de Seguretat i Salud), organismo de la Generalitat de Cataluña, impartió a mediados de junio el Curso “Riesgos Higiénicos Emergentes” en el que se hizo repaso de epidemias emergentes y re-emergentes, con vocación preventiva, lo que implica necesariamente el conocimiento de los peligros que acechan.


Riesgos biológicos emergentes (Adolfo de Grado)

El profesor Adolfo de Grado inició el seminario esbozando el concepto de salud pública en una perspectiva histórica. Precisó que “los microorganismos han sido la primera causa de mortalidad humana (enfermedades infecciosas) hasta que la sanidad comenzó a instaurar medidas de control como la esterilización en los hospitales, control y evacuación separada de aguas residuales, implantación de vacunas eficaces para ciertas enfermedades, uso de los antibióticos, tratamiento de las heridas, uso seguro de la cirugía mayor”. Dichas medidas, generalizadas desde mediados del siglo XX han comportado una reducción de la mortalidad y el consiguiente aumento de la esperanza de vida.



  • Enfermedades infecciosas

Seguidamente, De Grado desgranó su exposición sobre las enfermedades infecciosas, consecuencia de los riesgos biológicos actuales: SIDA, peste, ébola, gripes aviares varias, que complementó con un somero repaso de los sensibilizantes quimicobiológicos.

En los años 90 apareció sorpresivamente el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), que pondría en circulación el concepto de ‘enfermedad infecciosa emergente’ (Emergin Infectious Diseases). En esa clasificación cabe incluir a enfermedades nuevas, enfermedades conocidas pero que se propagan a nuevas áreas, infecciones no reconocidas, o infecciones antiguas re-emergentes como resultado de la resistencia microbiana. En muchos de estos casos el personal laboral afectado directamente –y en proporciones más elevadas al resto de la población- suele ser el médico-sanitario.

Los agentes patógenos humanos son de origen animal en una cifra que se sitúa en torno al 58% (enfermedades zoonóticas). Una epidemia clásica es la peste, que pasa de las ratas a las personas a través de las pulgas, y que es endémica en diferentes partes de Asia actualmente. En la misma situación se encuentra el ébola, cuyo origen se encontraría en los murciélagos.

De Grado citó la gripe A (H1N1), “que tanta alarma creó en 2009, y que parece que se frenó gracias a las medidas anticipadas”. La gripe aviar (H5N1), muy virulenta, con una mortalidad que alcanzó el 58%, el MERS-CoV (coronavirus), cuyos orígenes se sitúan en Arabia Saudí (dromedarios) en 2012, y cuyo brote actual está repercutiendo duramente en Corea del Sur. Se trata de un virus muy similar al del SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo), con una mortalidad en torno al 35% de los infectados.



  • Enfermedades resistentes

La resistencia antimicrobiana está provocada por el mal uso (o abuso) de los antibióticos, unido a queCJE-Antibióticos
éstos no han sido convenientemente reemplazados por otras nuevas medicinas, circunstancia que supone una vuelta a condiciones sanitarias del siglo XIX. “Una de las estrellas en este grupo es la tuberculosis resistente, estimándose que 1 de cada 3 personas está infectada con las bacterias latentes, y que sólo enfermarán en caso de que se active dicha bacteria”, decía De Grado. Los tratamientos se ven muy dificultados por las resistencias



  • Cambio climático-tropicalización

Las variaciones del clima junto con el movimiento de las poblaciones y los productos tropicales están produciendo una tropicalización de la salud en España. Esto comporta un protagonismo creciente para una enfermedad como la malaria (vieja conocida en la mitad sur de la península ibérica y responsable de las ‘calenturas’, que fueron endémicas durante el primer tercio del siglo XX). La erradicación oficial de esta enfermedad en España se produciría a principio de la década de los sesenta (oficialmente, 1964). Como una pesadilla del pasado, en 2010 se produjo un nuevo caso de malaria autóctona (transmitida localmente) y cuyo responsable es el mosquito anófeles (plasmodium vivax). Huelga recordar que es una enfermedad con alta prevalencia en actividades como la agricultura, ganadería o la explotación forestal.

CJE-MosquitoTigre
Refiriéndose a otro ‘invitado’ no querido, De Grado citó el mosquito tigre, del que dijo que es un “causante no autóctono, pero que ha venido para quedarse, habiéndose detectado por vez primera en Sant Cugat (Barcelona), y con una rápida expansión a través de cualquier reservorio de agua”. Este agente infeccioso, además de las molestias de la picadura, puede transmitir hasta 26 enfermedades víricas de carácter tropical. La propagación de estas enfermedades se debe a los movimientos de personas (normalmente hacia España, pero también de españoles en tránsito de ida y vuelta por motivos laborales, u otros.



