Giorgio Grillo Gracias a la conciencia social sobre la disponibi- lidad finita de la energía, incluso la renovable, su Marketing entanas eficientes siempre creciente costo y la eterna mejorable normativa, la eficiencia energética y la Instalaciones eficientes sostenibilidad se han convertido en tema social. E l desconocimiento y la lige- reza con los que se tratan es- tos conceptos da que pensar, especialmente si se asocian a la ventana, elemento que ha dejado de ser “eso que cierra un hueco en la pared” para con- vertirse en un elemento importante de la envolvente térmica del edificio. Y no un elemento cualquiera, sino el más débil desde el punto de vista térmico. No por nada, entre el 25% y el 30% de la energía que consume, por ejemplo, una vivienda se pierde a través de ventanas deficientes, tal como lo indica el IDAE. En este ahora valorado rol de la ven- tana, ésta ha de entenderse como una barrera térmica en la que el usuario, usted o yo, elige a que lado de la ventana quiere dejar el frío o el calor en busca del con- fort. Un fin legítimo pero que ha de con- seguirse con el menor impacto ambiental y al menor costo posible. Es decir, usando ventanas eficientes que reduzcan el con- sumo energético del edificio, brindando confort al usuario. Pero tras esta primera definición nos enfrentamos al dilema de seleccionar una ventana eficiente, especialmente si no tenemos claro determinados criterios o pautas para hacerlo. Hay que recono- cer que no es tarea fácil dado que, como usuarios, miramos a través de la ventana pero rara vez nos fijamos en ella. Para ello podemos comenzar por tres parámetros básicos de la ventana: Permeabilidad al aire (A) Estanquidad al agua(E) Resistencia al viento (V) La permeabilidad al aire, A, nos in- dica el caudal de aire que pasa a través de la ventana ante un determinado diferencial de presión, por lo que es ló- gico pensar que a menor caudal, mejor ventana. Aspecto muy relevante dado que el intercambio de aire entre el exterior y el interior de la ventana afecta directa- mente a las prestaciones térmicas y acús- ticas de la misma. Una ventana eficiente debiera tener una clasificación al aire de Clase 3 o Clase 4. Y el resto simplemente descartarlas porque constituyen una rui- na económica que acrecienta la hipoteca energética de la vivienda. Una hipoteca que no termina de pagarse nunca y cuyas cuotas son crecientes en el tiempo. Algún purista dirá que unas ventanas herméticas no son sanas y estamos de acuerdo con ello. Sin embargo, no debe- mos olvidar que las ventanas tienen hojas que, al abrirlas y crear corriente, permiten renovar el aire. Nuestras abuelas lo tenían resuelto sin necesidad de códigos técni- cos o aireadores, simplemente abriéndo- las 10 minutos al día. Parece que la nor- mativa ha descontado el sentido común del usuario final. Por su parte, la estanquidad al agua, E, mide la capacidad de la ventana para evitar que entre el agua de la lluvia al in- terior de la habitación. Por ello, es lógico desear que nuestras ventanas, por ejem- plo practicables, tengan una clasificación a partir de 8A. Por último, la resistencia al viento, V, mide la capacidad de la ventana para controlar la deformación de sus com- ponentes ante la acción de este agente atmosférico. Misión nada despreciable dado que una correcta resistencia al vien- to asegurará que los dos criterios anterio- res se cumplan. Es más, dado que hoy en día es difícil imaginar que una ventana no lleve un vidrio con al menos una cáma- ra, la clasificación al viento de la misma debiera ser Bx o Cx, nunca Ax. Siendo A (1/150), B (1/200), y C (1/300) la flecha máxima admisible permitida. A estos tres criterios básicos hay que sumar una atenuación acústica adecua- da al entorno en el que se encuentra el edificio, teniendo en cuenta que, a pesar de las excelentes prestaciones que nos ofrecen los cristales diseñados para este fin, no hay que olvidar el aislamiento acústico del cajón de persiana. A tí- tulo ilustrativo, el capialzado Protex de DECEUNINCK alcanza una atenuación acústica de Rw = 48 (-1;-2) dB. Y no menos importante es el man- tenimiento de la ventana. Que sea de materiales de bajo mantenimiento, ojalá tan sólo agua y jabón para mantenerlas limpias, como ocurre con las ventanas de PVC. Pensando en desarrollar más profun- damente el aislamiento térmico, he deja- do para el final este criterio de selección de ventanas eficientes. Criterio que afecta directamente a nuestros bolsillos y al me- dio ambiente. Vaya por delante una primera aclara- ción sobre qué es la famosa transmitan- cia de la ventana, Uw. La transmitancia es una medida de la energía que se pierde a través de la ventana por unidad de su- perficie y por cada grado de diferencia de temperatura entre el exterior y el interior de la misma. Por ello, el valor Uw de la ventana debe ser lo más bajo posible. Y no se confunda el usuario o el pro- fesional al pensar que es despreciable una décima de diferencia en la transmitancia de las ventanas que compara. Si conside- ramos una ventana tipo de 1.300x1.300 mm, su superficie es de 1,69 m2 por lo que una simple décima de diferencia en las transmitancias (0,1 W/m2·K) se ve ampli- ficada por superficie en un 69%. Si ahora consideramos su emplazamiento y una temperatura de confort interior de 21oC, en Burgos por ejemplo, con una tempera- tura media exterior en invierno de 0oC, la diferencia de una décima en la pérdida de energía a través de la ventana se ve nue- vamente amplificada por un factor de 21. Director de entana eficiente entana ue ao a inda conot RHBN 50