EN PROFUNDIDAD 32 Rompiendo estereotipos: no hay vino femenino Según un estudio realizado por la Asociación de Mujeres Amantes del Vino (AMAVI), casi el 80% de las féminas que viven en pareja/ familia se encargan de comprar el vino y alrededor del 60% lo consume una o dos veces por semana. Además, el estudio revela que el 44% de las mujeres prefiere vino tinto a vino blanco (28%) o rosado (7%). ¿Sorprendidas? “No”, señala Cristina. “Decir que a los hombres les gusta el tinto y a las mujeres el espumoso es una tontería y una sim- pleza”. Meritxell se suma y dice que esas afirmaciones le parecen “algo muy antiguo que debería acabar de diluirse”. Almudena opina igual: “A título personal me encanta el vino tinto y el whisky, tam- bién el champagne y creo que no soy la única. Tengo amigos que les encantan los vinos blancos y afrutados. La realidad es que hay personas con distintos gustos”. Ma J. Huertas también está de acuerdo y añade que no hay una visión femenina del vino: “En el vino, como en casi todo, lo que importa es la formación y preparación constante. La visión es y debe ser la misma. Como sumilleres, las mujeres no tenemos mayores o menores cualidades, es más un tema de entrenamiento práctico. Es cierto que, en general, en el restaurante las mujeres beben más blanco que los hombres, pero tampoco es nada signi- ficativo o importante.” La forma de deconstruir todos estos falsos mistos es “no dando por hecho nada”, asevera. Ma José López de Heredia no está de acuerdo, pues afirma que sí existe esa visión femenina, aunque también cree que hay muchas más: “Una cosa es que seamos iguales ante las oportunidades y otra cosa es que seamos iguales hombres y mujeres. No lo somos. Claro que vemos el mundo, todos los mundos, desde nuestra perspec- tiva, por suerte. Eso hace el mundo más interesante. Por supuesto que existe la visión de la viña, el vino, el comercio, el arte... Desde nuestro interior, como mujeres, y también desde nuestra experien- cia particular. Pero ojo, que hay también sexos mezclados que ven 50-50. Y mujeres que ven como hombres, hombres que ven como mujeres... Hay muchas visiones, no solo la masculina o la femenina”. Almudena afirma que, como enólogas, las mujeres sí poseen cualida- des o sensibilidades distintas “simplemente porque físicamente no somos iguales. Nuestros cuerpos son diferentes porque las misiones no son las mismas”. Sin embargo, “en catadores profesionales de alto nivel no hay diferencias entre sexos. Se podría decir que en personas no entrenadas para la cata se podría encontrar mayor sensibilidad en aromas y en gusto en mujeres por el mero hecho de que en la natura- leza son las encargadas de alimentar a sus crías. De la sanidad de los alimentos depende la supervivencia de sus hijos”. Ruth añade que “el vino pasa por muchas manos desde la viña hasta que se comercializa, por lo que hay que hacer mucha pedagogía sobre ello. Las mujeres debemos ser capaces de liderar este nuevo discurso de un producto que quiere cuidar la tierra y hablar de ella, respetar el medio ambiente y cuidar la salud. Los vinos se consu- men por momentos, no por género. Hay que terminar con estos clichés que solamente responden a una forma de pensar antigua”. En este sentido, Cristina abre un debate muy interesante: “¿Hay una visión masculina del vino? Creo que no hay género, hay mira- das, sensibilidades, apreciaciones, técnicas... La primera charla a la que me invitaron a hablar sobre vino y mujer fue en 2003. Sigo escuchando casi lo mismo en 2019 y viendo los mismos títulos “Las mujeres queremos ser valoradas por lo que somos capaces de crear con nuestro trabajo y no por ser un símbolo o imagen estereotipado” Pero insisto en que hay que analizar, en cada caso, el momento social para juzgar el papel y decisión de cada mujer. Yo quise tra- bajar y nadie me lo impidió. Nuestra madre ha trabajado mucho siendo ama de casa y su labor ha sido muy válida para nuestra empresa. El de nuestra abuela también. Y cuando tenían que bajar a la bodega a trabajar también lo hacían. Ellas tomaron sus deci- siones libremente porque no es cuestión de hombres o mujeres sino de familias respetuosas o no”. Como periodista, Ruth destaca que “hablar y escribir con mucha responsabilidad puede ayudar a crear un mundo igualitario y plu- ral, que no sea discriminatorio y que de visibilidad a las mujeres que trabajan en el mundo del vino”.