El futuro de la máquina-herramienta
En la edición anterior me refería a las transformaciones que desde hace años vienen dándose en la ingeniería de producción y a su consiguiente reflejo en Novamaquina. Pero que nuevos sistemas, métodos, medios, útiles o materiales hayan venido a incrementar su protagonismo en el taller no debe hacer pensar que la máquina-herramienta ha pasado a un segundo plano. Por el contrario, su producción y, sobre todo, su consumo, siguen siendo los mejores indicadores del estado de salud de la industria mecánica y poco menos que de la industria en general. Por eso cada año por esta fechas es necesario referirse al informe elaborado por nuestra colega American Machinist.
En su edición de marzo, la revista estadounidense publica los resultados de un minucioso estudio sobre la construcción y el comercio de máquinas-herramienta (en 1992 se refiere a 34 países), que desde hace años se ha convertido en referencia obligada para todo sector y en todo el mundo. Por otra parte, la Asociación Española de Fabricantes de Máquinas-Herramienta (AFM) también acaba de distribuir un avance de los datos que ha reunido al respecto. Disponemos, pues, de material para la reflexión y para aventurar algunas conclusiones.
Lo primero que llama la atención es que 1992 ha sido con diferencia el peor de los últimos 30 años para la máquina-herramienta: la producción mundial fue de 34.610 millones de dólares, es decir, 8000 millones menos que en 1991; por su parte, el consumo (producción, menos exportación, más importación) paso de 39.372 a 31.428 millones de dólares. Por lo tanto, estamos hablando de caídas del orden del 20%, respecto a un año que ya no fue brillante.
La crisis del sector está afectando a casi todos los países, con unas pocas excepciones encabezadas por China: Japón, el líder en consumo y en producción, vio como ésta descendía "solo" un 26% si se calcula en dólares, aunque la pérdida llega al 30% en yens; para Alemania, el segundo país en ambos aspectos, la producción descendió un 11% tras convertir a dólares, pero un 16% si se mide en marcos.
España, según AFM, produjo en 1992 máquinas-herramienta por valor 62.500 millones de pesetas, lo que significa un descenso del 20% en comparación con el año anterior. En valores reales se alcanzaron volúmenes de producción y consumo inferiores a 1987. Los pedidos recibidos en el año solo cubren un 43,2% de la capacidad productiva del conjunto de empresas españolas del sector.
Para encontrarse con unos descensos tan significativos a lo largo de las tres últimas décadas hay que remontarse a 1982, en el que la producción mundial se redujo un 15%. Pero no se trata ahora de ser exhaustivo; en su momento Novamaquina publicará su acostumbrado informe completo. Lo que se ha citado basta para situarse y, además, muestra que el caso español puede calificarse de representativo y promedio, por lo memos en el aspecto cuantitativo.
La cuestión es, más bien, tratar de saber lo que está sucediendo:¿es simplemente la típica crisis posterior a un fuerte periodo expansivo?, ¿hay elementos estructurales, tecnológicos o de cualquier otro tipo que no tiene que ver con los ciclos económicos?, ¿tiene, o no, una importancia determinante los cambios en el modo de producir a que me refería al principio?, ¿hay países en los que se dan circunstancias particulares y es España uno de ellos? y, sobre todo, ¿qué deben o pueden hacer, en consecuencia, productores y consumidores?
Todo parece indicar que la situación (y, sobre todo, sus causas) no es comparable ni siquiera a la de 1982. El problema es de una gran complejidad y requiere seria dedicación por parte de todos los afectados.
Iniciativas como la que patrocina la asociación italiana de fabricantes de máquinas-herramienta para los próximos días 8 y 9 de octubre en Como pueden ayudar a clarificar el panorama y a encontrar soluciones. Bajo el lema "Preparando la recuperación" se pretende reunir a usuarios, fabricantes, expertos de prestigio reconocido y exponentes de la CE en una denominada "1ª Convención Europea de la Máquina-Herramienta".
Parece que se trata de encontrar respuesta a preguntas tales como: ¿tiene sentido hablar de industria europea de la máquina-herramienta?, ¿que papel puede y debe asumir esa industria europea?, ¿cuál es la posición de Bruselas a este respecto?, ¿cómo debe orientarse la investigación y el desarrollo?, ¿qué orientaciones cabe esperar para los sistemas productivos?. Algunos de los grandes sectores usuarios (automóvil, energía, electrodomésticos, etc.), convenientemente representados en la citada convención y organizados en grupos de trabajo, deberán contribuir también a la búsqueda de soluciones.
Esto de cómo parece una buena idea, pero no tiene por qué ser la única. Para las crisis clásicas hay medidas no menos clásicas. Pero todo parece indicar que esta vez el asunto cuenta con suficientes elementos diferenciales como para que sea abordado de manera diferente. Y cuanto antes mejor.
Cordialmente,
Daniel Crespo |