Entrevista En París, en la Cumbre del Planeta, también se plantearon unos objetivos fundamentales con la misión de desconectarnos del petróleo y producir energía a través de las energías renovables producidas de forma local. Por lo tanto, creo que aquella visión que hace unos años era emergente y no estaba en el centro del debate, hoy ya lo está. Ahora nos hacen falta más proyectos y más liderazgo político y económico para que la revolución de las ciudades productivas y conectadas se convierta en un proyecto social y económico global. Y esto va a pasar, sin duda. ¿Arquitectos, urbanistas y diseñadores deben recuperar este papel de liderazgo quizás algo perdido? Tanto arquitectos como diseñadores tenemos una característica fundamental: estamos orientados al proyecto. Es decir, sabemos maternizar cosas objetivas y concretas que transforman la reali- dad colaborando con muchas disciplinas diferentes. Sin embargo, nos hace falta una nueva generación de profesio- nales capaces de utilizar de forma natural nuevos materiales, procedimientos y tecnologías. Y también hacen falta nuevas formas de economía, que ya no estarán basadas en comprar y vender, sino en colaborar y compartir. Sera una economía más orientada a los servicios que a los productos. Todo esto se tiene que construir y, desde este punto de vista, encuentros como Beyond Building Barcelona-Construmat contribuyen al avance objetivo y a convertir a Barcelona en el enclave de referencia mundial para debatir sobre estos cambios. ¿Tenemos una confianza excesiva en la capacidad trans- formadora de Internet? En la historia de la humanidad siempre se ha repetido el debate en torno a la bondad de una nueva tecnología cuando ésta ha planteado un cambio en los paradigmas sociales y económicos. En general, todo tiene un lado positivo y otro negativo, pero en nuestro caso trabajamos por democratizar el futuro, por permitir la participación de mucha gente en la definición de ese futuro. Se trata de construir un futuro en positivo que llegue a mucha gente. ¿El modelo de promotor/constructor interesado en gestio- nar el edificio después de construirlo no está muy alejado de la realidad? La cultura anglosajona está mucho más orientada al servicio que al producto. En cambio, la cultura mediterránea está mucho más enfocada al producto, a comprar y vender y también a especular, y eso ha ido perfecto para el desarrollo del boom inmobiliario de las últimas décadas en nuestro entorno. Se trataba de construir barato, vender caro y salir corriendo. