EN PROFUNDIDAD Cristina tiene claro el camino a seguir: “El mundo del vino no puede mantenerse por más tiempo al margen del discurso feminista. Se debería visibilizar las situaciones de desigualdad, potenciar el papel de la mujer en el sector...Hay que ser muy valiente para sumarse a una lucha que seguro va a traer consecuencias negativas a la mujer en el ámbito laboral, pero vale la pena sembrar, deseando que las próximas generaciones recojan el fruto de la igualdad”. En este sentido, Ma José López de Heredia afirma con rotundidad que ser feminista es cometer el mismo error que ser machista: “No soy feminista. Creo profundamente en el ser humano como ente, independientemente de su sexo, y creo en valores superiores como la igualdad, la libertad, el respeto, la educación... Ningún extremo favorece la evolución a mejor. Se necesita también mucho amor y generosidad y eliminar prejuicios y complejos para crecer interior- mente como individuos y, después, hacerlo exteriormente como sociedad. Nos desgastamos con tonterías como cierto lenguaje y no vamos al centro del problema. Nadie nos puede ofender si en nuestro fuero interno no nos sentimos ofendidos. Y también creo que se necesita sentido del humor, mucho sentido del humor. Los españoles somos tremendamente dramáticos y extremados, tanto los hombres como las mujeres”. Una cuestión social, no de género La lucha por la igualdad en el sector no debería ser una cuestión femenina, sino de todo aquel que trabaje o esté vinculado al vino: “Creo que en el sector el movimiento feminista se mira como algo necesario”, declara Ma J. Huertas, a lo que Cristina recalca que “a priori, defender la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer se entiende y se aprueba, pero sabemos que la realidad es otra. Pienso que los hombres deben tomar conciencia de su posición en sus relaciones personales y profesionales. Y ponerla en práctica. Salir de la zona de confort no siempre gusta”. Almudena opina que el papel del hombre debe ser el mismo que el de las mujeres, sin diferencias, y no cree que el movimiento femenino se mire con recelo, pero con sorpresa seguro que sí: “Sólo habría que imaginar la situación contraria, ¿qué pensarías tú?”, se pregunta. Meritxell sigue la misma línea de concienciación y añade que “las muje- res, incluso teniendo éxito, agradecemos a nuestros padres, maridos, abuelos... Les damos a ellos protagonismo, y no veo que, en general, los hombres lo hagan. Tal vez si tú has podido dedicar tanto tiempo a tu bodega es porque tu mujer se ha encargado de cuidar y estar con tus hijos. Y me parece de gran importancia ese reconocimiento. Además, creo que todos tenemos un problema de micromachismos, incluidas nosotras. Y ahí radica el cambio, en pequeños detalles que nos cambian la vida. Algo tan fácil como poner un cambiador de bebés en el servicio de hombres ya implica muchísimas cosas”. Ma José López de Heredia se muestra más tajante: “Valorar a las madres, las abuelas o bisabuelas no impide que amemos a nues- tros padres, hermanos, abuelos, bisabuelos... En mi caso todos han sido y son grandes personas y grandes profesionales. Si me preguntaran por el papel de mi madre, mi abuela o bisabuela lo contaría también y lo he contado. Otra cosa es que hayan tra- bajado más o menos activamente en nuestros negocios. Pero el papel que han realizado ha sido no por ello menos importante y al menos yo nunca lo he negado. Siempre se ha dicho que detrás de un gran hombre hay una gran mujer y también ocurre a la inversa. Nadie que no sea mínimamente sensible lo habrá negado nunca. 31 “Ya a nadie le llama la atención encontrarse una mujer al mando de los vinos o comandando una mesa”