rísticas distintas a las de regiones más septentrionales, en cuanto a pH y capacidad de retención y, además, mientras no se encuentren alternativas ecológicas, las existentes son más agresivas para el medio ambiente. Bartra indicó que el objetivo no puede ser otro que alcanzar las ‘emisiones cero’, para lo cual es preciso implementar el uso de ener- gías renovables en viñedos y bodegas, así como reducir la huella de carbono y, en particular, la huella hídrica. Para lograrlo, propuso integrarla en el etiquetado del vino, a modo de semáforo, facilitando así que el consumidor disponga de información sobre el consumo de agua empleado en la producción y elaboración de cada vino. Por último, hizo alusión a diversos proyectos como Vinovert, ORWINE, BioDiVine, EcoWinery y, en particular, PALVIP, en el que participa el INCAVI junto con Futureco y las universidades de Girona, Perpignan y Autónoma de Barcelona. La sostenibilidad bien definida Durante el evento tuvieron lugar otras tres ponencias en el Aula Magna del Complejo Científico-Tecnológico (CCT) de la Universidad de La Rioja (UR), tras la inauguración de las Jornadas por parte de Belén Ayestarán, vicerrectora de Investigación de la Universidad de La Rioja, e Iñigo Crespo, presidente de la asociación Cultura Permanente, asociación promotora de las JUVE. Ana María Díez-Navajas, investigadora del Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Tecnológico Neiker–Tecnalia, defendió la ponencia ‘Viticultura sostenible: el gran reto incuestionable’, que tuvo dos partes diferenciadas. Una primera parte consistió en defi- nir ‘sostenibilidad’ (“que se puede mantener a largo plazo sin agotar los recursos o dañar gravemente el medio ambiente”) y hacer aco- pio de normativa y procedimientos, tanto de producción integrada, como de producción ecológica e incluso biodinámica. La segunda parte se centró en el proyecto FITOVID, en el que han experimentado con diversos tratamientos (convencionales, de residuo cero, solo azufre y siguiendo las mediciones de estaciones meteorológicas situadas en las parcelas) ante plagas de mildiu y oidio, en ambos casos en parcelas de una hectárea subdividida según tratamientos. En el caso del mildiu, la parcela experimental se ubicó en Zarautz, en un viñedo de la variedad Hondarrabi Zuri (Txakoli) y en el caso del oidio en un viñedo deTempranillo en la loca- lidad alavesa de Laguardia. En ambos casos se registraron casos de persistencias y derivas de diversos fitosanitarios, y se observó una sorprendente eficacia del tratamiento exclusivo con azufre (reduc- ción de hasta el 43% con cuatro ‘manos’ del producto). Díez-Navajas incidió en la trascendencia del gasoil empleado en los tractores como un factor clave en la huella medioambiental del manejo vitícola, por encima, incluso, de la huella de algunos trata- mientos. Destacó también que “se controla mejor la sanidad donde hay más diversidad de especies”, y puso de ejemplo la conservación o creación de ribazos con romero, salvia, tomillo o las especies silvestres presentes en cada territorio, así como la necesidad de mantener los riachuelos y regatos naturales para evitar la erosión provocada por lluvias torrenciales. Señaló asimismo que la conver- sión a ecológico aumenta la vida en el suelo, que es fundamental para el buen estado del viñedo, y alabó las bondades de la viticultura de precisión para la optimización de los tratamientos y de su reper- cusión en el medio ambiente. ECOLÓGICO 21