Las 34 Jornadas de Productos Fitosanitarios se cierran con la exigencia por parte de la industria de un marco regulatorio europeo único

Barcelona, y concretamente el recinto del Caixaforum de la Ciudad Condal, acogió un año más las Jornadas de Productos Fitosanitarios, una cita que llegaba pocas semanas después de la aprobación del Real Decreto sobre uso sostenible de productos fitosanitarios. A pesar de la nueva regulación, los debates dejaron patentes la división que existe actualmente entre la Administración y la industria, que sigue viviendo en sus propias carnes unos plazos y trabas interminables para el registro de sus productos.

El 13 y 14 de noviembre fueron los días escogidos por el Institut Químic de Sarrià para celebrar la 34ª edición de las Jornadas de Productos Fitosanitarios, inauguradas por el director general de Agricultura y Ganadería de la Generalitat de Catalunya, Miquel Molins. La primera parte estuvo dedicada a un profundo debate, en que se analizaron medios alternativos de defensa fitosanitaria. César Casado, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, fue el encargado de ofrecer la visión desde la protección al consumidor, y es que según las conclusiones del último Eurobarómetro, de entre todos los riesgos asociados a los alimentos, los riesgos químicos, frente a los nutricionales o biológicos, son aquellos que los consumidores identifican como más preocupantes. Desde la Administración la voz autorizada fue Gonçal Barrios, responsable de Sanidad Vegetal de Tarragona del Departament d'Agricultura de la Generalitat de Catalunya, quien defendió la necesidad de seguir desarrollando las alternativas a los productos fitosanitarios. Barrios expuso las técnicas de captura masiva y la confusión sexual, dentro de la Gestión Integrada de Plagas, como las opciones más eficaces, a día de hoy, como alternativa al fitosanitario.

Finalmente, el contrapunto lo puso Antonio Molina, catedrático de Bioquímica de la UPM-INIA, quien considera que la nueva normativa europea sobre sustancias químicas, que limita el número de materias activas utilizables en protección de cultivos, está afectando ya de forma notable a determinados cultivos agrícolas españoles. Por ello, según Molina, es imprescindible la aplicación de los nuevos conceptos de inmunidad innata y resistencia inducida, dentro de los denominados ODMF —otros medios de defensa fitosanitarios— para dar respuesta a las demandas del sector.

En la primera jornada, Albert Massot, del Servicio de Estudios del Parlamento Europeo, repasó también las últimas propuestas de la reforma de la PAC.

La jornada de la tarde estuvo dedicada a la presentación de nuevos productos. El primero en intervenir fue Tomás Márquez, de DuPont, quien presentó al auditorio Picoxistrobin, la nueva estrobilurina para el control eficaz de enfermedades foliares y de espigas en el cultivo de cereales. La empresa espera la obtención del registro de Picoxistrobin bajo la marca comercial Acanto, en un producto que según la multinacional es óptimo para ser incluido en el control de hongos de cereal, bien en alternancia o en mezcla con otros fungicidas que posean distinto mecanismo de acción. Raquel Mirabent, de Croda Ibérica, fue la siguiente ponente en tomar la palabra para presentar Atlox 4913, un dispersante polimérico con tolerancia a electrolitos para fórmulas combinadas con glifosato. Este producto evita la aglomeración del ingrediente activo en formulaciones con más de un herbicida, ya que permite superar la resistencia al glifosato y ampliar el espectro de actividad.

Rui Corella, de Syngenta Agro, presentó Dynali, un nuevo fungicida para combatir el oidio y el black rot en la vid.

Elena Izquierdo, de Kenogard, se encargó de presentar Amisulbrom, un nuevo fungicida para el control del mildiu en patata y tomate. Bajo la marca comercial Leimay, este producto está en fase de registro en nuestro país, y su función es la de inhibir la respiración mitocondrial a nivel del complejo III. Destaca por la resistencia al lavado, inhibición de infecciones secundarias, y por su persistencia. Rui Corella, de Syngenta Agro, dio a conocer a los presentes Dynali, un nuevo fungicida formulado a base de difenoconazol+cilufenamid, para combatir el oídio y el black rot de la vid. Según los estudios llevados a cabo por la multinacional, Dynaly, por la suma de sus características, es preventivo, curativo, sistémico, translaminar, presenta efecto vapor y resistencia al lavado. La excelente tolerancia del cultivo a las aplicaciones, y la compatibilidad con los artrópodos beneficiosos, lo hacen un producto apto para la producción integrada.

La última ponencia de producto corrió a cargo de Marta Ruíz-García, de Sipcam Ibérica, que presentó Elio y Guante, dos productos basados en la ciflufenamida, una nueva molécula para el control de oidio en viña, frutales, cereales y hortalizas.

El segundo día lo protagonizaron dos ponencias que se centraron en la seguridad del aplicador de fitosanitarios. Tal y como expusieron Pedro Delgado e Isaac Abril, del Instituto Nacional de Seguridad en Higiene en el Trabajo, al igual que ocurre con otras sustancias químicas, el riesgo por exposición a productos fitosanitarios depende de la toxicidad del preparado y de la exposición. La evaluación, que se realiza tanto durante el proceso de autorización como durante su uso, es compleja, y la exposición tiene lugar a través de varias rutas y múltiples factores influyen en su magnitud. Según ambos técnicos, es necesario promover una mayor armonización internacional de las metodologías para evaluar la exposición y el riesgo. Desde el INSHT se insiste en la necesidad de mejorar la formación, información y sensibilización relacionada con el uso de productos fitosanitarios, evaluando riesgos existentes y adoptando las medidas preventivas apropiadas para reducir los riesgos para la salud. Fue aquí donde se produjeron la mayoría de divergencias entre empresas y administración, ya que muchas creen es en este último paso de la evaluación es donde más se demora el trámite del registro.

Por otro lado, y desde el punto de vista de la empresa, Antonio de Luna, representante de Aepla, fue el encargado de lanzar el mensaje sobre la necesidad de armonizar en la Unión Europea los criterios y modelos de evaluación, utilizando de manera realista todas las bases de datos que existen, en especial de cara a las evaluaciones de exposición de los aplicadores en invernaderos y de los trabajadores. Según Aepla, los modelos y criterios utilizados hoy en España están limitando en muchos casos que productos fitosanitarios que se solicitan para su uso en invernadero sólo puedan ser autorizados para ser aplicados con técnicas y sistemas como instalaciones fijas autorizadas, cañones desde fuera del invernadero o aplicaciones limitadas a un máximo de altura de un metro de desarrollo del cultivo, o considerando periodos de reentrada a los trabajadores muy largos, limitando de esta forma su uso a los agricultores españoles en relación con otros países de nuestro entorno.