PEQUEÑAS BODEGAS “Uva de Vida es mi proyecto de vida, un camino de aprendizaje, de profundización, de creatividad, de conocimiento de la tierra, de la planta, del clima y de mí misma. Es el fruto de la relación entre la viña y yo. Un proyecto familiar y artesanal en el que cola- boramos toda la familia. Cuidamos la viña, hacemos el vino, el zumo y lo vendemos nosotros mismos. Confianza y aprendizaje son la clave para llegar a vivir de esto”. Así de sincera nos explica su mayor creación Carmen López, fundadora de Uva de Vida. “El proyecto surge en el año 2005, cuando animados por mi madre compramos una viña asociada a un olivar que había plantado mi abuelo cuando yo nací. Con la intención de 'modernizar' aquella viña la arrancamos para plantar una nueva. En ese momento, me diagnosticaron un cáncer linfático y mi prioridad se convirtió en una búsqueda hacia una vida lo más saludable posible. Buscamos una tierra virgen donde no hubiese habido viñedo anteriormente y de forma intuitiva elegimos la variedad Graciano para cultivar en nuestra zona: Toledo. Así empezó todo, primero decidimos trabajar en agricultura ecológica y la búsqueda constante y con- tinua de la salud y la vida nos lleva a la agricultura biodinámica”. Y es que la filosofía de la familia es sencilla pero comprometida: “De respeto absoluto a la tierra, al vino y a todas las formas de vida”, afirma Carmen López. “Rechazamos las intervenciones artificiales porque buscamos alimentos vivos, capaces de influir en los pensamientos, sentimientos y decisiones de las personas. No quitamos, no ponemos ni modificamos nada. Simplemente acompañamos y dejamos que la naturaleza se exprese cada año en el vino y nuestra mano se note lo menos posible. Queremos ir más lejos, no rectificamos, asumimos. Vinos especiales, sanos y diferentes Los vinos de Uva de Vida los hacen personas influenciadas por el entorno en el que viven y por sus experiencias vitales. La finca cuenta con 13,5 hectáreas, de las cuales 9,5 son de la variedad Graciano y 3 hectáreas de Tempranillo. Sus creadores buscan hacer un vino que hable del lugar del que procede y de las perso- nas que allí trabajan, con la máxima sencillez posible y la mínima intervención, por lo que se huye de la estandarización del mer- cado: “Buscamos elaborar un vino que sea el reflejo fiel y honesto del paisaje y de nosotros”. Uva de Vida cuenta con vinos de monovarietales de Graciano, dos añadas con crianza en acero inoxidable y otras dos en crianza en roble francés. “Siempre usamos barricas viejas. Este año hemos hecho un vino rosado de la variedad Tempranillo y una pequeña cantidad de vino espumoso elaborado con el método ancestral. Todos los años embotellamos una pequeña cantidad de zumo antes de que comience la fermentación en bodega, todo de forma muy artesanal”. ¿Pero qué hace especial a estos vinos? “Son únicos e irrepetibles, muestran un territorio, el nuestro, un trabajo y unas personas. Controlamos personalmente todo el proceso, tomamos todas las decisiones, defendemos el trabajo manual y artesanal”. Y, además, son sanos “porque son nada más y nada menos que uva fermentada, sin ningún aditivo, sin ninguna filtración y modifi- cación que vienen de una tierra que nunca ha tenido ni azufre ni cobre. Porque están vivos, libres y desnudos”. 49 Septenio, uno de los vinos biodinámicos de Uva de Vida.