Influencia de las condiciones agronómicas en la calidad de los vegetales

La manipulación deficiente de los fitosanitarios puede producir efectos indeseados, motivo por el cual el Parlamento y el Consejo Europeo adoptaron el Real Decreto 1311/2012, de 14 de septiembre, por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. En el pasado Congreso Internacional de Calidad y Seguridad Alimentaria, ACOFESAL se abordó la importancia de las buenas condiciones en la producción de vegetales de calidad.

Los productos fitosanitarios son medios imprescindibles para la producción agrícola, tanto bajo los sistemas convencionales de agricultura, como bajo otros sistemas de agricultura, como la integrada o la ecológica, pues los estragos potenciales de las diferentes clases de plagas, determinarían la inviabilidad de muchos cultivos en las zonas de producción de mayor interés económico y social e incluso la posibilidad de mantener almacenadas las cosechas.

Lamentablemente, por todos es conocido que el mal uso de los fitosanitarios puede provocar un riesgo para los cultivos, por lo que es necesaria una normativa que establezca su gestión y control. El Real Decreto 1311/2012 nació con ese objetivo: “En muchas ocasiones los fitosanitarios se consideran veneno para las personas, las plantas, el agua y la flora y la fauna”, indicó Silvia Martínez, responsable agronómica en Verduras Tabuenca, durante el último Congreso ACOFESAL –Asociación de Consultores y Formadores en España en Calidad y Seguridad Alimentaria– celebrado el pasado mes de junio en Madrid.

La mala manipulación de los fitosanitarios puede dar lugar a efectos indeseables, intoxicaciones acumulativas, reducción y muerte de especies y contaminación de los cursos del agua, con la también consecuente muerte de especies acuícolas. “La gestión integral de plagas juega un papel fundamental en la prevención de estas consecuencias negativas”.

Esta gestión de plagas consiste en la “aplicación de prácticas con bajo consumo de productos fitosanitarios, dando prioridad a los métodos no químicos de manera que los asesores y usuarios opten por las prácticas y los productos con menos riesgos para la salud humana y del medio ambiente”, aclaró Martínez.

Para evitar este uso indebido y fomentar la gestión eficiente de plagas, el Estado aplica los mecanismos necesarios para que sólo puedan comercializarse aquellos productos fitosanitarios que sean útiles y eficaces para combatir las plagas, pero que no comporten otros riesgos colaterales. Para ello, cualquier producto que desee comercializarse debe estar autorizado e inscrito en el Registro Oficial de Productos Fitosanitarios.

GlobalGAP es un organismo privado alemán que establece normas de aplicación voluntaria a través de las cuales se puede certificar productos agrícolas en todas partes del mundo. El objetivo es establecer una norma única de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), aplicable a diferentes productos, capaz de abarcar la globalidad de la producción agrícola. La certificación comporta normas a nivel de la explotación que abarcan todo el proceso de producción del producto certificado, desde el primer momento (como pueden ser puntos de control de semillas o plantas de vivero), pasando por todas las actividades agropecuarias subsiguientes, hasta el momento en que el producto es retirado de la explotación.

“Nuestro objetivo es poner la inocuidad alimentaria, la sostenibilidad y el buen trato al medio ambiente en manos de los productores”, afirmó Ignacio Antequera, responsable técnico de Global GAP Alemania. “El organismo cuenta con más de 400 miembros voluntarios y 180.000 productos certificados en 124 países. Estas certificaciones se dividen en tres categorías –Global GAP, Local GAP y módulos adicionales–, con más de 40 normas y programas que deben cumplirse”.

En la industria hortofrutícola, GlobalGAP es la primera elección de minoristas y productores alrededor del mundo. Para conseguir ese liderazgo, el organismo precisa a los productores hortofrutícolas 218 requisitos, de los cuales 99 hacen referencia a inocuidad alimentaria; 69, a medio ambiente; 28, a bienestar y seguridad del trabajador; y 22, a trazabilidad. “Para nosotros es imprescindible garantizar la trazabilidad y la transparencia de los productos para que resulten fiables y de confianza para el consumidor”, subrayó Antequera. En 2017, el organismo certificó 180.000 productos, la mayoría de ellos en Europa.

Para ayudar al productor, Global GAP pone a su disposición el servicio de asesoría Farm Assure, un grupo de consultores independientes, formados y aprobados por la certificadora, que aportan sus conocimientos y experiencia para ayudar a los productores a implementar las Buenas Prácticas Agrícolas. Con sus conocimientos directos del sistema y las últimas novedades del sector, los asesores facilitan la comprensión de la norma y la preparación de la auditoría.