SIN CARNE 24 Los insectos forman parte de la dieta habitual de un gran número de países, si bien en el mundo occidental su consumo se ve habitual- mente con escepticismo, si no con disgusto. En el año 2013 la FAO emitió un informe en el que destacaba el potencial de los insectos para el aseguramiento del suministro de proteínas de origen animal, fundamentado en el menor impacto ambiental asociado a su cría y en su valor nutricional (van Huis y col., 2013). Aunque los estudios relacionados con las aplicaciones de los insectos como materia prima para el desarrollo de análogos cárnicos aún son escasos, existen evidencias de que poseen propiedades tecno-funcio- nales adecuadas para tal fin (Yi y col., 2013; Zielinska y col., 2018). Así, a nivel de laboratorio se han desarrollado productos análogos de nuggets a partir de T. molitor y A. diaperinus, pero de momento no hemos encontrado análogos con insectos como único ingrediente pro- teico, aunque sí otros con mezclas de insectos y proteínas vegetales. Es de esperar que en los próximos años aparezcan en el mercado análogos cárnicos elaborados a partir de insectos, según avance la investigación en este campo. En este contexto, la entrada en vigor en enero de 2018 del Reglamento UE 2015/2283 relativo a los nue- vos alimentos, ha facilitado la puesta en el mercado de productos conteniendo insectos, en comparación con el marco legislativo pre- vio. En relación a la seguridad alimentaria, si bien aún son necesarios más estudios, la EFSA aseguró en 2015 que, si los insectos se crían con alimentos permitidos, los riesgos asociados a su consumo son bajos o inexistentes (EFSA, 2015). No obstante, es necesario tener en cuenta el posible desarrollo de reacciones alérgicas en personas sensibilizadas a los ácaros o los crustáceos, cuestión que debe señalarse en el etiquetado de los productos. Si bien los insectos probablemente sean la materia prima Carne in vitro, cultivada o 'ethica meat'. más prometedora de cara al desarrollo de análogos cárnicos que contribuyan al suministro sostenible de proteína animal, tanto los productores primarios como los investigadores y la industria aún deben trabajar para poder desarrollar productos de propiedades sensoriales óptimas, seguros y a precios competitivos. La carne in vitro, también llamada carne celular, ética o cultivada, se obtiene a partir de una célula animal que se replica a nivel de laboratorio bajo condiciones controladas utilizando medios de cultivo adecuados. El primer desarrollo fue una hamburguesa de vacuno, pero en teoría se puede desarrollar a partir de cualquier especie animal, habiéndose producido también, por ejemplo, nuggets de pollo. Las ventajas de este tipo de materias primas residen en que poseen unas propiedades tecnológicas y nutricionales muy similares a las de la carne tradicional, pero sin necesidad de criar ni sacrificar animales y utilizando menos recursos naturales, necesarios para abastecer la alta demanda de proteínas de carne. Si bien la tecnología para la pro- ducción de este tipo de carne está desarrollada, aún no se encuentra implementada a nivel industrial ya que está en proceso de capitali- zación para lograr acelerar los procesos productivos y poder llevar a un precio razonable el producto a los supermercados y por lo tanto no existen desarrollos comerciales en este sentido. Los defensores de esta tecnología aseguran que estas materias pri- mas son más sostenibles que la carne tradicional al no requerirse la producción de alimentos ni la utilización de medicamentos, y más seguras por no estar sometidas a enfermedades animales. Se estima que los productos de carne ética consumirán un 99% menos de consumo de agua y un 90% menos de emisiones que otro pro- ducto cárnico similar actual. No obstante, de cara a la evaluación de la sostenibilidad de este tipo de materias primas, a falta de un