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“Este movimiento de industrialización, con la construcción en materiales renovables de bajas de emisiones, generará un nuevo paradigma en las ciudades”

Entrevista a Daniel Ibáñez, director general del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC)

Mònica Escolà y Oriol Muntané25/10/2022

Arquitecto, investigador y firme defensor de los nuevos métodos de construcción, que tienen como base la madera, como alternativa real para transformar el sector hacia políticas más sostenible, Daniel Ibáñez asume, tras una década en Estados Unidos, la dirección general del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC). Una institución que investiga y desarrolla disruptivas soluciones, con una vertiente prescriptiva para impulsar un cambio de paradigma, como nos explica en la siguiente entrevista.

Daniel Ibáñez es el nuevo director general del IAAC
Daniel Ibáñez es el nuevo director general del IAAC.

¿Por qué tras una década en la Universidad de Harvard decide asumir la dirección del IAAC?

Tengo una historia previa con el IAAC. Estudié en la Escuela Politécnica de Arquitectura de Madrid y, justo cuando estaba acabando la carrera, gané un concurso en el año 2005-2006 que precisamente promovía esta institución, el IAAC. Como estudiante fui el ganador de ese concurso, de entre 350 propuestas, que me permitió cursar un máster mientras finalizaba la carrera. La relación con el IAAC fue muy exitosa, hasta el punto que estuve aquí unos años como investigador y docente, para varios proyectos de construcción con temas de industrialización. Hicimos un proyecto carismático que se llamó la Fab Lab House, que se expuso en el Solar Decathlon House. Posteriormente, recibí una beca de La Fundación La Caixa para estudiar en Estados Unidos, en concreto, en la Universidad de Harvard, donde estuve doce años. Una gran experiencia, ya que me dio la oportunidad de acabar mi doctorado, pero también dar clase y publicar varios libros.

Con esto, en el último año volví a colaborar más activamente con el IAAC, en particular con el proyecto de Valldaura Labs, muy focalizado en construcción en madera e industrializada. Dispone de un campus de trece hectáreas en el parque de Collserola, donde se intenta reproducir una especie en miniatura de la cadena de valor que implica construir un edificio. Es decir, tenemos el bosque, la materia prima; pero también la cortamos, la dimensionamos, la procesamos… hasta convertirla en un producto industrial, y la utilizamos para hacer prototipos. Es una cadena de producción industrial a pequeña escala, que nos permite formar a estudiantes y controlar todos estos procesos. Por mi vinculación, el año pasado el IAAC repensó su gobernanza y se ha decidido hacer una apuesta desde el patronato de la fundación, para crear la figura de un director general que gestione tanto la visión de contenidos intelectual de la institución, como la parte más ejecutiva y operativa de la organización. Mi etapa americana ha sido alucinante, porque me permitió trabajar en instituciones como el Banco Mundial. Para mí es una vuelta a casa con un proyecto que también siento como mío, que consta de dos componentes fundamentales. Uno es estar en la cresta de la ola de la innovación, en todo lo que tiene que ver con la arquitectura; y, por otro lado, lo que me encanta del IAAC es que combina academia con investigación y proyectos. Es una apuesta ilusionante.

Como bien ha recordado, mientras era estudiante del IAAC ganó uno de los premios más prestigiosos de la institución, que le permitió formarse en Estados Unidos. ¿Qué arquitectura quiere trasladar al IAAC?

El IAAC básicamente es un centro de educación, de investigación, de desarrollo de proyectos, pero también de comunicación, de divulgación y promoción. Para nosotros es tan importante lo que hacemos, pero también cómo lo comunicamos y cómo lo contamos al mundo. Además de estas 4 vertientes que tiene el IAAC el denominador común es estar siempre trabajando en lo que es innovación y todos los campos relacionados con la arquitectura. Ya sea a veces construcción avanzada, robótica, nuevas tecnologías o materiales, nuevos procesos de fabricación hasta la parte más digital y de software en tecnologías de diseño. De alguna manera, el IAAC ha creado un modelo en el cual una base importante la forman los estudiantes, con más 250 alumnos, que vienen en un momento muy dulce, ya que se han formado como arquitectos, algunos de ellos con años de experiencia, que recalan aquí para ampliar su formación con un máster o postgrado. Esto nos permite tener un grupo de estudiantes en un momento en que ellos también quieren especializarse y de ahí que se cree una relación simbiótica, para trabajar en temas avanzados.

