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Monitoreo de plagas en invernáculos

Horticom News10/11/2004

10 de noviembre de 2004

El control químico sobreutilizado aumenta el riesgo de intoxicaciones y contaminación, compromete la inocuidad del producto cosechado y puede provocar en el corto y mediano plazo un aumento de la incidencia de plagas por la ruptura de los mecanismos naturales de control (v.g. destrucción de los enemigos naturales) y la generación de resistencia a los plaguicidas.

El control químico sobreutilizado aumenta el riesgo de intoxicaciones y contaminación, compromete la inocuidad del producto cosechado y puede provocar en el corto y mediano plazo un aumento de la incidencia de plagas por la ruptura de los mecanismos naturales de control (v.g. destrucción de los enemigos naturales) y la generación de resistencia a los plaguicidas.

Por otra parte, la eficiencia de los insumos utilizados es muy baja si tenemos en cuenta las aplicaciones innecesarias y los productos inadecuados.

Si se tiene en cuenta el precio de las hortalizas bajo invernáculo en las últimas temporadas y su igual tendencia en el futuro, el uso eficiente de insumos, en donde los plaguicidas son uno de los ítems más importantes, puede hacer la diferencia entre cambiar el dinero y un cultivo rentable.

En este contexto la estrategia a seguir en el manejo de plagas está basada en dos tipos de acciones.

El primer tipo involucra a todas las medidas tendientes a prevenir el ataque de plagas. Esto incluye la eliminación de rastrojos, la sanidad de los almácigos, la buena nutrición e irrigación al cultivo entre otras.

El segundo tipo de acciones involucra a todas las medidas que lleven al uso racional de plaguicidas.

Dentro de este universo de acciones, el monitoreo de plagas es una de las herramientas fundamentales.

El monitoreo tiene como finalidad

1.conocer el estado sanitario del cultivo,

2.La evolución de la población de las plagas y, en el caso de efectuarse después de, por ejemplo la aplicación de un insecticida,

3.controlar la efectividad de las medidas adoptadas.

Es entonces el medio por el cual decidir el momento oportuno para realizar una aplicación y elegir el principio activo a utilizar.

Por otra parte permite detectar problemas como la mala calidad de una aplicación o la baja efectividad de un principio activo, y corregirlos a tiempo.

Para realizar el seguimiento de las plagas es necesario arribar a una solución de compromiso entre la precisión en el muestreo y la eficiencia en cuanto a rapidez y simpleza del mismo.

Los métodos más simples y eficientes en el uso del tiempo y mano de obra requieren un gran número de pruebas para confirmar su confiabilidad. Implican en general el uso de algún tipo de trampa atractiva en las que debe estudiarse la relación entre la caída de individuos en trampa y la población plaga en el cultivo.

La inspección directa del cultivo es siempre una tarea más engorrosa pero más confiable con menos experimentación.

Tres aspectos definen el monitoreo de una determinada plaga:

1.criterio de muestreo ¿cuántas plantas mirar?, ¿de qué parte del cultivo?,

2.el parámetro a determinar, daño o el número de individuos de un cierto estadío o grupo de estadíos de la plaga,

3.localización de la plaga ¿qué órgano mirar? y ¿en qué parte de la planta?.

Para el monitoreo no existen recetas sino pautas en función de experiencias previas.

El número de plantas no debería ser inferior a 20 en 1000 m2 y no menor a 10 en superficies inferiores a los 500 m2.

Se deben intensificar las observaciones en las áreas del invernáculo más críticas como las cercanías a las aberturas y a cultivos de la misma especie más avanzados.

En el caso de plagas que suelen aparecer en focos aislados como los pulgones es conveniente poder detectar y marcar estos focos.

Esta tarea puede asignársele a los operarios que recorren frecuentemente el cultivo en las tareas de tutorado, desbrote o cosecha.

Para elegir el parámetro a utilizar se debe tener en cuenta la facilidad de conteo, en este sentido son preferibles el daño, siempre y cuando pueda distinguirse el nuevo del viejo, y los estados de desarrollo inmóviles o poco móviles y visibles sin lupa.

La parte de la planta a observar (basal, media o inferior) y el órgano o conjuntos de órganos a observar está definido por la preferencia de la plaga.

En el caso de trips en tomate por ejemplo se observa el daño de adultos y la presencia de los mismos en el haz de los foliolos de las hojas de la mitad superior y ninfas, en el envés de foliolos con daño de adultos.

En pimiento el órgano para observar adultos y ninfas de trips son las flores con plenitud de polen.

Otro ejemplo es la polilla del tomate en la que puede contarse el número de foliolos con daño fresco de polilla en toda la planta al principio, luego en la mitad superior y finalmente, cuando la planta supera la altura de la vista, en el tercio medio (ver Boletín Hortícola Nº 14).

Para determinar el momento en que se deben iniciar las acciones de control, en teoría el umbral de daño es el valor ideal.

Sin embargo en la práctica, determinar para una situación particular el valor umbral con el cual manejarse resulta inviable porque dicho valor varía de acuerdo a factores tales como las condiciones ambientales, el estado fenológico y fisiológico del cultivo, nivel poblacional de enemigos naturales, carga viral de insectos vectores, etc.

Estos factores no pueden ser cuantificados con la precisión requerida en las condiciones de campo. Por otra parte, aún resolviendo este primer problema serían necesarias reiteradas experiencias en el diferente abanico de condiciones para alcanzar un valor umbral confiable. Por este motivo, es más adecuado hablar en la práctica de un nivel máximo de tolerancia.

Este valor será más cercano al umbral teórico cuanto (1) mayor sea el grado de precisión con el que se estime el nivel poblacional de la plaga y (2) mayor sea el conocimiento sobre el daño económico al cultivo de acuerdo a la densidad de la plaga y los otros factores involucrados.

En general puede decirse que factores que aumenten el riesgo de incidencia tales como épocas del año propicia para una plaga y antecedentes de ataques cercanos al cultivo harán disminuir el nivel de tolerancia y a la inversa, factores que disminuyan el riesgo de incidencia como la presencia de enemigos naturales harán que aumente el nivel de tolerancia.

Queda mucho por hacer para seguir avanzando en el camino del manejo integrado de plagas, pero sin dudas en las condiciones actuales es posible reducir sensiblemente el uso de plaguicidas implementando técnicas sencillas de diagnóstico a través del monitoreo de plagas.

El bolsillo del productor, el medio ambiente y la salud del consumidor desde ya agradecidos.

Autor
Ing. Agrónomo Andrés Polack
INTA San Pedro

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