  • Otros agentes biológicos nocivos

En un repaso final de ‘plagas’ que nos asolan, Adolfo de Grado citó:

-Virus de la hepatitis, tipos B / C. Son agentes biológicos que, secundariamente a la enfermedad que producen, pueden provocar cáncer según constatación epidemiológica.

-Legionella en instalaciones de agua. En 2014 se registró un brote particularmente virulento en Cataluña.

-Hongos y micotoxinas en plantas de selección y gestión de residuos, depuradoras de agua. Existe una asociación natural entre dichas instalaciones y los agentes biológicos perjudiciales para la salud que, en la forma de bio-aerosoles suelen tener efectos alérgicos, y que, cuando son hongos tóxicos (micotoxinas) pueden llegar a tener efectos cancerígenos.

-Hongos de la humedad. Incluso las humedades de las instalaciones están bajo sospecha, y la autoridad de salud laboral de Estados Unidos (NIOSH) advierte del creciente aumento de las alergias por esta causa de apariencia inofensiva.



  • Sensibilizantes quimicobiológicos

Sobre este último grupo De Grado advirtió que “se está observando un incremento del número de alergias, asmas y enfermedades relacionadas con la sensibilización. Entre los agentes causales destacan las resinas epoxi y los isocianatos”. El acceso de las toxinas se produce por contacto dérmico o por inhalación. Destacó cinco características de la sensibilización: es impredecible (no afecta a todos las personas expuestas); la sensibilización suele producirse en los dos primeros años de exposición, aunque hay casos en que aparece después de décadas; la sensibilización es total o nula (no existen sensibilizaciones parciales); es irreversible (se arrastra toda la vida); su efecto, si no se interviene, se agrava paulatinamente, representando incluso un riesgo para la vida.

“Como medida preventiva contra estos agentes –citó De Grado- está la clasificación según la normativa CLP, aunque hay muchos sensibilizantes que no tienen dicha etiqueta, como es el caso de los productos farmacéuticos, cosméticos empleados en las peluquerías, etc.”.

Siempre hemos convivido con sustancias sensibilizantes (harina, carmín de cochinilla, polvo de las maderas), sin embargo, la lista actual crece, ya que encontramos sensibilizantes en aditivos alimentarios, productos dietéticos y de alimentación animal, productos de limpieza que contienen aditivos, esencias o aceites esenciales, enzimas de productos de limpieza (isotiazolinonas), formaldehido. Incluso los guantes pueden suponer un riesgo (los elastoméricos pueden inducir dermatitis, y los de látex alergia de hipersensibilidad a las proteínas del látex).


Exposición a nanomateriales (Miriam Belloc)

La profesora Miriam Belloc hizo una introducción al concepto de ‘nanomaterial’, materiales que “han existido siempre (de forma natural), pero que empiezan a cobrar protagonismo industrial a partir de la conferencia visionaria de Richard Feynman”.

Los materiales de la escala nano (millonésima parte de 1 mm) no tienen aún una definición única convenida internacionalmente. Entre las existentes, cabe citar la de la Comisión Europea (18 de octubre de 2011), que está pendiente de revisión.

La importancia de la nanotecnología se basa en las propiedades físicas mejoradas de los materiales al pasar de la escala micro a la escala nano: son mejores catalizadores, más duros y resistentes, con capacidad de auto-reparación y propiedades que no tienen los equivalentes micro (por ejemplo, hay nanoplásticos conductores eléctricos). Esto implica la aptitud para muchas aplicaciones, como energía, biomedicina, medioambiente, cuidado personal, electrónica, mecánica, aplicaciones térmicas, magnéticas y ópticas.

“Ante el desconocimiento de sus efectos sobre la salud, la manipulación de materiales por parte de los trabajadores debe hacerse siempre bajo el principio de precaución”, recordó Belloc. En este sentido remitió a una de las múltiples Guías que existen sobre este particular, como es la Comisión Europea (Noviembre 2014), titulada “Working Safely with Manufactured Nanomaterials”.

Por ‘riesgo emergente’ se entiende cualquier riesgo nuevo que va en aumento. Aunque también quedan incluidos en el concepto los riesgos ‘clásicos’ que vuelven a emerger por alguna causa.