En este sentido, el área académica representa un porcentaje importante en el IAAC en torno al 40-50% de la facturación. Tenemos otro 30-40% que proceden de proyectos públicos. Además, una gran parte son iniciativas europeas de investigación, pero también participamos en proyectos nacionales y locales con el Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo. Asimismo, muchos de los contenidos que genera el IAAC se desarrollan a través de proyectos de investigación financiados. Por otro lado, también disponemos de área de consultoría, para aquellas empresas que soliciten innovar, impulsar determinados proyectos constructivos o desarrollar herramientas de fabricación digital. Nosotros no queremos entrar en ningún proceso que implique producción, pero sí realizar de la mano de empresas e instituciones la parte de investigación y desarrollo, que a ellos luego les permite generar nuevos productos o herramientas.

En paralelo, realizamos muchos eventos, conferencias, simposios, exhibiciones, congresos que nos permiten seguir liderando en materia de innovación y desarrollo. Por darte algunas pinceladas en cuanto a contenidos, el IAAC ha sido pionero en adelantarse a lo que está por venir. Cuando nadie hablaba de fabricación digital, el IAAC fue el primero en tener un laboratorio de fabricación digital que denominó Fab Lab Barcelona. Fue el primer nodo que hubo en Europa, como una la red de laboratorios. Tuvimos las primeras máquinas cuando la gente todavía no entendía para qué podían servir y veinte años después, prácticamente, todas las universidades incorporan este tipo de herramientas. Años después, en 2010, arrancamos con toda la innovación en cuanto a Smart city, así como el rol de la digitalización en la ciudad y los edificios, cuando ahora es un boom. Cuando creamos la Fab Lab House en 2008-2009 ya empezamos a hablar de industrialización en el sector de la construcción, para construir con materiales que absorbieran carbono y que fueran renovables. Nos decían que estábamos locos y diez años después Europa sólo habla de construir en madera, para la creación de ciudades 0 emisiones, a partir de este tipo de material. Ahora mismo el IAAC toca muchos temas, desde cuestiones de fabricación digital, diseño avanzado y/o paramétrico. Disponemos de una sección entera de desarrollo de nuevos materiales, distribuciones basadas en principios de la naturaleza, construcción con madera industrializada… muchos campos que son de largo recorrido que nos ha permitido que el IAAC esté siempre a la vanguardia.

El Voxel es un prototipo de edificio ecológico avanzado, construido por el IAAC con materiales naturales km0 y técnicas industrializadas...
El Voxel es un prototipo de edificio ecológico avanzado, construido por el IAAC con materiales naturales km0 y técnicas industrializadas, situado en el parque natural de Collserola (Barcelona).
“En 2008-2009, cuando creamos la Fab Lab House, ya empezamos a hablar de industrialización en el sector de la construcción, para la creación de edificios y ciudades 0 emisiones”

Y bajo su dirección, ¿qué rumbo va a experimentar la IAAC?

