Un poco de historia de la desparasitación. Hasta principios del siglo XIX se confundían la causa (los parásitos) con el efecto (la enfermedad), creyendo que los parásitos aparecían en animales ya enfermos. Muchos textos no aludían al tratamiento porque las enfermedades se debían a ‘un rocío dañino’, a ‘beber agua estancada’, al ‘tipo de plantas’ y, para los ganaderos, los parásitos eran ‘un mal incurable’. Desde los años 30 del siglo pasado, comenzaron a utilizarse antiparasitarios, de reducida eficacia...
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El control de las ectoparasitosis no ha avanzado tanto como cabría esperar. En cuanto a su diagnóstico, la exploración clínica puede determinar con facilidad la presencia de larvas de oestrus, garrapatas, o de lesiones cutáneas compatibles con sarna (a confirmar el tipo de sarna en el laboratorio sobre un raspado) o con miasis (debidas a larvas de moscas o a las propias moscas adultas)...
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Atendiendo a las funciones del veterinario de explotación, dentro de las cuales se nombran el seguimiento clínico de los animales (vigilancia sindrómica*) previo a realizar cualquier prescripción medicamentosa** (Real Decreto 666/2023), y el desarrollo del programa de muestro a incluir en el Plan Sanitario Integral, parece indicado desde el punto de vista práctico, hacer un análisis previo de la carga parasitaria para poder tomar la siguiente decisión...
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Casi siempre no hace falta hacer nada extraordinario, sino hacer lo ordinario extraordinariamente bien. Este principio es perfectamente aplicable al control de las parasitosis en el ganado ovino. Bien por rutina, bien por falta de una clínica muy aparatosa como las diarreas neonatales, las neumonías o los abortos, los parásitos, sobre todo los internos, y su control en el sector ovino han sido casi siempre un acto anodino tanto para los veterinarios como para los ganaderos.
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