Opinión Alejandro Ruiz de Alegría, product manager Análisis de Materiales de Neurtek Historia de una pieza de automóvil Esta es la historia de una pieza de automóvil. Podría ser de un motor, de una caja de cambios o de una transmisión. Podría tener hasta nombre, quizá se llamase rodamiento. Trabaja; como tú y como yo. Descansa de vez en cuando; come y bebe cuando el aceite llega a su lado tras pasar por el resto de sus compañeras. Mientras el automóvil siga arrancando, ahí estará ella pwwara hacer su función. Incansable. Esto es lo que hará el resto de su vida pero, ¿cómo ha llegado hasta ahí? Igual que tú y que yo, ha nacido y aprendido. Su nacimiento fue muy caluroso más bien al rojo vivo, a unos 1.800 °C. Durante el enfriamiento sus átomos se movieron tranquilos, siguiendo caminos naturales. Se estructuraron des- pacio, gastando la menor energía posible. En aquel momento aún no se reconocía. No tenía la forma que después tendría el resto de su vida. Estaba en un bloque enorme, con un montón de compañeras que tampoco sabían quiénes eran. Ni siquiera sabían qué iba a ser de ellas. Poco a poco se fueron separando, en trozos cada vez más peque- ños. Cada una fue por su lado, a la escuela. Pasó por distintos colegios. En unos la moldearon, la tornearon. Ya se empezaba a reconocer, empezaba a saber cuál iba a ser su futuro. Pero uno de esos colegios fue diferente a los demás. Notó un cambio intenso. Fue un cambio interno que lo sintió en sus entrañas. Después de haber notado las manos del tornero, unas manos profesionales conocedoras de su trabajo, la mandaron a un sitio cerrado y caluroso. No tan caliente como aquel enorme habitáculo de su nacimiento en el que sudaba tanto que se licuó, pero sí caldeado. En este otro apenas cambió su forma, apenas engordó unos milímetros. Sin embargo lo notó muy dentro. Sus átomos se volvieron a mover recordando al momento cuando se enfriaba después de salir del alto horno. Estuvo un rato en aquel sitio. Su piel tomó aquel carbono del am- biente que la hizo más gruesa y dura, cementación lo llamaban. 46 Bainita superior. Creo que lo hicieron para que no se desgastase en las duras horas de trabajo que le esperaban. Su núcleo, blando, le permitiría amoldarse a cualquier tensión que hubiese en el trabajo Algunas de sus compañeras estuvieron en otros sitios donde el ambiente no era tan agresivo pero la temperatura era igualmen- te asfixiante. Pero lo más duro fue lo que les sucedió después de salir de aquel horno. Las congelaron. Sí, lo más parecido a una congelación que se puede decir cuando estamos hablando de 900 °C. Sus átomos no pudieron moverse tranquilos como sucedió en su nacimiento. Los dejaron fritos, en esa posición