Ahora mismo, a nivel planetario nos estamos enfrentando a dos grandes retos. Por un lado, seguimos teniendo una población creciente. En los próximos años seremos casi diez millones de personas más, pero simultáneamente tenemos otro reto que es el ambiental. El progresivo calentamiento global y el consecuente cambio climático nos están afectando radicalmente. De alguna manera, el IAAC quiere seguir posicionándose porque no es que sea una reinvención, sino que hay que seguir capitalizando esta innovación, centrada en producciones que permitan mitigar estos efectos. El sector de la construcción representa casi el 40% de las emisiones globales, por tanto, cualquier contribución puede tener un impacto importante. De alguna manera, desde el IAAC estamos muy comprometidos y quiero que seamos una de las líneas estratégicas para afrontar estos dos grandes retos. No podemos parar la máquina de seguir construyendo porque tenemos una población creciente, pero sí hay que hacerlo de una manera radicalmente diferente a la que se hacía hasta ahora. ¿Qué es lo que cambia radicalmente? Que históricamente los edificios y las ciudades se construían sin tener en cuenta toda la cadena de valor, como de dónde venían los materiales o sus huellas ecológicas y ambientales. A día de hoy es fundamental para el IAAC disponer de esta trazabilidad de la cadena de valor, que va desde el punto de origen material hasta el ensamblaje final del edificio, y también sus vidas posteriores. En definitiva, el ciclo de vida entero. Esto está cambiando un paradigma, ya que muchos procesos que son mucho más locales, pretenden ejemplificar la reindustrialización de las ciudades, construyendo con menos materiales. Ésta es la visión más intelectual del IAAC.

Mi experiencia estos años, sobre todo, en la Universidad de Harvard y en las instituciones en las que he trabajado, me ha permitido crear toda esta línea intelectual, que es muy importante para alimentar el resto de proyectos que disponemos. Por ponerte un ejemplo concreto, uno de los libros para mí fundamentales que he escrito en los últimos años, que ayuda a articular un poco toda esta cuestión, se llama ‘Urbanismo en madera’ que casi es más interesante el subtítulo ‘From the molecular from the territorial’ (de la escala molecular a la escala territorial). En el fondo, lo que se trata es poner énfasis en la conexión que hay entre los territorios, los objetos, los sistemas constructivos que utilizamos… mi investigación personal como arquitecto ha estado más centrada en industrialización en madera, pero abarco una visión intelectual más amplia. Acabamos de construir varios prototipos, algunos de ellos en madera, pero también hemos construida la primera casa impresa en 3D, íntegramente con arcilla local. Reescalamos todos los procesos y tenemos una máquina que está literalmente cogiendo arcilla a pocos metros del edificio. Es una manera de demostrar cómo es posible crear un edificio, que trata de cortar todas las huellas de carbono y ambientales. Ese espíritu de conectar todas las escalas, poniendo el foco ambiental, será central en los próximos años.

¿La arquitectura y los modelos tradicionales de construcción han quedado obsoletos o están experimentando una reconversión?

Nos gusta pensar que hay mucho ‘know-how’ y mucha sabiduría vernacular. Existe mucho conocimiento desarrollado durante años en numerosas construcciones y esto lo vemos en millones de ejemplos por todo el mundo. De alguna manera, otro de los ejes que queremos fomentar es cómo con nuevas herramientas somos capaces de reinterpretar aquellos procesos que han funcionado hasta la actualidad, pero con estrategias más ecológicos y rápidas. Estoy convencido que vamos a entrar en una etapa muy importante en dos ejes. Por un lado, la industrialización. La gran mayoría de construcciones se realizan con proceso manuales, poco profesionalizada en algunos aspectos, así que hay en particular en España un largo recorrido, aunque cada vez veremos más iniciativas. Por el otro la apuesta por sistemas constructivos y materiales que de verdad estén diseñados para paliar los efectos del cambio climático. Hasta la fecha ha sido una dimensión que hemos obviado, nos hemos centrado más, por decirlo así, en el proceso operacional del propio edificio, pero nos hemos dado cuenta que el cómputo total de la energía empleada en construir un edificio y luego su mantenimiento, pero también incluso antes de que esté construido. Por tanto, esto es muy importante que todo el proceso, así como dónde vienen los materiales, cómo se prefabrican, cómo se construyen… son datos casi más importantes desde el punto de vista ambiental que cuánta electricidad gastamos o cuántos aires acondicionados hay en un edificio. No estoy diciendo que no sea importante, pero sí que además de la energía operacional hay que hablar de energía embebida en la construcción.

