ENVASES Proyecto Doria: envases innovadores con subproductos de vino 70 Una bodega: López Morenas; una cooperativa de vino: Cave San José; una multinacional de preformas y botellas de PET: Resilux Ibérica Packaging; y el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario Extremadura (CTAEX) como gestor y responsable de I+D. Son los cuatro miembros de un proyecto cuyo objetivo es doble. Por un lado, desarrollar envases de plástico comerciales, que incorporen compuestos naturales activos presentes en subproductos del sector vitivinícola y, por otro, generar nuevos productos alimentarios de calidad tecnológica y potencial innovador que tengan como base el vino. Dolia surge para cubrir necesidades diversas entre las empre- sas que lo forman. De un lado, una gran bodega, como es López Morenas, con el reto de exportar vino lo más lejos posible, en las mejores condiciones posibles y sin que el coste sea muy elevado, además de generar nuevos productos. De otro, el proyecto permite dar un valor añadido a los subproductos o residuos genera- dos por Cave San José durante la elaboración del vino. Aprovechar los orujos y lías residuales, con alto contenido en polifenoles, que tie- nen grandes propiedades antioxidantes. Por su parte, Resilux Ibérica encuentra con este proyecto nuevos nichos de mercado en el sector del vino y se sumerge en un proyecto de I+D+i contribuyendo a hacer algo que supondrá un salto cualitativo y cuantitativo en el sector: cambiar el embotellamiento del vino del vidrio a un plástico capaz de conservar en mejores condiciones el vino, igualando e incluso mejo- rando todas las propiedades del vidrio. Pero para ello hay que investigar y aquí es el turno de CTAEX. Abel Crespo, responsable del área de Tecnología Alimentaria y coordinador del proyecto, a rma que “el objetivo del consorcio es el desarrollo de envases de plástico comerciales, que incorporen compuestos naturales activos, obtenidos a través de los polifenoles encontrados en los subproductos y residuos de Cave San José”. Crespo explica que “la idea es obtener esos compuestos activos, estabilizarlos e incorporarlos a un envase especial, un envase activo que permita conservar mejor los productos que va a contener”. A partir de ahí, añade, “buscamos la manera de trabajar con ello tratando de incor- porar las propiedades al plástico para la conservación del vino”, un trabajo para el que ha contado con la colaboración de la investigadora y enóloga, Ana Serrano, además de todo el equipo de la planta piloto alimentaria. Según Crespo, “el vino está muy acostumbrado a ser envasado en vidrio y aunque el plástico no preserva igual las cualidades de bebidas y alimentos, puesto que tiene menos capacidad aislante, puede dar una serie de ventajas dado que se maneja mejor, puedes jugar más con la estética y a nivel de exportación, almace- namiento y transporte, tiene unas enormes ventajas al pesar menos y ser más exibles”.