En su Informe de Previsiones, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo contempla como riesgos biológicos más importantes las nuevas epidemias mundiales (SARS, MERS, gripes aviares, ébola); la resistencia a los antibióticos de los microorganismos, que va en aumento; el tratamiento de residuos; la calidad del aire interior; las endotoxinas; y la exposición combinada a microorganismos y agentes patógenos. Una clasificación sucinta de estos peligros puede contemplar:

-Riesgos químicos emergentes. Incluye las nanopartículas, los gases de escape de los motores diesel, las fibras minerales artificiales, ciertos agentes sensibilizantes como las resinas epoxi o los isocianatos.

-Riesgos físicos emergentes. Supone un riesgo higiénico la exposición a la radiación ultravioleta y vibraciones, así como las exposiciones combinadas.

En este panorama de amenaza para la salud también conviene prestar atención al repunte de enfermedades infecciosas, que estaban erradicadas en nuestro entorno, y a la “tropicalización”, efecto combinado del cambio climático (calentamiento global), el tráfico de personas y productos. El mosquito tigre, un agente biológico no autóctono ha llegado para quedarse, y lo peor no son las molestias de su picadura, sino la posibilidad que tiene de inocular hasta 26 enfermedades víricas tropicales.

Los riesgos de los nanomateriales son los mismos del material a escala normal y los específicos de las nuevas propiedades de la escala nano. Las vías de entrada son: dérmica, inhalatoria, digestiva y translocación (atraviesa cualquier membrana biológica pudiendo llegar a cualquier parte del organismo… y translocar continuamente, con lo que dificultan su excreción).

En la prevención es fundamental la Ficha de Datos de Seguridad (FDS) (se constata que éstas son muy básicas, o que el nanomaterial no las tiene), así como abordar la prevención en la fase de diseño de la actividad. La batería de medidas preventivas contempla, asimismo, reducir las cantidades de nanomateriales al trabajar, emplear aquéllos que sean menos tóxicos, primar los que se puedan trabajar en estado líquido, confinamiento de los procesos, empleo de filtros HEPA o ULPA, sistemas de extracción localizada, válvulas de seguridad, salas de depresión, sistemas eléctricos antideflagrantes, gafas de seguridad integral, ropa de protección de telas no tejidas, guantes, mascarillas FFP3, eliminación segura informando a las empresas que intervengan de los riesgos del producto…


Exposición a campos electromagnéticos (Ferran Calduch)

El profesor Ferran Calduch abordó la cuestión en sus múltiples vertientes: marco normativo, fuentes de exposición, efectos sobre la salud de los CEM (campos electromagnéticos).

Antes de julio de 2016 debe producirse la transposición a la legislación nacional de la Directiva 2013/35/UE. Existen numerosas fuentes de exposición a campos que emiten ondas eléctricas y magnéticas: hornos de inducción y microondas industriales, desmagnetizadores, calentamiento dieléctrico, instalaciones electrolíticas, soldadura (arco y puntos), resonancia magnética, telecomunicaciones, líneas de alta tensión, vehículos eléctricos, arcos de seguridad, equipos de oficina… El rango de efectos contempla los de tipo térmico (quemaduras), los no térmicos y los efectos a largo plazo. Entre los efectos no térmicos se encuentran la estimulación nerviosa y órganos sensoriales como la retina o el oído interno, pudiendo afectar al conocimiento y provocar accidentes. En cuanto a los efectos a largo plazo, la International Agency for Research on Cancer (IARC) considera que los CEM pueden ser cancerígenos del grupo 2B en personas. Como males menores, los CEM pueden provocar síndromes de fatiga, trastornos del sueño, cefaleas y otros problemas de salud en personas que sufren hipersensibilidad a la ‘polución eléctrica’.


Nuevas tecnologías energéticas (Carme Argemí)

Concluyó el Seminario la profesora Argemí, quien destacó que “las nuevas energías están cargadas de oportunidades, pero también encierran riesgos laborales que hay que conocer”. Enfocó la exposición en la bio-masa, material de desecho que se emplea como combustible para producir electricidad, bio-combustibles, etc.

La bio-masa incorpora los riesgos biológicos del trabajo forestal, que ya son conocidos, junto al riesgo del monóxido de carbono, que está causando accidentes laborales. El monóxido de carbono se genera por la oxidación de los ácidos grasos de la madera (en forma de pellets, almacenados para el consumo). Los almacenes de pellets deben considerarse a efectos preventivos como un espacio confinado. Una concentración del citado gas de 1.500 p.p.m. supone un peligro inmediato para la vida; exposiciones de 5.000 p.p.m. son mortales en minutos. En consecuencia, los almacenes de bio-masa deben estar señalizados, y bien ventilados. Argemí concluía enfatizando que “hay que potenciar la prevención en el diseño, estudiar los nuevos riesgos y tenerlos en cuenta en todo el ciclo de vida de los sistemas”.


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