El último prototipo realizado por el IAAC es una vivienda construida en 3D a partir de arcilla de proximidad

El último prototipo realizado por el IAAC es una vivienda construida en 3D a partir de arcilla de proximidad.

"A día de hoy es fundamental para el IAAC disponer de esta trazabilidad de la cadena de valor, que va desde el punto de origen material hasta el ensamblaje final del edificio, y también sus vidas posteriores"

¿Cree que estos nuevos modelos darán lugar a una nueva formalización de la arquitectura?

Hay dos dimensiones. Por un lado, la dimensión arquitectónica pura y dura; y luego está la dimensión propiamente de ingeniería de edificación, de la construcción y demás. Yo he sido uno de los defensores que esto no va de cambiar el hormigón por la madera, ni el ladrillo por una materialidad más renovable, sino de crear una nueva estética y una nueva cultura. De la misma manera que, por ejemplo, en los rascacielos, el muro cortina o las estructuras metálicas permitieron hacer estos grandes edificios que vimos inicialmente en Estados Unidos y que luego han ido apareciendo en todas las ciudades como un cambio de paradigma. Ya no eran pilas de ladrillo sino grandes edificios de cristal, con muros cortina, con unas grandes vigas que permitían crear grandes espacios, plantas más flexibles... A mí me gustaría que todo este movimiento de industrialización, con la construcción en materiales renovables de bajas de emisiones, genere también una nueva estética en la ciudad. Ya hay algunos ejemplos de estas materialidades renovables que se empiezan a enseñar, o se construyen edificios que empiezan a incorporar más vegetación y árboles, generando una estética diferente, que no se entienda como el edificio en contraposición al medio natural, sino de crear estos híbridos de naturaleza-ciudad, generando una nueva conexión con los edificios.

¿Están investigando y/o probando nuevas tipologías en Valladaura Labs?

En Valldaura Labs hemos hecho en los últimos cuatro-cinco años varios prototipos, sobre todo, construidos con nuestra propia madera, que es uno de los recursos que tenemos en el entorno. No obstante, recientemente con la casa impresa en 3D hemos conseguido un complemento como una novedad en Valladaura Labs muy acertada porque, en el fondo, es un proyecto que conceptualmente es igual que con los de madera simplemente que cambia la materialidad. La obsesión es construir con lo que hay alrededor, para comprender que construir de manera vernacular no implica que se deban hacer cosas muy antiguas y primitivas, sino que el material que tengo le aplico inteligencia, a partir de las herramientas y la tecnología, para tener la capacidad de hacer construcciones muy avanzadas. Acabamos de hacer también un prototipo muy nuevo en Valldaura Labs que se llama Flora, que es el acrónimo de Forest Lab Observatory for Research and Analysis. Un prototipo que nos está permitiendo instalar una especie de plataforma de investigación, para que otros investigadores puedan acceder a los doseles de los árboles. Todo ello viene de una teoría impulsada por una bióloga estadounidense muy importante, que lleva muchos años analizando el dosel y dice que la manera de saber cómo está el planeta es estudiando la diversidad que hay en el dosel, es decir, la parte de arriba de los bosques. Siguiendo su liderazgo y en el contexto de los eventos alrededor de la Ciudad Europea de los Bosques, en el que este año Barcelona es la ciudad elegida. Por este motivo, decidimos hacer este prototipo que permitía esta nueva manera de relacionarse con la naturaleza. Este modelo sigue la misma lógica que los anteriores sobre de dónde procede la madera, para industrialización de grandes vigas de hasta quince metros, en unas instalaciones muy pequeñas donde los propios estudiantes demuestran que estos edificios de km0 son posibles.

¿Cómo es el proceso de innovación en un sector tan tradicional?

