La correcta iluminación y la importancia de la figura del Lighting Designer en los proyectos arquitectónicos
La palabra mágica
El balance entre una iluminación general difusa y una iluminación puntual de acento fue la base para el proyecto de las oficinas de MGA. Fotos: Eflux.
A lo largo de las últimas décadas, la figura del Lighting Designer ha emergido, especialmente en los países nórdicos, como elemento clave en la conceptualización y desarrollo de proyectos de iluminación en obras arquitectónicas. Su misión principal es la de visualizar e interpretar correctamente un espacio arquitectónico y sus materiales, para poder diseñar una forma de iluminarlo consecuente con su lenguaje y confortable para sus futuros usuarios. De este modo, al tándem entre belleza y confort que supone la arquitectura, se suma la luz, con quienes viaja al unísono.
Algunos conceptos clásicos de estética, así como factores técnicos clave para el confort y el bienestar, se enseñan en las asignaturas de las carreras y másteres de arquitectura, diseño de producto, diseño de iluminación, etc. y están estipulados en distintas normativas y tratados. Pero al final, el margen que ocupa la subjetividad se hace, incluso, más ancho que la propia ley e infinitos modos de proceder encajan dentro de lo supuestamente correcto. Los manuales de iluminación dan muchas pistas e indicaciones, pero no poseen la verdad absoluta. La conclusión es que, desde el punto de vista de lo normativo, existen infinidad de maneras de iluminar correctamente un espacio.
El Stand del Espacio Addictions Design, en la Feria Marbella Design 2021 es un buen ejemplo de cómo explorar los límites de la iluminación de interiores y mantener una actitud objetivo sobre el espacio a iluminar. Fotos: Eflux.
Sentando esta base, y del mismo modo que ocurre con la arquitectura, cada diseñador de iluminación acaba adoptando un poco su propio estilo, acorde con sus gustos y sus modos de pensar. De todos modos, y de nuevo igual que los arquitectos, no debemos olvidar que trabajamos al servicio del cliente para dar solución a un problema o reto que nos ha planteado y sus exigencias no deberían pasarnos por alto. Eso, no obstante, no nos exime de corregir o ‘reeducar’ al cliente cuando creemos que lo que propone no dará un buen resultado y no resolverá las exigencias básicas de confort o estética; de no hacerlo, estaríamos faltando a uno de nuestros deberes básicos.
La exploración lumínica permite jugar con las sombras y conjugar con la iluminación natural, sin alterar los sentidos. Foto: Eflux.
Y con todo esto, vamos a proponer dos situaciones polarizadas. ¿Qué es un proyecto completamente estético y poco funcional? Se trataría de una obra en que se potencia al máximo el efecto que produce una fuente de luz, óptica o luminaria sobre un material, un elemento arquitectónico o simplemente en medio de un espacio, pero que, no obstante, deja zonas con un nivel de iluminación excesivamente alto, o por el contrario casi nulo, o produce deslumbramientos, o utiliza una temperatura de color o distribución lumínica que no son adecuadas para la actividad que se va a desarrollar…
¿Y qué es un proyecto completamente funcional, pero poco estético? En este caso, se trataría de un espacio correctamente iluminado en cuanto a niveles de confort (temperatura de color, distribución lumínica, niveles de deslumbramiento…) pero que no potencia, o incluso corrompe, los valores principales del espacio arquitectónico, afeándolo, o simplemente resulta aburrido, poco imaginativo, monótono…
Las nuevas tecnologías han avanzado para que las luminarias actuales se adapten a los proyectos más exigentes. Foto: Eflux.
Supongamos un espacio en que unos proyectores de luz iluminan perfectamente unos pilares arquitectónicos, que envuelven el espacio, o provocan unas sugerentes manchas de luz concentrada en la pared o en las mesas con una belleza casi artística, pero que, a su vez, provocan dificultades en la lectura por falta de luz, o fatiga visual por exceso de contrastes entre luz y penumbra, o adormecimiento porque la temperatura de color es demasiado cálida. Estaríamos hablando, claramente, de la primera situación.
Por el contrario, un espacio iluminado con un plano de luz uniforme en el techo, a base de una gran malla de placas LED cuadradas o downlights, o con una serie de proyectores en las paredes, enfocando hacia el techo y dando buena luz, pero siguiendo un ritmo distinto al de las ventanas, o al de la estructura y desvirtuando el espacio sería un ejemplo de la segunda situación.
La palabra mágica, como en muchos otros aspectos de la vida, es ‘equilibrio’. Debemos utilizar nuestras mejores herramientas y conocimientos, para crear espacios bien iluminados, pero que no sean aburridos y que el cliente sepa apreciar y comprender la importancia de este hecho. De esta manera, estaremos contribuyendo a fomentar la cultura de la luz.