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Parques y jardines deben adaptarse a una nueva realidad

¿Cómo influye el cambio climático en el paisaje urbano?

Víctor Comas21/09/2012
El cambio climático es ya una realidad incuestionable y sus efectos negativos sobre el paisaje urbano tema continuo de debate entre científicos, urbanistas, ecologistas y políticos a la búsqueda de soluciones para mitigar este deterioro. Y dentro del ámbito urbano, uno de los espacios que se ven más directamente afectados por el cambio climático son las zonas verdes.

Los parques y jardines urbanos, que constituyen para muchos ciudadanos el único reducto natural que tienen para aliviarse de los males endémicos de las ciudades, están ahora en peligro por culpa de los efectos que el cambio climático está produciendo. Hoy, los parques y jardines de nuestro entorno están viendo alteradas sus exigencias de conservación debido a los daños caudados por la progresiva contaminación del aire, el aumento de las temperaturas y la escasez de recursos hídricos. En un contexto de crisis dar respuesta a estos problemas es caro y los jardines y parques “verdes” empiezan a ser un problema.

La pésima calidad del aire tiene efectos muy negativos sobre la vegetación de parques y jardines

La pésima calidad del aire tiene efectos muy negativos sobre la vegetación de parques y jardines.

La contaminación ambiental

Uno de los factores que determina el nivel de contaminación ambiental de un entorno es el de la calidad del aire, y diversos estudios sitúan la calidad del aire de los núcleos urbanos españoles como unas de las más bajas de Europa. Si a este hecho se le suma el que de por si las ciudades, sobre todo las más industrializadas, no son un ambiente muy propicio para el cultivo de plantas al exterior, tenemos ya una de las claves de por qué los parques y jardines de nuestras ciudades tienen serios problemas para mantener una conservación idónea de su vegetación.

Los efectos de la pésima calidad del aire sobre la vegetación de parques y jardines es evidente. El humo hace que el número e intensidad de las horas de sol disminuya y el hollín y los gases se depositan en las hojas reduciendo su labor de asimilación todavía más. Esto contribuye a que árboles y arbustos perennifolios puedan llegar a perder sus hojas, los caducifolios lo hagan antes de tiempo y que tanto la floración como el crecimiento se retrasen. A su vez las hojas pierden todo su lustre debido a la lluvia ácida que las motea como si fueran hongos. Este fenómeno es debido a los anhídridos sulfúricos que emiten algunas industrias y que se combinan en las capas altas de la atmósfera con el agua y caen en forma de diminutas gotas de ácido sulfúrico, quemando las hojas y moteándolas de amarillo. Sin duda, una descripción dantesca, pero real.

 La continuidad de grandes extensiones de césped propias de nuestro paisaje urbano se está replanteando dado su alto consumo de agua de riego...

La continuidad de grandes extensiones de césped propias de nuestro paisaje urbano se está replanteando dado su alto consumo de agua de riego.

Soluciones a los problemas causados por la contaminación existen. Para evitar la acumulación de hollines en las hojas y el suelo es necesario realizar riegos periódicos muy pulverizados para que arrastren esas impurezas. Para evitar que la tierra se contamine, se pueden pavimentar todas las superficies libres de plantas, pero es costoso y poco estético, por lo que es mejor vigilar la superficie, y cuando se aprecie que hay excesiva acidez, cambiar una capa de unos 15 centímetros por otra nueva, rica en turba y bien abonada. También se pueden replantar todos los jardines y parques con especies resistentes a la contaminación exterior. ¿Quién puede asumir hoy este coste?

La escasez de agua

El déficit hídrico debido a la escasez de lluvias es una de las consecuencias más directas del cambio climático y su influencia en el desarrollo de los espacios verdes urbanos devastadora. Las condiciones para el desarrollo de plantas y árboles en un entorno urbano serán cada vez más hostiles. Las grandes extensiones de césped, que hoy exigimos como parte de una imagen ambiental propia del paisaje urbano, es uno de los componentes que los paisajistas y técnicos de urbanismo ya se están replanteando dado su alto consumo de agua de riego. La sustitución del arbolado es otro ítem que ya está sujeto a evaluación para privilegiar especies rústicas de menor requerimiento hídrico.

Todos estos cambios –el uso de otras especies vegetales, la limitación de las zonas con césped y el abandono del cultivo de árboles y plantas con alta necesidad de agua– implican una alteración profunda en la estética del paisaje urbano que deberá ser asimilada por la ciudadanía como parte integrante de un nuevo sistema ambiental urbano que está al llegar.

 Palmera atacada por el picudo rojo...

Palmera atacada por el picudo rojo, una de las plagas en cuya proliferación ha tenido que ver el aumento de las temperaturas provocadas por el cambio climático.

El aumento de las temperaturas

Los datos proyectados para finales del siglo XXI en relación al cambio climático hablan de un aumento medio de las temperaturas de hasta 4 °C. Aunque faltan bastantes años para el fin de siglo, los efectos de este aumento progresivo de la temperatura ya se están percibiendo en el adelanto de los procesos de brote y floración de muchas de las plantas que habitan los jardines y parques españoles. De momento no están afectando a su supervivencia, pero a medida que aumenten las temperaturas medias su hábitat natural se ira desplazando hacia zonas más frías.

Lo que si es ya un problema en nuestros parques y jardines, provocado directamente por el aumento de las temperaturas, es la proliferación de plagas que están acabando con especies que hasta ahora tenían una destacada presencia en las zonas verdes urbanas. La expansión del picudo rojo estos dos últimos años por toda la costa mediterránea es un claro ejemplo del peligro que supone para el medio ambiente la expansión de este tipo de plagas. El picudo rojo ataca a diferentes especies de palmeras, invadiendo sus troncos para alimentarse hasta perforarlos, causándoles la muerte.

 Solo una correcta actuación en temas de planificación urbanística que tenga en cuenta la realidad del cambio climático podrá garantizar la...

Solo una correcta actuación en temas de planificación urbanística que tenga en cuenta la realidad del cambio climático podrá garantizar la continuidad de parques y jardines ubanos”verdes”.

Otro ejemplo en este sentido es el de la procesionaria del roble. Un estudio de la Organización Holandesa de Investigación Científica revela que la polilla del roble ha comenzado a eclosionar sus huevos más tarde para hacerlo coincidir con el desarrollo de su fuente de alimentación, que son las hojas de los robles, afectadas por el cambio climático. Esta plaga representa un grave problema sanitario ya que los árboles a los que ataca suelen encontrarse en parques públicos, jardines y carreteras. Su hábitat natural es la región mediterránea de Europa, sin embargo en los últimos años se ha extendido hacia el norte y amenaza al norte de Europa, incluidas las regiones nórdicas y el Reino Unido.

El futuro

Es evidente que los trastornos producidos por el cambio climático están aquí, y que en el futuro sus efectos irán en aumento. La solución global al problema es muy compleja, pero en lo que hace referencia al desarrollo del paisaje urbano el futuro debe pasar por la puesta en marcha de estrategias de ordenación del territorio y de planes urbanísticos que presten una atención especial a la información climática y a los efectos del cambio climático, de forma que las propuestas de ocupación y distribución en el territorio de los

distintos usos y actividades integren entre sus objetivos impedir y prevenir la degradación de los recursos naturales con influencia negativa sobre el clima, a la vez que tengan en cuenta el mejor aprovechamiento y adaptación a las características del clima y a los efectos del cambio climático. Solo así los parques y jardines de nuestras ciudades podrán seguir siendo un auténtico “pulmón verde”.

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