Hay dos aspectos importantes. Una procede de las presiones en los marcos regulatorios. Es decir, que a nivel normativo cada vez exijan construcciones de menos emisiones. Pero también a nivel económico, porque el día que este tipo de materialidades vayan disminuyendo sus precios, además de si ventaja en materia de eficiencia impulsará su adaptación. Por poner un ejemplo, Francia acaba de aprobar una ley que promulga que, para finales de este año, todos aquellos edificios que estén financiados por la República Francesa tendrán que tener el 50% de sus materiales construidos en madera o en una materialidad renovable. Es decir, es una ley que básicamente establece que si quieres construir con dinero de la República tiene que ser en madera y sostenible. Esto ocurre en el país vecino, imagínate que en España hubiera una ley similar. Lo que te está diciendo implícitamente es que la estructura de estos edificios debe ser en una materialidad renovable. Indiscutiblemente, si estuviéramos en otro clima posiblemente emplearíamos el bambú, aquí quedan menos opciones y básicamente tenemos la madera. Cambios regulatorios en la normativa como lo que pasa en Francia o, por ejemplo, imponer un impuesto sobre el carbono en las huellas embebidas en la edificación sería otro cambio extremadamente radical. O simplemente que la eficiencia propia de la industrialización empiece, como está pasando, a reducir sus costes y los plazos de entrega, presentándose como una oportunidad que todo el mundo quiera abrazar, porque tiene eficiencia respecto a sistemas más tradicionales.

¿La madera es la solución a la nueva construcción? ¿Puede llegar a ser un sustituto al hormigón y el acero?

Sí y no. Creo que el hormigón y el acero y otras materialidades que son altamente contaminantes, por sus grandes huellas de energía y de emisiones embebidas durante su construcción, siguen teniendo un rol muy importante. Es decir, no puedes hacer grandes infraestructuras como un puente de una autovía en madera o hacer una presa con madera. El hormigón sigue teniendo su rol. De alguna manera hay que emplearlo, pero cuando tenga sentido su uso. En aquellas construcciones en las que se pueda prescindir, hay que ver qué alternativas tiene y que son más ecológicas y naturales. Por ejemplo, en vivienda no tiene ningún sentido, desde el punto de vista ecológico, construirla en hormigón, ya que existe una alternativa que es el Mass Timber (madera industrializada), que genera un tipo de vivienda más cálida, cuyas materialidades son más amigables. Por ejemplo, este mes de octubre se empezará a construir un edificio de viviendas, que será el más alto de España construido con madera maciza industrializada. Un edificio que tendrá planta baja más 8 alturas y cubierta con invernadero. En este sentido, tanto la planta baja como las cimentaciones obviamente serán de hormigón, para resolver todos los temas de humedad. Se trata de utilizar los materiales donde tenga sentido, así que el hormigón a nivel de cimentaciones y planta baja en edificios de madera tiene su justificación y se seguirá utilizando. De alguna manera, creo que especialmente en edificación la madera va a jugar un rol muy importante y debería tener una cuota de mercado mucho mayor, aunque el resto de materiales seguirá en juego, pero sólo en aquellas tipologías, infraestructura y/o lugares donde tengan sentido y estén justificados.

“El hormigón seguirá su rol en infraestructuras donde sea inevitable su uso, pero no en vivienda, donde la madera debe jugar un papel importante en términos de sostenibilidad y eficiencia”

En su vasta experiencia con madera, ¿qué innovaciones constructivas ha desarrollado a nivel profesional?

Como he mencionado anteriormente, a nivel profesional estamos construyendo con Sorigué 40 viviendas en 8 plantas de 5 unidades por planta; así como una planta baja con equipamiento, que va a ser un laboratorio de fabricación digital en el propio edificio. Tendrá la singularidad de estar construido en madera de forma industrializada, pero también de tener toda la cubierta verde con árboles y un invernadero que va a permitir dos cosas: generar vegetales para consumo propio y energía, porque será un invernadero solar, ya que permitirá la luz fotovoltaica. En aproximadamente un año estará ejecutado. Este edificio además de ser ecológico y construido con materiales renovables, será un depósito de carbono porque lo que se acumule no volverá a la atmósfera; así que se podrá generar los propios alimentos para consumo propio y también energía. Crear esto implica que los edificios en vez de estar conectados a redes de energía o alimentación sea capaz de generar alimentos y energía. Ésta es la idea de reindustrializar las ciudades.

