29 QUÍMICA-ALIMENTACIÓN te de vitamina B, prevención de enfermedades óseas, disminuye el riesgo de sufrir enfermedades neurodege- nerativas (Alzheimer), mejora los síntomas de la meno- pausia y previene el envejecimiento. En otros casos, los indudables beneficios de algunos ali- mentos se han visto reforzados por nuevos estudios, como por ejemplo las zanahorias que gracias al betacaro- teno suponen un importante aporte de vitamina A para el organismo; o el tomate, cuyos licopeno y glutatión, favo- recen la eliminación de toxinas; o la fibra, no sólo por su mer dígito hace referencia al grupo al que pertenece: E-1 Colorantes; E-2 Conservantes; E-3 Antioxidantes; E-4 Espesantes, estabilizantes y emulsionantes; E-5 Reguladores de acidez y pH; E-6 Intensificadores de sabor; E-9 Otros aditivos, como los Edulcorantes. Aunque ciertamente los aditivos alimentarios son sus- tancias que se vienen empleando desde los primeros tiempos del hombre (un claro ejemplo es el ahumado de los alimentos para conservar la carne o el pescado, ya que el humo es un aldehído fórmico que conserva poder laxante, sino también por reducir la absorción de co- lesterol y glucosa, por prevenir enfermedades de inflama- ción intestinal o por reducir el riesgo de cáncer de colon. Son todos beneficios contrastados para la salud y ratifi- cados por científicos y estudios acreditados, y que nada tienen que ver con otro tipo de ventajas que han surgido de forma totalmente interesada desde la industria ali- mentaria para favorecer la comercialización de determi- nados productos bajo ‘falsos argumentos’ sobre sus beneficios sobre la salud. La Unión Europea está traba- jando desde hace años para erradicar este tipo de prác- ticas y cada vez es más exigente en los controles y comprobaciones. Aditivos alimentarios Otro aspecto en el que la química juega un papel funda- mental es en el de los aditivos alimentarios, sustancias que se añaden intencionadamente a alimentos y bebi- das con el objetivo de modificar sus caracteres organo- lépticos o facilitar o mejorar su proceso de elaboración o conservación. Estos aditivos van siempre identificados por un código formado por una ‘E’ (de Europa) y un número, cuyo pri- las proteínas de los alimentos), durante los últimos años han salido a la luz aditivos que han generado nue- vos campos de actuación. Es el caso del colorante natural E-120 producido a partir del carmín de la cochinilla, o el colorante por síntesis química llamado amaranto (E-123); los sulfitos para el vino que conservan este producto con acciones anti- microbianas y antioxidantes; el antioxidante E-320 (BHA) que ya apenas se usa pese haber sido muy em- pleado antiguamente en patatas fritas o cereales; el po- tenciador de sabor E-621 (GMS o glutamato monosódico), origen del denominado ‘Síndrome del Restaurante Chino’; o los edulcorantes E-957 (tauma- tina, la sustancia más dulce conocida), E-960 (stevia) o E-951 (aspartamo). Un futuro de oportunidades La aportación de la química en la producción alimenta- ria aún tiene por delante un largo recorrido. De hecho, hay disciplinas donde la ciencia goza aún de un enorme potencial de desarrollo como es el caso de la nutrige- nómica (estudio de las interacciones entre el genoma humano y los nutrientes) y la gastronomía molecular, que se basa en la utilización de elementos químicos en la cocina, como por ejemplo el nitrógeno líquido.I panorama