No se puede desligar la calidad de nuestros vinos de la calidad de nuestras uvas. Todos hemos oído en infinidad de ocasiones: “Con una mala uva nunca se puede hacer un buen vino”. Es cierto que lo repetimos hasta la saciedad, pero yo creo que en realidad no nos lo terminamos de creer, ya que, en el fondo, seguimos pensando que, con tecnología, una buena bodega y un buen enólogo podemos transformar una uva mediocre en un buen vino. En mi opinión, más del 80% de la calidad de un vino procede de la uva y, nosotros, los enólogos, tenemos como misión el conducir esa uva hasta su transformación en vino con la menor intervención posible. Ya he cumplido 50 años, he dedicado más de 25 de activi- dad profesional a la viña y al vino y, desde la reflexión de mi optimista amigo Balti de que ya “hemos pasado la mitad de nuestra vida”, entiendo que es un buen momento para resu- mir los cambios más significativos que se han producido en nuestra viticultura en estos años. No quiero entrar en aspec- tos sociales, pero vaya por delante que me ha tocado ir con la mula a las viñas de mi padre en mi adolescencia y ahora voy en todoterreno. Paso a enumerar los que, a mi juicio, han sido los cambios más importantes, sin que el orden de presentación tenga relación con su importancia. 1. Cambio de localización del viñedo Antes, el viñedo ocupaba suelos marginales, poco profun- dos, en ladera, pedregosos y pobres. Ahora la vid ocupa suelos más profundos, más fértiles y con más capacidad productiva. Éste es, probablemente, uno de los cambios más importantes que se ha producido en nuestra viticultura en los últimos 30 años y el que más impacto negativo ha podido tener respecto al aumento del vigor, de la producción y de los problemas fitosanitarios. 2. Utilización de clones más productivos El material vegetal que utilizaron nuestros abuelos en la plantación de sus viñas era bien distinto al que utilizamos 98 Reflexiones sobre la evolución de la viticultura en los últimos 30 años Históricamente, el progreso científico y la evolución técnica han tenido un papel decisivo en la mejora de nuestra calidad de vida y de los productos que nos rodean. Sin embargo, nos puede surgir la duda de si ese progreso ha sido tan positivo en algunos productos como, por ejemplo, los alimentos que consumimos, y ello más allá de aspectos tan importantes como la seguridad alimentaria o el etiquetado. Tal vez sea la uva uno de los productos en los que podamos tener más dudas sobre si el avance técnico que se ha producido ha mejorado o, por el contrario, no ha contribuido a mejorar su calidad. Juan Carlos Sancha González, Doctor en Viticultura y Enología VITICULTURA Tenemos mejores vinos que hace 30 años, pero tenemos peores uvas