¿Cuál es el modelo arquitectónico - urbanístico que debe imperar en las ciudades del futuro y del presente?

Estados Unidos lleva mucho tiempo construyendo con madera, pero con un modelo urbano totalmente erróneo. Se construyen casas con materiales renovables, en especial de madera, pero, por otro lado, tienen un modelo urbano que es dependiente del coche, ya que se construye en áreas aisladas por el territorio. Por un lado, ofrecen una buena solución desde el punto de vista material, pero mal a nivel urbano. Barcelona a día de hoy es totalmente lo opuesto. A nivel de modelo urbano es espectacular porque a pie eres capaz de llegar al médico, al mercado, a la biblioteca, al colegio de tus hijos… pero también con transporte público puedes llegar a tu trabajo, pero la materialidad con la que se construye y se ha construido no es la más adecuada. La fórmula mágica es combinar estos dos conceptos: un modelo urbano compacto donde sea muy diverso a nivel programático, que te puedas mover verde en distancias muy reducidas y a partir de construcciones con una materialidad renovable.

Conceptos como smart city, construcción industrializada, sostenibilidad, isla de calor urbana… ¿cómo se aúnan todos estos conceptos en la nueva realidad arquitectónica?

No es tan complicado. Es decir, volviendo al edificio de ‘Terrazas para la vida’, que empezaremos a construir a finales de este mes de octubre, desde un punto de vista ambiental está construido en madera y con unas emisiones muy bajas. Desde el punto de vista de isla de calor, por tener una cubierta verde con un invernadero no sólo producimos alimentos y energía, sino que además prevenimos la isla de calor porque tenemos parte de la cubierta protegida y no afecta a las viviendas inferiores. Es un edificio completamente industrializado, cuyo montaje de la estructura, por ejemplo, será muy rápido, todavía no hemos hecho el estimado, pero calculo que en un mes o mes y medio estará construida la estructura, ya que se colocan como si fuera un Lego. Yo diría que, en este sentido, por poco que seamos capaces de ir haciendo estos cambios regulatorios y que los precios sean cada vez más favorables, veremos más soluciones verdes, industrializadas, con menos efectos de islas de calor y todas aquellas cuestiones que son muy importantes, respecto a las problemáticas climáticas que estarán solventadas muy pronto.

El 40% de emisiones se generan en el sector de la construcción y si bien se avanza hacia un modelo más eficiente, en España, donde existe un parque de viviendas muy envejecido, ¿cómo se resuelve el grave problema de la rehabilitación? ¿Los Fondos Next Generation van a ser la solución?

Ahora mismo, el porcentaje de viviendas que se hacen con madera maciza industrializada es muy bajo, no alcanza ni el 2% del total. Sí que en residencial están habiendo más casos, pero a nivel de vivienda colectiva y social el porcentaje es bastante ínfimo. Yo creo que hay unas ventajas en vivienda nueva por el tema eficiente, pero también en rehabilitación. Estos trabajos en ocasiones requieren un tiempo muy elevado y con la industrialización ese tiempo lo ganas. Lo tienes todo preparado en el taller, llegas a la obra y los ensamblas en períodos más controlados. No sólo la madera, sino que otras materialidades permitirían ampliar edificios ya existentes con un peso ligero. Puede haber una serie de innovaciones que están por descubrir, que no sólo va de obra nueva sino de mejorar el parque existente actual. Alemania ha sido pionera en el uso de nuevas fachadas para mejorar el comportamiento térmico de los edificios, ampliaciones de edificios construidos a partir de sistemas prefabricados, adiciones de patios, extensiones… ha habido una serie de innovaciones sobre edificios ya existentes. En mi opinión los Next Generation ayudarán a abrir el camino, pero no van ser suficientes, aunque gracias a ellos, se podrán introducir estas innovaciones que luego hay que extender. Desde el IAAC hemos ideado una red que se denomina Mass Madera, pioneros en el uso de madera maciza industrializada. Esta red aglutina a agentes de todos los sectores desde el industrial, arquitectos, ingenieros y montadores que están especializados en este tipo de construcciones, con la idea que juntos podamos compartir experiencias e impulsar iniciativas que permitan crecer la presencia de este tipo de edificios. Consideramos que son los edificios ecológicos del futuro, para que tengan mayor presencia, ya que el porcentaje por ahora es muy pequeño, para lograr que la madera maciza industrializada tenga una repercusión mayor.

