La clasificación de zonas se realiza por medio de metodologías de cálculo o referencias, publicadas en su mayor parte en normas de reconocido prestigio, consistentes en identificar y caracterizar fuentes de escape, estas normas a veces pasan por alto algunas particularidades de la instalación en cuestión, y ahí es donde debe- ría aplicarse el criterio del consultor. La respuesta a la pregunta, en mi opinión, es afirmativa, y se expo- nen a modo de ejemplo algunos casos que hemos ido trabajando a lo largo de los años y en diferentes plantas: • Si una fuente de escape típica como puede ser una unión bridada se considera técnicamente hermética, mediante el cumplimiento de una norma de reconocido prestigio como puede ser la VDI 2240 o similar, se puede concluir que no fugará durante su vida útil, y por lo tanto no daría lugar a una atmósfera explosiva en su contorno. • Si otra fuente de escape típica como puede ser el sello de una válvula cumple con los requerimientos del TA-Luft, de la norma ISO15848 o similar como garantía de cero emisiones, en base a la colocación de un doble sello mecánico, también podríamos llegar a la misma conclusión de desclasificar la zona. • Si los niveles de ventilación de un recinto donde se manipulan sus- tancias inflamables son suficiente para diluir la mezcla generada por debajo del límite de explosividad de la sustancia peligrosa, y podemos garantizar su disponibilidad durante el funcionamiento de la instalación, también podríamos llegar a la conclusión de des- clasificar la zona. El hecho de desclasificar un emplazamiento, utilizando un argu- mento como los descritos con anterioridad a modo de ejemplo, y planteados en la fase de diseño de la planta, nos reportaría un nivel de seguridad mayor, ya que actuaríamos sobre el origen del riesgo, y paralelamente nos podría implicar un ahorro importante en cuanto a la adquisición de aparatos o sistemas de protección especiales provistos de certificación “Ex”. De forma paralela al principio anterior, y si no se puede llegar a evitar el riesgo de generación de ATEX en su totalidad, se debe ana- lizar para cada caso concreto la opción de reducirla en la medida de lo posible, antes de solicitar medidas más costosas como podrían ser la inversión en aparatos y sistemas de protección “Ex”, como medidas para mitigar la clasificación de áreas, entre otras, se pue- den plantear: • Reducir al mínimo necesario las uniones no soldadas, a las exigi- das por las tareas de mantenimiento, ya que la soldadura no se considera susceptibles de generar una ATEX. • La construcción de cubetos de retención o canales de drenaje sobre las zonas de almacenamiento y transporte de sustancias inflamables donde sea susceptible un derrame. • Actuar sobre la ventilación de la zona, aumentando los caudales de renovación de aire, así como retirando obstáculos que dificul- ten el paso de las corrientes de aire. Una clasificación de áreas rigurosa, exhaustiva y sometida a los factores condicionantes descritos anteriormente se plantea como clave a la hora de desarrollar la posterior evaluación de fuentes de ignición y definir las medidas de control necesarias, pudiendo llegar a suponer un ahorro importe en la inversión para la implanta- ción de éstas, así como una mejora de las condiciones de seguridad, al actuar sobre el origen del riesgo en vez de la protección de las consecuencias del accidente.• 23 TRIBUNA DE OPINIÓN