El Clúster reivindica más protagonismo a los ciudadanos, situándolos en el centro del sistema

Desde el Clúster de l’Energia Eficient de Cataluña (CEEC) están convencidos de que Cataluña debe avanzar hacia un nuevo modelo energético que permitiera minimizar los costes ambientales y sociales así como el impacto en la salud de las personas asociados al modelo energético actual y, al mismo tiempo, reducir los elevados costes económicos derivados de la dependencia exterior.

Principalmente, el nuevo modelo energético catalán debería hacer posible el abandono de la energía nuclear; reducir la dependencia de los recursos fósiles; abrir el mercado energético a la competencia regulada; crear un marco normativo e impositivo favorable a la transición energética y, finalmente, dar poder a ciudadanía para que adopte un rol más activo y participativo en el ámbito de la energía.

Sobre el papel que debería jugar cada uno de los actores implicados en esta transición energética, el presidente del CEEC, Xavier Farriols, ha subrayado que “las políticas que impulsan este proceso sacan relevancia en la generación energética, hoy fundamentalmente a manos de grandes empresas, y dan poder a la demanda, abriendo la posibilidad a la entrada de muchos más agentes dentro del modelo energético, entre los que destacan los ciudadanos”. En este sentido, añade Farriols, “el Clúster se configura como un agente clave en la transición energética, dado que entre sus asociados incluye miembros que representan todos los eslabones de la cadena de valor que están implicados”.

El Govern de Catalunya, a través del Institut Català de l’Energia, trabaja actualmente en una propuesta de nuevo modelo energético que prevé una transición hacia un modelo descarbonizado, en consonancia con los planteamientos de la Comisión Europea. En la línea defendida por el CEEC, la propuesta sitúa la eficiencia energética como primer elemento a impulsar, además de colocar al ciudadano en el centro del sistema, haciéndolo evolucionar hacia una figura de prosumer (consumidor y generador) y conseguir descarbonizar la movilidad, mediante la reducción del número de vehículos y la electrificación del parque.

La transición hacia este nuevo modelo energético, renovable y distribuido, parte de forma indispensable de una corresponsabilidad de todos los ciudadanos y municipios con respecto, por ejemplo, la generación de suelo apto para que se puedan desarrollar las energías renovables, intensivas en el uso de territorio.

En este sentido, se deberá incluir en el planeamiento urbanístico la calificación de suelo para instalaciones renovables y la instalación de baterías que permitan el almacenamiento eléctrico, al tiempo que las ordenanzas municipales deberán favorecer que edificios y aparcamientos instalen techos y pérgolas solares, así como puntos de recarga para vehículos eléctricos, y que se reserve espacio para sistemas de baterías que garanticen nuevos modelos de gestión de la demanda.

A largo plazo, este nuevo modelo energético debería permitir cumplir los objetivos del nuevo Paquete 'Clean Energy for All Europeans' de la UE (27% del consumo'bruto' de energía final y el 50% del mix eléctrico debe ser renovable; 30% de eficiencia energética en relación a las proyecciones de futuro; 40% de reducción de emisiones de GEI del sector energético en relación a 1990), disponer de un modelo energético basado al 100% en las energías renovables en el horizonte 2050 e implementar medidas de eficiencia energética que reduzcan el consumo en todos los sectores de actividad.