Molinos de viento, placas solares térmicas y fotovoltaicas, intercambiadores de calor, cubiertas reflectantes ‘cool roof’… ¿Cómo deben integrar los mecanismos de generación de energía en la nueva arquitectura?

Venimos de un paradigma en el que había un edificio existente y añadíamos todo este tipo dispositivos energéticos, con criterios exclusivamente funcionales, como generar energía con paneles fotovoltaicos. Como arquitectos tenemos una gran oportunidad para empezar a rediseñar e integrar todos estos sistemas, que es muy diferente de cómo se construía hace 50 años. En proyectos que se han realizado desde el IAAC, destaca el Pabellón de Endesa, que fue un proyecto en el que instalábamos unos casetones en la madera. En la parte de arriba había unos paneles fotovoltaicos totalmente integrados en la fachada, que permitía dar sombra en verano y evitaba que entrara la luz solar. El ángulo estaba calculado paramétricamente, así cuando el sol estaba más bajo en invierno sí dejaba entrar el calor para calefactar el espacio interior de manera de pasiva. Es un buen ejemplo de cómo integrar todas estas tecnologías que cambian la arquitectura.

Otro ejemplo es el edificio de nueva construcción de madera que será el más alto de España, donde se integrará naturaleza e invernadero, como parte integral de todo el edificio. La idea no es que tengo un edificio y se lo añado a posteriori. Como educadores también tenemos un rol muy importante, para entrenar a todas estas nuevas generaciones en edificios y que integren todos estos sistemas que es fundamental.

El modelo constructivo varía dependiendo del territorio, la ubicación… ¿Un mismo edificio puede ser totalmente diferente si se construye en Barcelona o en Extremadura?

Absolutamente. Por este motivo defendemos que esta corriente no sólo va de construir en madera porque puede que, en otros países, como podría ser Dubái, con esos climas tan extremos posiblemente la madera no sea el material más apropiado. Los más importante es primar esas bajas emisiones, controlar toda la cadena de valor, que haya una menor huella de carbono y de emisiones embebidas. Y a nivel de diseño las altitudes cambian y las cimentaciones. No es lo mismo construir en el trópico que en España. Esa atención a las lógicas termodinámicas de cada geografía es importante.

Bajo su opinión, ¿el sector está preparado para alcanzar las cero emisiones para 2050? ¿Cuál es la hoja de ruta que debe trazar?

Sobre si el sector está preparado, creo todos los científicos de cambio climático nos lo han dejado extremadamente claro. Hay un punto de no retorno en el cual las consecuencias van a ser irreversibles. El planeta no es que se caliente un poco más, sino que tiene fiebre y, haciendo un paralelismo con nuestro organismo, es como si afectara a tu flora intestinal para eliminar el virus. Ésta sería la metáfora. El planeta tiene fiebre y no tenemos alternativa, así que el sector de la construcción tiene que alinearse sí o sí, sino los cambios van a ser irreversibles. Estoy por un lado preocupado, porque es verdad que la velocidad de cambio no es la suficiente; pero por el otro veo que cada vez se está insistiendo más en política, mediante regulaciones que van en esta línea. Quiero confiar en que la humanidad sea lo bastante inteligente para atajar otra gran crisis y, o abrazamos la realidad que tenemos o no vamos a llegar muy lejos.

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