Luis Ortega, presidente de Arpho, durante la rueda de prensa. INFRAESTRUCTURAS 46 Estas restricciones amenazan a muchas estructuras que nos rodean: • ensuseguridad,enpocoscasos,afortunadamente.Estoocurre normalmente cuando a los problemas de conservación se unen características de la propia estructura que hacen que esos pro- blemas de conservación resulten críticos, como probablemente ha podido suceder en el puente de Génova. • en la garantía de que tales obras puedan alcanzar la vida útil que se pretendía para ellas, sin que sean necesarias reparacio- nes que conlleven la ruina económica de la infraestructura en cuestión. Importancia del mantenimiento de estructuras Un ejemplo muy sencillo, que sirve como referencia paralela, para entender esta compleja problemática es el de los vehículos a motor. A nadie se le ocurre, ni se le permite, usar un vehículo (coche, moto, camión, autobús, ...) y no hacer ningún tipo de revi- sión ni de mantenimiento periódico. Por un lado, el propio usuario realiza esa vigilancia periódica para evitar el incremento exponencial de costes que supone no hacer un mantenimiento preventivo (por ejemplo, un cambio de aceite o la sustitución de la correa de distribución) o por el propio incre- mento de riesgo desde el punto de vista de seguridad (por ejemplo, por no sustituir los neumáticos o no llevar a punto los frenos). Por otro lado, la normativa lo controla a través de múltiples meca- nismos por el riesgo propio y de terceros que supone no llevar a cabo esta conservación. Sin embargo, en el caso de las estructuras, las actuaciones de ins- pección y mantenimiento (tanto preventivo como correctivo) que permitirían una buena conservación siguen sin alcanzar los niveles que deberían. Aunque la implantación de los sistemas de gestión de infraestructuras se ha llevado a cabo en muchos ámbitos, que- dan aún otros muchos en los que el desconocimiento del estado de nuestro parque de estructuras es casi total. Con frecuencia se dan casos paradójicos, como puede ser aco- meter una actuación de reparación de un puente, en base a una inspección y proyecto realizados años antes. Esta situación se produce porque en muchos casos las inspecciones periódicas implantadas con los sistemas de gestión han dado lugar a proyec- tos de reparación, cuya ejecución de obra posterior ha tenido que ser pospuesta por la insuficiencia de los presupuestos disponibles y por no implicar un riesgo de colapso estructural inmediato. Cultura de conservación Desde Arpho lamentamos que muchos gestores públicos no estén dispuestos a invertir en la conservación porque ni “corta cintas” ni lo exigen los usuarios. Tampoco a nivel privado la situación es mucho mejor: la carencia de cultura de conservación hace que, en muchos casos, las comunidades de propietarios contraten, por el imperativo legal que les obliga a realizar la ITE, a supuestos téc- nicos especializados con la asombrosa capacidad de realizar tal inspección del edificio sin llegar a visitarlo. Partida para presupuestos Los presupuestos de conservación no pueden ni deben estar some- tidos a oscilaciones significativas en función de la coyuntura política y económica. Desde Arpho consideramos que, como país y sociedad, nos estamos jugando mucho escatimando los recursos dedicados a la sostenibilidad de nuestro patrimonio construido. La conservación no admite las variaciones de inversión, obligadas por tales coyunturas, que podrían admitirse en construcción de obras nuevas, en las que posibles reducciones de tal inversión impli- carían no poder acometer una obra nueva. En la fase de conservación, estas variaciones suponen no realizar una inspección o una reparación que pone en riesgo algo ya cons- truido y en servicio. Pese a esto, la necesidad de una adecuada conservación de las estructuras, más allá de los aspectos puramente estéticos, siempre ha sido la gran olvidada. Es cierto que durante los años de bonanza de la economía y del sec- tor de construcción, se iniciaron avances importantes implantando sistemas de gestión de infraestructuras (carreteras, puentes, ...) que implican inspecciones y ensayos periódicos, e incluso adoptando cam- bios normativos como la obligatoriedad de la redacción del Plan de Mantenimiento de las estructuras al elaborar el proyecto de las mismas. Pero no es menos cierto que si el PEIT 2005-2020 [1] preveía una dotación presupuestaria progresivamente creciente, hasta situarse en el entorno del 2% anual del valor patrimonial de las infraestruc- turas, las cifras realmente alcanzadas en 2009 se situaban en poco más de la mitad de ese 2% [2]. Esta situación evidentemente no ha mejorado en la larga crisis que hemos vivido, durante la cual las actuaciones de conservación se han reducido a mínimos precarios. [1] Ministerio de Fomento: Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) http://www.fomento.gob.es/MFOM/LANG_CASTELLANO/_ESPECIALES/PEIT/ [2] ACEX: El libro verde de la conservación de infraestructuras en España, ACEX 2010 http://www.acex.eu/index.php/component/jdownloads/download/3-digital/387-libro-verde-de-la- conservacion-de-infraestructuras-en-espana