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Tolerar y respetar insectos en el cultivo

Control integrado en ornamentales

Jan Van der Blom16/05/2003

Aunque el control integrado ya está introducido en muchos cultivos hortofrutícolas, aún se aplica poco en plantas ornamentales.

Artículo publicado en la Revista Horticultura 144, Abril 2000.

Aunque el control integrado ya está introducido en muchos cultivos hortofrutícolas, aún se aplica poco en plantas ornamentales. Es lógico que el consumidor de verduras y frutas busque productos con la menor cantidad posible de residuos químicos por razones de salud. Dado que las plantas ornamentales no son comestibles, los productores encuentran menos presión para desarrollar alternativas.

Sin embargo, ya que el control integrado ha sido desarrollado primero para mejorar el control de plagas y aumentar el rendimiento de las explotaciones, hay que buscar razones técnicas para explicar por qué todavía no está muy extendido en ornamentales.

El control integrado es una combinación de control biológico y químico. Se define de antemano sobre qué plagas se aplicará control biológico, y cómo compatibilizar el uso de productos químicos contra otras plagas. El control biológico puede ser realizado mediante enemigos naturales que el agricultor introduce en el cultivo, pero también puede consistir en respetar la fauna auxiliar que entra de forma espontánea.

El sistema pretende producir la máxima cantidad y calidad de la cosecha, reduciendo el uso de productos fitosanitarios al mínimo. Para optimizar el control integrado, hay que tener un profundo conocimiento de la evolución de las plagas y sus enemigos naturales específicos. Dicha evolución depende del tipo de cultivo y de las condiciones físicas y climáticas que le rodean. Aunque las plagas en la mayoría de los cultivos son las mismas, la actuación de los enemigos naturales es muy distinta en una planta o en otra. Además, el nivel de tolerancia de una plaga varía mucho.

Por ejemplo, mientras que en calabacín se puede tolerar el trips hasta que las flores estén negras, en algunas variedades de Hybiscus se caen las flores por un solo trips que entre en el capullo. Trabajando con enemigos naturales, no se puede aislar una sola plaga para el control biológico y tratar las otras como si nada.

Hay que pensar en soluciones para todo lo que se presente. Los primeros resultados se obtuvieron en cultivos de grandes superficies. Es más rápido desarrollar algo en cultivos como tomate y pimiento, de los que hay miles de hectáreas en Europa, que desarrollar sistemas específicos para una planta en maceta de las cuales se están cultivando sólo unas decenas de hectáreas dispersas.

En el sector de las ornamentales, contamos con infinidad de especies y, dentro de ellas, variedades que pueden ser completamente distintas respecto a las plagas.

La producción de ornamentales se caracteriza por una alta inversión por m2 y un nivel mínimo de tolerancia de plagas. Para evitar daños por insectos, se aplican varios tratamientos químicos semanales cuando el nivel de tolerancia es bajo. En los 80, se introdujo el control biológico en tomate y pimiento en el norte de Europa, porque resultaba más eficaz y más rentable.

Las plantas que no estaban tratadas crecían mejor y producían más que las plantas bajo control químico. La producción en estos casos diminuye un 10% por el efecto ligeramente tóxico que tienen los agroquímicos depositados como una película sobre las hojas. Además, se evitaban problemas de resistencia entre las plagas contra pesticidas.

En algunos casos, los productos químicos no ofrecen soluciones contra una plaga, y queda el control biológico como única opción. Las larvas de la mosca esciárida (Bradysia, Lycoriella y Sciara) viven en suelos húmedos y dañan las raíces de muchas plantas. Es difícil aplicar productos químicos contra estas larvas, pero hay dos agentes biológicos que se pueden aplicar con éxito. El nemátodo Steinernema feltiae es un parásito intestinal de las larvas de esta mosca y tiene una acción curativa y pronta. Normalmente, se usa el nemátodo en combinación con el ácaro depredador Hypoaspis aculeifer. Con una sola introducción se consigue establecer una población que se mantiene en todos los rincones húmedos del invernadero.

Frente a un ataque de la mosca esciárida, la actuación del ácaro no es muy rápida, pero sí contínua y duradera. El ácaro encuentra su presa, por ejemplo, debajo de las macetas y en el suelo.

Otra plaga del suelo que no se deja controlar con agroquímicos es el gorgojo de la vid (Otiorhynchus sulcatus). La única forma de controlarle es mediante Heterabditis megidis.

El minador (Lyriomyza spp.) es una plaga difícil de combatir. Dado que con el parásito Diglyphus isaea se consigue un buen control con pocas aplicaciones, y por un precio más bajo, muchos productores de gerbera han recurrido al control biológico de esta plaga. Para compatibilizar el uso de Diglyphus con el control del resto de las plagas se usan enemigos naturales y algunos productos químicos específicos.

En rosales, se empezó con el control biológico de araña roja en la fase vegetativa, cuando no se cortan flores, usando los ácaros depredadores Phytoseiulus persimilis y Amblyseius californicus. En esta fase, el daño foliar no tiene importancia, y tampoco la presencia de algunos trips. Pero también se ven cada vez más iniciativas de aplicación de enemigos naturales, incluso contra el trips. La aplicación se realiza de forma preventiva y en mayores cantidades que en cultivos hortícolas.

Un ejemplo de un enemigo natural que se aplica de forma distinta en plantas ornamentales es la avispa parásita Eretmocerus eremicus. Pone sus huevos en las larvas y pupas de mosca blanca. Los adultos se alimentan de las mismas larvas. Su crecimiento va en función de la población de su presa, por lo que a veces hay que tolerar un foco donde la mosca blanca se extiende hasta producir un cierto nivel de daño, para después encontrar que Eretmocerus poco a poco lo elimina. En cultivos donde no se puede dar este nivel de daño, ni aún temporalmente, se puede soltar preventivamente algunos adultos de avispa para que maten lo poco que hay de mosca blanca para comer.

Las posibilidades para practicar control integrado están mejorando continuamente.

Hay más experiencia y cada vez más especies. También hay un esfuerzo importante por parte de los productores de agroquímicos, para introducir nuevas materias activas. Además, las estructuras de los invernaderos son cada vez mejores, con malla fina en las aperturas de ventilación y mayor control del clima. Pero lo más importante es que el agricultor está más preparado. La gente que trabaja en el cultivo es cada vez más consciente de la necesidad de señalar focos de las plagas cuando son pequeños y actuar sobre ellos localmente. La cuestión no es si funcionan o no los enemigos naturales, sino cómo hacerlos funcionar.

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