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“Debemos buscar criterios claros, objetivo, realistas, comprensibles para el agricultor y el ciudadano”

Entrevista a Tomás García Azcárate, consejero económico de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la CE

David Pozo02/09/2010
Una vez concluido el periodo estival se abre ante nuestro ojos una nueva temporada en la que deben comenzar a ponerse las bases de muchas de las decisiones que han de marcar el panorama agrícola y ganadero de los próximos años, principalmente de la nueva PAC 2013-2020. Las propuestas se están discutiendo a todos los niveles desde que el pasado mes de abril el comisario europeo Dacian Ciolos abriese el debate. Interempresas ha querido conocer de la mano de Tomás García Azcárate, consejero económico de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea, en qué punto se encuentra el debate y cómo ha afectado la crisis económica al sector agrario.

2 de septiembre de 2010

Tomás García Azcárate, consejero económico de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la CE
Tomás García Azcárate, consejero económico de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la CE.

En abril, el comisario Ciolos lanzó un debate sobre el porvenir de la PAC. ¿Qué primer balance se puede hacer después de unos meses?

En efecto, en abril el comisario lanzó un gran debate público sobre el porvenir de la Política Agraria Común. La respuesta de la sociedad europea ha superado todas mis expectativas. Hemos recibidos unas 5.700 contribuciones, todas ellas disponibles en nuestra página web (www.ec.europa.eu/cap-debate), y estas aportaciones han sido discutidas en la conferencia que tuvo lugar el mes de julio pasado y que reunió a unos 500 actores del mundo agrario y rural por un lado, pero también de la sociedad civil. El primer balance es positivo, tanto desde el punto vista cualitativo como cuantitativo. Lo más importante de dicha conferencia también está disponible públicamente en la página web.

¿Pero, más concretamente, qué primeras conclusiones ha obtenido la Comisión de estos meses de discusión?

La Política Agraria Común no solo es históricamente importante para la Unión Europea sino que sigue siendo importante para la sociedad europea como lo demuestra el éxito de participación, una conclusión que está reforzada por el último eurobarómetro, la encuesta de la opinión europea. Otra conclusión importante es que se está consolidando un amplio consenso sobre los grandes retos que tiene el sector agrario europeo por delante: seguridad alimentaria en un contexto de mercados más volátiles; seguridad de los alimentos; medio ambiente; producción de bienes públicos y cambio climático; y empleo e importancia territorial de la agricultura.

Es verdad que no hay por ahora tanta convergencia en las respuestas que hay que dar a dichos retos o en las prioridades relativas de cada actor. Algunos, por ejemplo, priorizan más los retos económicos, otros son más sensibles a los aspectos medioambientales. No debemos olvidar que estamos al principio de un proceso de reflexión y negociación que nos debería llevar a un acuerdo a finales del año que viene, si conseguimos atenernos a un calendario ideal.

Sin anticipar lo imprevisible, parece razonable trabajar sobre una hipótesis que intente reconciliar enfoque económico, medioambiental, social y territorial. Evidentemente, el productor, como cualquier actor económico, debe legítimamente intentar ganarse la vida produciendo. Pero esto no se puede hacer a costa de las generaciones futuras, de una manera que no sea sostenible, creando marginaciones sociales o regionales.

¿Ha llegado la hora de un modelo liberal para la agricultura europea?

No me gustan los adjetivos calificativos, no creo que ayuden al debate. ¿Qué quiere decir una agricultura ‘liberal’? Si considerar que el futuro de los agricultores está en el mercado y que el mercado es el futuro es ser liberal, entonces la Comisión es liberal. Si promover un papel activo de la agricultura y los agricultores contra el cambio climático es ser ecologista, entonces la Comisión es ecologista. Si defender la existencia de una red de seguridad que proteja a los agricultores de la volatilidad excesiva de los precios en determinados mercados es ser intervencionista, entonces la Comisión es intervencionista.

Huyamos de calificaciones y concentrémonos en los términos reales del debate. Los temas son suficientemente complejos, los intereses suficientemente grandes y los retos suficientemente importantes para que evitemos una batalla de epítetos.

“LA PAC tiene mucho sentido como elemento de estabilidad de las rentas de un colectivo sometido a mercados volátiles, y en los últimos años extremadamente volátiles”

¿Por qué la Comisión ha defendido que la PAC no solo interesa al agricultor y ganadero, sino a toda la sociedad?

Las ayudas directas representan un fuerte compromiso de la sociedad europea con sus agricultores. El agricultor no debe avergonzarse de ello. Primero, estas ayudas están distribuidas de tal manera que no distorsionan, o lo hacen de una forma mínima, el comercio con países terceros. Por lo tanto, los agricultores de los países terceros, y en primer lugar los de los países en desarrollo, no sufren ya las consecuencias de la decisión política, y legítima hay que subrayarlo, tomada por la sociedad europea a favor de su medio agrario y rural.

Segundo, estas ayudas tienen mucho sentido como, al mismo tiempo, elemento de estabilidad de las rentas de un colectivo sometido a mercados volátiles, y en los últimos años extremadamente volátiles; de remuneración de los bienes públicos generados por la actividad agraria y de compensación por costes adicionales que nuestra reglamentación impone a nuestros productores.

A cambio de este compromiso, la sociedad europea debe tener la garantía que la política agraria está al servicio del conjunto de la sociedad, contribuye a resolver no los problemas del pasado sino los de hoy y de mañana.

