22 De la Seguridad Marítima a la defensa adelantada Si tenemos en consideración que, a fecha de hoy, la actividad humana de pesca y comercio marítimo se lleva a cabo dentro de las 300 millas, que el 90% del transporte mundial de mercancías se hace por mar, que el 83% de los Estados son costeros, y que en el año 2025 está previsto que el 80% de la población vivirá dentro de las 100 millas de costa, podríamos concluir que cada vez tiene más sentido el concepto de Seguridad Marítima como pilar fundamental de la Seguridad Global. INFRAESTRUCTURAS CRÍTICAS Si a lo anterior añadimos, las predicciones de Benbow (2016) relativas a que el siglo XXI será un siglo marítimo, en un com- plicado escenario geopolítico donde se estarán desarrollando las estrategias de seguridad marítima de la Unión Europea y las nacionales a través de sus respectivos planes de acción, tendremos la verdadera dimensión de la llamada Seguridad Marítima. La realidad es que, desde el principio de la navegación, existe una relación directa entre la seguridad en los mares y océanos y el desarrollo económico de las naciones. El estudio de la historia y el desarrollo de los pueblos así lo avalan y corroboran. En definitiva, la Seguridad Marítima, trata de compatibilizar la libertad de navegación con la seguridad en la mar, de imponer el orden legal, de proteger a los ciudadanos y de salvaguardar los intereses nacionales e internacionales y esto únicamente se puede conseguir a través de la necesaria coordinación de esfuerzos, tanto civiles como militares, de las naciones. La Geopolítica, como un peón más en este escenario, también influye de modo muy directo en el teatro marítimo. Una Unión Europea afligida, convulsionada y en riesgo de supe- rar el espacio Schengen que un día nos dimos, por los diferentes criterios que, respecto a los refugiados tienen sus diversos países componentes, el afloramiento de los nacionalismos, etapa que ya parecía haber sido superada, unido todo a la amenaza permanente del Reino Unido con su particular Brexit, y que no acaba de con- cretarse, la hacen merecedora de las palabras que el presidente del Consejo Europeo llegó a pronunciar allá por el año 2017: “Los desafíos a los que se enfrenta la UE son los más peligrosos desde la firma del Tratado de Roma”. Tampoco las grandes potencias escapan a un presente difícil y a un futuro próximo incierto y cada vez más complejo. Estados Unidos, con su presidente Donald Trump a la cabeza, marca distancias con la Unión Europea y con la OTAN, mantiene serias controversias con Irán y con Venezuela, sin obviar la política o no política de vaivén que desarrolla con Turquía. Otros escenarios conflictivos, tampoco ayudan a asegurar la nece- saria estabilidad en nuestros mares y océanos: • El Norte de África, con una mal denominada Primavera Árabe, porque ni fue primavera, en el sentido de florecer una esperanza, ni fue árabe, por la participación de agentes externos que han lle- vado, en definitiva, a los países que la acogieron con esperanza a convertirse en unos países si no ingobernables, caso de Libia, sí con más déficit democrático que antes del año 2011. • La fachada atlántica africana, que ha heredado los actos de pira- tería de Somalia, pero en este caso más violentos, al no disponer los piratas de la misma libertad de acción al enfrentarse a países con gobiernos más estructurados. • Siria, verdadero fondo de saco del mar Mediterráneo, país en el que se libran batallas más allá de sus intereses nacionales y en el que con- Fernando Montoya, vicepresidente de la Asociación Internacional de Miembros de Cuerpos de Seguridad y Emergencias (Aimsce)