Ha obtenido los reconocimientos más importantes en el mundo de la gastronomía: Mejor Sumiller, Estrella Michelin... ¿Qué le otorga más satisfacción, los galar- dones o el reconocimiento de sus clientes? Los galardones son al fin y al cabo el fruto de un buen traba- jo, es como la recompensa de algo que estás haciendo bien. Pero no hay mayor satisfacción que el galardón que nos brinda el día a día los clientes, nuestra realidad es que vivimos de ellos y para ellos, por ello creo que no hay mayor recompensa que su felicidad, no hay comparación con ningún otro tipo de reconocimiento. Y ahora, ¿cuáles son sus siguientes objetivos? Los mismos que cuando empecé en este mundo: disfrutar de cada instante, de cada vino, de cada cliente, de cada situación... Seguir trabajando, aprendiendo y, sobre todo, seguir disfrutando como hasta hora. Es una historia sin final, no hay metas porqué cuando se llega a una aparece otra. La idea es que aún no he conseguido nada, todo está por llegar. Yo siempre tengo una máxima que quizá sea el mayor objetivo, el mayor reto: ser feliz para hacer felices a nuestros clientes. Tengo la suerte de hacer algo con lo que soy verdaderamente feliz. El mundo del vino está de moda. A la gente le gusta aprender y entender pero ¿por qué este movimiento vinícola se da en un momento en el que el consumo desciende? Es una buena pregunta. Quizá la respuesta reside en el ascenso de la gastronomía como fenómeno global, ya que el vino esta directamente asociado a la gastronomía, son disciplinas unidas. La gastronomía, la cocina, el restaurante... Están de moda en televisión, prensa, revistas... De ese auge posiblemente se ve favorecido el mundo del vino. Es atractivo y a su vez seductor ese conocimiento entorno al mundo del vino visto desde el mediatismo generado por la cocina y lo que ella conlleva. En este sentido, ¿por qué cree que desciende el con- sumo? ¿Nos falta cultura vinícola o nos faltan ganas de beber? Creo que es un compendio de muchas cosas. La primera es una cuestión cultural, no hemos sabido entender el vino como lo que es, algo que va mucho más allá de una bebida alcohólica. El vino ha sido un factor cultural, económico, social... Y todo ello unido a la sencillez, la humildad y el placer es lo que deberíamos dar a conocer a los nuevos consumidores. Otro posible factor es la sociedad en la que nos encontramos, una sociedad envuelta en bebidas generadas por grandes presiones de marketing y publicidad capaces de captar la atención de este público. Creo que no es una falta de ganas de beber, al igual que creo que el mundo del vino tiene un factor diferenciado respecto al resto de bebidas: es capaz de emocionar. Como sumiller, ¿cómo se definiría? Es una pregunta que habría que hacer más bien a los clientes, cómo me ven ellos. Pero si tuviese que definirme sería una persona apasionada de su mundo y a su vez de su trabajo, ambos son uno: el vino. Tengo la satisfacción de compartir mi trabajo con mi afición, mi trabajo es mi vida y la disfruto con pasión. Creo que esa es mi virtud y que ésta me define. Disfruto del día a día y de la suerte de hacer lo que más me gusta. En sí soy un dialogador que hace más sencillo la conversación entre el artesano y el consumidor. Un dialogo desde la humildad, el conocimiento y la seducción. ¿Cuál es la función de un sumiller en un restaurante de la categoría de Quique Dacosta? La función principal es dialogar con el cliente, para a partir de ese dialogo establecer una conversación en tres bandas, el artesano elaborador y el consumidor cliente. Un dialogo desde el compromiso, la humildad, el conocimiento y la seducción. También desde la psicología y desde el lenguaje de los gestos, de los detalles y desde la inquietud. El sumiller de Quique Dacosta abarca competencias que van desde la sociabilidad, la gestión de emociones, humildad, el dialogo, el respeto.... Y, sobre todo, esa complicidad que comentaba anteriormente, a tres bandas, cliente, entorno y propuesta. Sumiller 17