Un buen trabajo, una larga vida
La esperanza de vida es uno de los indicadores más importantes que utilizan los sociólogos para definir el nivel de bienestar y desarrollo de un país. Las personas que viven en países en vías de desarrollo tienen, de media, 27 años menos de esperanza de vida que las personas que nacen, crecen y son educadas en un país desarrollado. La comunidad internacional es consciente de ello y las organizaciones pertinentes trabajan para corregir esa desigualdad.
Pero lo que no escuchamos en los medios y de lo que quizás somos menos conscientes es que dentro de nuestra propia sociedad existen también diferencias abrumadoras en cuestión de esperanza de vida. Hay españoles – y también norteamericanos, italianos, ingleses y un largo etcétera- que viven hasta 10 años más de media que otros de sus conciudadanos.
Varios de los estudios que se han hecho para explicar esta desigualdad demuestran que, a iguales hábitos nocivos para la salud (fumar, mala alimentación o nulo ejercicio) existe todavía una brecha importante en el indicador. Una brecha que según algunos economistas y sociólogos se puede explicar cuando se tiene en cuenta el trabajo de estas personas.
Estos estudios reflejan que el nivel de ingresos, la educación, el entorno, la familia y la zona donde uno nace y crece influyen directamente en el tipo de trabajo que se desarrolla, y por tanto, en la esperanza de vida.
Parece ser que la sensación de control y satisfacción que la persona tiene sobre elementos clave de su vida, tales como el trabajo, así como la posibilidad de creatividad que éste le permite, el sentimiento de ser tratado justa o injustamente, el estrés, el horario, la carga física del mismoy el apoyo que se recibe, así como la seguridad laboral y protección social de la que uno goza en su puesto de trabajo son factores más importantes para explicar la esperanza de vida que los malos hábitos que las personas puedan tener.
Estos estudios concluyen pues, que una de las variables más importantes para explicar la esperanza de vida de las personas es la satisfacción con el trabajo que desarrollan.
Y que todavía en nuestra sociedad existen barreras tangibles e intangibles (desde las escasas ayudas económicas hasta el enchufismo) para que alguien con recursos económicos limitados pueda pasar a formar parte de ese grupo de afortunados que viven hasta los 90 años, es decir, existen barreras evidentes a la movilidad social.