Entrevista hablar mucho más del hábitat que del urbanismo, referirnos más a las personas que viven en el medio urbano, a su bienestar, a su acceso a los equipamientos, a la energía... Y de todo esto no se puede hablar sólo desde el continente –el territorio urba- nizado–, sino desde el contenido –la habitabilidad humana–. ¿Confía en que aún se puedan ver cumplidos los objetivos fundacionales de Sociópolis? El proyecto pretendía construir mucha vivienda protegida en un momento –el año 2003– en el que prácticamente ésta no exis- tía. En segundo lugar, también se buscaba que los arquitectos volvieran a diseñar viviendas sociales siguiendo los principios modernos de los años 20, con un presupuesto limitado, e impul- sando la innovación tecnológica. Y, finalmente, se pretendía demostrar que en un proceso de transformación de suelo agrí- cola, como era el caso, se podía conseguir que al menos el 50% del espacio fuera verde y que pudiera existir actividad agrícola en el interior del barrio. Precisamente este último aspecto es el que ha dado sentido al proyecto en todos los años de crisis, que llegó cuando la urbanización estaba a medio hacer y sólo estaban construidos el 20% de los edificios previstos. Afortunadamente, ahora el nuevo Gobierno valenciano va a acabar la urbanización, y la parte de los huertos urbanos tiene un importante éxito social construido alrededor de la iden- tidad de un paisaje productivo y social propio de la huerta valenciana. Que el territorio se urbanice y se siga regando con agua de las acequias, dentro de la ciudad, siguiendo el principio implantado hace más de mil años, es un modelo a imitar. En Barcelona también tenemos agricultura en la ciudad, regada por el Rec Comtal en Vallbona, y habría que protegerla por su valor antropológico y social. Es un proyecto que ha tenido una crisis durante 8 años, pero un día veremos el barrio funcionando con el deporte y la agricultura como elementos que ayudan a estructurar la comunidad. ¿Cuáles son las líneas de trabajo más inmediatas del IACC? El objetivo del IACC es ayudar a democratizar el futuro, a acele- rar la innovación, a formar nuevos profesionales para que sean líderes sociales en sus países. Ahora mismo hay 150 estudiantes de 40 países y seguramente hacen falta más estudiantes locales para el desarrollo de proyectos locales. Desarrolla proyectos europeos –ahora tiene 9 en marcha– y quiere utilizar el conocimiento que tiene de la transformación urbana para ayudar al desarrollo de proyectos en municipios pequeños y medianos, pero también para desarrollar nuevos paradigmas. Desde el Fab Lab se trabaja en nuevos proyectos, en la aplicación de la fabricación digital en el mundo de la construcción. Hemos colaborado estrechamente con la ante- rior edición de Beyond Building Barcelona-Construmat, con el pabellón de la innovación. El IACC trabaja para la innovación en la arquitectura y la construcción de la ciudad, y para hacer de Barcelona una de las ciudades de referencia en estos ámbitos. Las nuevas generaciones que trabajan en el IAAC, encabeza- das por Areti Markopoulou y Tomás Díez, lideran proyectos y trabajan con una gran profesionalidad. ¿La arquitectura tendrá un papel fundamental en el futuro urbano? M Soy muy optimista sobre el rol de la arquitectura en el mundo porque siempre va a ser necesaria la capacidad de transformar las ideas en proyectos. Siempre van a producirse transfor- maciones, tanto técnicas como sociales, que van a requerir nuevos proyectos. Los arquitectos se han reinventado cada CY vez que ha habido un cambio social, cultural y tecnológico en el mundo. En esta ocasión, tras una fuerte crisis que ha producido la reorganización de múltiples despachos profesio- nales, estoy seguro que volveremos a ejercer un importante liderazgo en la sociedad si somos capaces de construir nuestro proyecto alrededor de la voluntad de servicio a las ciudades y los ciudadanos. ¿Atentados como los de Bruselas pueden afectar a la construcción de esos espacios públicos, a la articulación urbana? Europa debe ser un lugar mucho más receptivo con las personas que atraviesan dificultades, porque nosotros hemos pasado por experiencias similares. Hemos de trabajar de forma consistente para conectar los valores de la democracia y los derechos huma- nos como un elemento básico de la construcción del espacio público. El modelo urbano catalán y español, desarrollado en un territorio de cruce de culturas, siempre ha sido muy integra- dor, a diferencia de otros países de nuestro entorno. En este sentido, creo que debemos seguir luchando para rechazar el miedo como argumento para el diseño urbano y para ser mucho más inclusivos con las personas de nuestro entorno que necesitan nuestra ayuda. La idea del espacio público como representación de la democracia es fundamental y debemos seguir trabajando para construir un futuro mejor para nuestras ciudades.• Y CM MY CMY K C El salón reúne a múltiples profesionales provenientes del mercado de la construcción. 14