Caqui
22 de abril de 2004
E.Bellini, del Dipartimento di Ortoflorofrotticoltura de la Universitá degli Studi di Firenze, publicado un artículo en el número de septiembre 2003 de la revista Agrícola Vergel, www.edicioneslav.es, en que repasa todos los aspectos de interés en el cultivo del kaki. El texto expandido resume los aspectos más salientes.
El caqui (Diospyros kaki L.F.) es originalmente de procedencia china, extendiéndose desde allí a Corea y Japón. Su cultivo es de tradición relativamente reciente en Occidente, donde está presente sólo desde la segunda mitad del siglo XIX.
En los últimos años el cultivo del caqui ha encontrado un renovado interés en los países del mediterráneo, asi como también en zonas frutícolas latinoamericanas y australianas.
Es de destacar que sus perspectivas comerciales y los mínimos requerimientos que exige su cuidado, lo tornan un producto particularmente deseable.
Las técnicas de propagación del caqui no varían mucho de las utilizadas en otros árboles frutales y son: reproducción a partir de semillas, propagación mediante injertos, mediante estaquillas y micropropagación.
Entre las variedades mas comunes se puede mencionar al Diospyros virginiana. Es de origen americano, fácil de propagar, de vigor elevado y resistente a terrenos húmedos y pesados.
El Diospyros kaki es el patrón más antiguo que existe y es de origen japonés. Produce raíces primarias con pocas laterales, pero la poda de las raíces primarias de las plántulas jóvenes en el momento de su transplante en el vivero, ayuda a desarrollar un sistema radicular sólido.
El Diospyros rhombifolia, seleccionado para obtener patrones enanizantes, no obstante, presenta problemas de incompatibilidad con otras variedades, y son de corta vida, cuatro a seis años.
La plantación no requiere un tratamiento especial del suelo ya sea antes de la plantación, ya sea en el crecimiento. Es similar al de otros frutales de ahí que el laboreo del suelo debe ser superficial.
En cuanto al marco de plantación, hay tendencias a aumentar la densidad con el objeto de mejorar el rendimiento económico en poco tiempo. Esto permite reducir el desarrollo de la planta, facilitando así las operaciones de cultivo.
Se recomienda el laboreo esencialmente en dos períodos: en otoño, uno relativamente profundo a 15/20 cm para permitir el almacenamiento de agua y otro en primavera, 5/10 cm con el fin de evitar la evaporación del agua, eliminar las malas hierbas y favorecer la actividad microbiana.
El sistema de formación de la planta tiende a adoptar un comportamiento globoso con una copa extendida y ramificación elevada. El cultivo moderno italiano se inclina, sin embargo, principalmente a la palmeta.
La poda de producción tiene como objetivo mantener el buen equilibrio de la vegetación de las plantas y adquirir una distribución homogénea de la fructificación en la copa.
Aunque el caqui tiene la capacidad de autoregular su carga frutal, con la caída del fruto, conviene podar una vez al año.
El riego del caqui requiere de una buena disponibilidad de agua, si bien es una planta que soporta bien los períodos de sequía. El agua es particularmente necesaria durante la floración y cuajado del fruto, favoreciendo la producción de brotes.