El valor de una buena confección
25 de noviembre de 1998
Los objetivos de la confección sobrepasan ampliamente la función clásica del envasado de proteger el contenido. En efecto, la confección debe servir para proteger y conservar, pero también para una larga lista de otras metas: facilitar el transporte del producto; exaltar y mejorar las características estéticas; llamar la atención del potencial cliente; permitir la presencia de una marca; presentar información sobre las características del producto, sobre la variedad de que se trata, sobre cómo manipularlo...; contener sustancias que mejoren la conservación del producto (caso de los sobres conteniendo preservantes para flor cortada); ser el soporte para la fecha de caducidad, para asegurar que las flores expuestas sean siempre frescas...
En resumen, un producto bien confeccionado, tiene personalidad.