EN PROFUNDIDAD 26 Una revolución silenciosa Todos merecemos las mismas oportunidades, da igual nuestro género. Parece una afirmación obvia, ¿verdad? Pues no lo es. Hasta hace 30 años prácticamente no había enólogas en las bodegas de nuestro país; las sumillers empezaron a irrumpir hace 15 años; y las comunicadoras, también. Las mujeres llegaron al mundo profesional en la década de los ‘70 con los aires de libertad y transformación social que implicó la transición. En el año 1977 solamente 4 millones de mujeres trabajaban; en 1999 se alcanzaron los 6,5 millones; y en 2018, el 54% de las estudiantes en la universidad fueron mujeres. Menudo cambio, ¿eh? Todo sería fan- tástico si no fuera porque las desigualdades en salarios y puestos de responsabilidad son más que comunes: una mujer tendría que trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre. “Hemos tenido que luchar toda la vida por conquistar nuestro espacio —personal y profesional— en todos los ámbitos sociales. El sector del vino siempre ha estado muy acotado a lo masculino. El gran avance es que, en las dos últimas décadas, más mujeres hemos decido hacer del vino nuestra profesión y eso nos ha hecho más visibles, pero la revolución aún está pendiente”, afirma Cristina. Pero no seamos pesimistas, porque “estamos en el buen camino”, nos dice Meritxell: “Estamos ante un cambio de era. He estado 5 años en el extranjero trabajando y estudiando y, antes de irme, recibía muchas críticas por mi tipo de comunicación, se me tachaba de superficial y me sentía muy atacada por mis propios colegas. Pero ahora que he vuelto, el discurso que usaba antes está de moda y estoy encantada. En esto consiste la evolución, creo que la anti- gua forma de trabajar y de hacer contactos ha terminado, estamos en otro momento y queremos otras cosas”. Para la sumiller María José Huertas sí ha habido una revolución femenina que define como “silenciosa y, a la vez, a voz en grito”. Tanto en “la sala como en la sumillería, en las bodegas y viñedos, en prensa especializada...”. Coincide con ella Almudena, quien dice que más que una revolución silenciosa, “lo que ha pasado es que ahora la mujer se siente orgullosa y lo grita a los cuatro vientos”. Ruth piensa que “la mujer siempre ha estado presente en el mundo del vino, el problema es que no ha sido visible, no ha tenido el reco- nocimiento que merecía y no ha podido liderar proyectos. Siempre ha estado en una posición discreta debido a nuestro sistema patriarcal. Cuando miras fotografías antiguas ves mujeres en las viñas, en las bodegas, haciendo tareas complementarias, dinami- zando la economía familiar...”. Concretamente, “esta revolución en los últimos tiempos se ha hecho evidente en lugares como las clases de enología, que ahora están llenas de mujeres”, asevera Ruth. Pero no solo ahí, sino que se han desarrollado iniciativas propias lideradas por mujeres que han marcado un antes y un después: “En el proyecto ‘Retratos del vino’ que desarrollo junto a la Universitat Rovira i Virgili, en el que elaboramos un ciclo de libros sobre enólogos que han estudiado en Tarragona, he podido encontrar e identificar mujeres muy podero- sas, repartidas por todo el país y que están haciendo vino con un liderazgo muy sensitivo, muy cooperativo y con nuevas formas de pensar. Creo que ellas son la imagen que identifica este talento y este género femenino que trabaja el vino desde sus adentros y que está cambiando las cosas”. “Entrar en un mundo masculino intentando competir con ellos no es el camino, hay que apostar por lo que te hace diferente”