dial con relación a impresoras 3D se han ido incrementando (notablemente desde 2012), y aunque con pequeños valles (pro- bablemente por la estacionalidad del ritmo de trabajo), tras el verano de 2015 remontó con fuerza, siendo la tendencia del primer semestre de 2016 alcista. Encontramos ejemplos de esta tecnología disruptiva en diferen- tes sectores. Desde un sencillo alimento, a la primera oficina en Dubai construida con una impresora 3D, o a la construcción (en 24 horas) de casas asequibles con la impresora 3D más grande del mundo. En el sector de la moda, por ejemplo, encontramos colecciones confeccionadas con esta tecnología. En el sector de la automoción, y con el objetivo de reducir el impacto ambien- tal, nos encontramos con Blade, el primer vehículo ecológico construido con una impresora 3D. La lista de aplicaciones multisectoriales es extensa, pero por citar algunas de diferente índole y hacernos una idea de la dimensión: un telescopio robotizado, de alto rendimiento a un coste ridículo en comparación a sus prestaciones. Impresoras orientadas a ingenieros y diseñadores electrónicos y mecánicos para el prototipado rápido de productos. Una impresora que permite imprimir un dron. O incluso la posibilidad de fabricar dispositivos y componentes completamente nuevos, mediante la impresión en 3D de metales, estructuras 3D de cobre y oro, apilando gotas de metal de tamaño microscópico. Alimentación, industria alimentaria y consumidor En concreto, en la industria alimentaria, las tecnologías de impresión 3D son ya una realidad, aunque su potencial se desarrollará en los próximos 10 a 20 años, como indica en su artículo Food Ingredients First, a raíz del Where Science Feeds Innovation Symposium del IFT. En el ámbito industrial nos encontramos requerimientos tanto tecnológicos (modelos de proceso y negocio), como de gestión y relación (cadena), que hacen que la adaptación requiera de una integración global. En el sector cárnico la producción de carne en 3D, que será viable técnicamente y podría suponer un reto competitivo para productores tradicionales de este pro- ducto, se encuentra todavía en un estadio más lejano debido a factores como la seguridad alimentaria. En cualquier caso es una solución a considerar seriamente, si tenemos en cuenta las necesidades alimentarias de la población que para 2050 se espera que alcance los 9.6 billones (según Naciones Unidas). En los hogares el uso de impresoras 3D ya es una realidad, por ejemplo las impresoras para chocolates de Hershey’s o la de Choc Edge. Para el consumidor esta tecnología resulta atractiva ya que permite personalizar el producto con sus propios diseños inte- ractuando con una galería de gráficos 3D mediante su tableta. Las actuales aplicaciones de las impresoras 3D a la alimentación son muy diversas y variables según el tipo de producto. Desde la impresión de chocolates con superficies que tienen acabados complicados, lo que supone una oportunidad para ofrecer aca- bados personalizarlos, factor diferencial en este sector; hasta la impresión de comida con ingredientes propios como en el caso de Foodini de Natural Machines ganadora del premio Bta. Emprende 2015. Atendiendo a grupos poblacionales, como comentábamos en al artículo anterior sobre personalización de producto, los Millennials comparten cada vez más contenido en redes sociales buscando que sea de mayor originalidad, lo que hace que sea más deseable compartir productos personalizados, que en este Innovación 53