¿Podemos dar tales garantías hoy? Mi respuesta es desgraciadamente negativa. Las ayudas directas, por ejemplo, deben estar mejor repartidas entre todos los agricultores, más enfocadas a remunerar los servicios prestados. En España, se ha puesto de moda la expresión ‘tarifa plana’. No hay que confundir ‘igualdad’ con ‘equidad’. No hay nada más injusto que tratar de manera igual situaciones desiguales. Debemos buscar criterios claros, objetivos, realistas, comprensibles para el agricultor y el ciudadano.

¿Qué me puede decir del sector ganadero?

El sector ganadero como tal no existe. La problemática del vacuno de leche es totalmente distinta de la del vacuno de carne. Las perspectivas de mercado de un sector como el ovino marcado por un descenso dramático de la demanda no se parecen al sector aviar, con una demanda boyante. Los ciclos del cerdo y del pollo son no solo distintos sino que están descoordinados. Incluso la dinámica de las aves de puesta es radicalmente distinta de la de las aves de carne.

Comparten, en mayor o menor medida, el ser los principales consumidores de cereales en Europa, de los europeos y de los importados y los grandes responsables del déficit proteico que padece la Unión Europea.

Los ganaderos, como los agricultores, tienen que adaptarse a unos mercados agrarios con mayores fluctuaciones de los precios de venta de los productos y de compra de los alimentos mundo. Buenas estrategias de compras de las materias primas; diversificación de riesgos; prudencia y racionalidad en las inversiones; colchón de seguridad creado en los años buenos para hacer frente a los otros, todas estas son herramientas que ya usan los empresarios en otros sectores de la economía y que cobran mayor relevancia en este siglo que nos ha tocado vivir.

“Los ganaderos, como los agricultores, tienen que adaptarse a unos mercados agrarios con mayores fluctuaciones de los precios de venta de los productos y de compra de los alimentos mundo”

¿Cómo ha afectado la crisis económica al sector agrario?

Esta pregunta se podría responder con una tesis doctoral. Los impactos han sido múltiples. El ‘factor precio’ es hoy aún más decisivo en las compras de los consumidores, lo que ha afectado negativamente a toda una franja de productores que estaban intentando diferenciar más su producto para así conseguir una mayor valorización de sus productos. Los consumidores compran menos y más a menudo con lo que disminuye las pérdidas en los hogares. Se tiran hoy a la basura menos frutas y hortalizas que ayer con lo que la disminución del consumo es menor que la disminución de la demanda. A las carnes, a las carnes blancas y, sobre todo al pollo, le salen mejor las cosas que al vacuno.

Junto al impacto real de la crisis, con entre otros el auge del paro, ha sido importante el impacto de la ‘psicosis de crisis’. Consumidores que no están afectados por la crisis han cambiado también sus pautas de consumo agravando el impacto de la crisis. La tasa de ahorro de las economías domesticas ha aumentado varios puntos, en detrimento del consumo.

Además, la competencia feroz entre distribuidores a ampliado esta sensación de crisis, de guerra de precios, de presión sobre los sectores productores.

“El mensaje que se manda a la opinión pública desde el sector agrario es esquizofrénico”
“El mensaje que se manda a la opinión pública desde el sector agrario es esquizofrénico”.

Justamente, hablando de gran distribución, ¿qué perspectivas de futuro ve para unos proveedores que están entre la espada y la pared?

El mensaje que se manda a la opinión pública desde el sector agrario es esquizofrénico. Por un lado se dice que la gran distribución carga márgenes abusivos y que hay una gran diferencia entre el precio al productor y el precio al consumidor y, por otro, se les acusa de presionar al límite los suministradores para alimentar una guerra de precios.

La verdad, como suele a menudo ocurrir, es bastante más compleja empezando por el hecho de que hay múltiples estrategias distintas entre los distribuidores. La dinámica de los ‘interproveedores’ de Mercadona no tiene nada en común con las cambiantes orientaciones de Carrefour o la política de Lidl, por poner solo tres ejemplos.

Una de las enseñanzas de la crisis de la leche que hemos vivido en Europa es la necesidad de un mejor equilibrio entre los distintos actores de la cadena alimentaria para asegurar su mejor funcionamiento. La Comisión se ha comprometido a presentar propuestas concretas antes de fin de año y nadie duda que lo que acontezca con el sector lechero servirá de referencia para la evolución de la política agraria común después del 2013.

Hablando de la política agraria común de después del 2013 y de sostenibilidad, ¿en que están pensando ustedes como medidas concretas para integrar mejor este objetivo?

Es muy pronto todavía para hablar de propuestas concretas. La Comisión presentara una Comunicación con sus ideas antes de fin de año y unas propuestas de nuevos reglamentos para mediados del año que viene. Sin embargo, se pueden presentar ya cuales van a ser las grandes orientaciones. El sector agrario, como todos los sectores económicos, debe contribuir a la reducción de sus emisiones de gases con efecto invernadero, debe mejorar sus técnicas de producción; y por lo tanto debe dejar de ser parte del problema. Además debe ser parte de la solución. Por ejemplo, su capacidad de almacenamiento de carbono debe ser analizada, reforzada y promovida.

Pero quien habla de sostenibilidad no debe olvidar que esta se basa no en uno sino en tres pilares: medioambiental, económico y social. Así, uno de los objetivos de la próxima reforma será el contribuir a mantener la diversidad de agriculturas que existen en Europa, diversidad tanto de estructuras productivas como de paisajes.

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