30 EXPOQUIMIA Las Claves: Reindustrialización (extractado del discurso del presidente de Feique) Si bien estas previsiones a corto plazo concuerdan con la recuperación más o menos sensible que está experimentando nuestra economía, y son evi- dentemente positivas, lo cierto es que a largo plazo ne- cesitamos mejorar aquellos factores de competitividad en los que presentamos una mayor debilidad, para tratar de recuperar las inversiones y el tejido industrial capaz de dar solidez y resistencia a nuestra economía en los ciclos de desaceleración económica. Porque lo que es indudable, es que históricamente, las naciones más ricas y sólidas del mundo son aquellas que poseen los sectores industriales más potentes. El ex- traordinario crecimiento de países, como China, India o Brasil, o la riqueza de las economías más avanzadas y consolidadas como Estados Unidos, Japón, o Alemania, más allá de crisis coyunturales, se asientan esencialmen- te en su firme apuesta y apoyo incondicional al desarrollo industrial. Y no sólo porque la industria genere riqueza y empleo, que lo hace de forma sustancial, sino porque su actividad sostiene gran parte del sector servicios, mejora el acceso a los mercados internacionales, proporciona puestos de trabajo mucho más cualificados y estables, impulsa el desarrollo tecnológico y la innovación y porque, en defi- nitiva, constituye el motor con el que avanzan la econo- mía y la sociedad. Pero pese a la evidencia de lo que supone el desarrollo sólido de los sectores industriales, hasta hace poco no se ha empezando a hablar en España -y en Europa en ge- neral- de la necesidad de una reindustrialización en con- traposición a la pérdida de músculo industrial que hemos ido padeciendo en los últimos años. Y creo que es oportuno felicitar al Ministerio de Industria. No sólo porque ha logrado que la reindustrialización sea un tema prioritario en agenda del Gobierno, sino porque por primera vez en muchos años, y con independencia del color del Gobierno, se ha realizado un diagnóstico ade- cuado, se han planteado los objetivos esenciales, se están impulsando medidas positivas, y quizá sólo falte que la recuperación económica –y la de las Arcas Públi- cas- nos permitan reducir los costes energéticos, tanto por la vía del traslado de determinadas partidas de los costes regulados a los Presupuestos Generales, como por la reducción del impacto de los mismos al incremen- tarse la demanda energética. También Europa quiere iniciar su recuperación industrial. Los objetivos se han declarado urbi et orbe, el presidente de la Comisión lo ha citado entre sus prioridades, e inclu- so ha destacado en su reciente discurso programático ante el Parlamento Europa, la apuesta prioritaria de la in- dustria química y farmacéutica como uno de los cuatro sectores estratégicos para Europa. Pero sabemos también que Europa tiene dos caras. Al mismo tiempo que alguna voz aislada del ejecutivo co- munitario y algunas otras en el seno del Consejo Europeo están defendiendo que no avancemos en los compromi- sos de reducción de emisiones más allá del 20% actual hasta alcanzar el 20% en el ratio de contribución de la in- dustria europea a su PIB, una gran parte de la Comisión y la gran mayoría del Parlamento Europeo, quieren fijar reducciones del 40% para 2030, y la disminución drástica de elementos compensatorios para las industria someti- das a competencia internacional. Y no nos llevemos a engaño. Toda la política sobre cambio climático en la Unión Europea recae en su industria. Y que tampoco se lleven a engaño los ciudadanos. Esta factura la paga la industria hoy, pero mañana la pagará el ciudada- no. Y lo hará cuando se dé cuenta de que el paraíso de la economía de servicios avanzados que promueven algunos iluminados en Europa, desaparezca de aquí detrás de la in- dustria. Las ingenierías, las consultoría avanzada, los cen- tros de desarrollo tecnológico, y otros similares, están en los países industrializados y no en los países basados en servicios primarios, con índices de estabilidad laboral, cua- lificación y salariales muy diferentes de los que todavía hoy disfruta el ciudadano comunitario. Por eso creo que nuestro Gobierno, en el seno de las instituciones comunitarias, debe trasladar mayor cohe- rencia y racionalidad a las políticas comunitarias. Nece- sitamos competir en igualdad de condiciones, y si asumimos compromisos unilaterales, no carguemos su coste en la industria. panorama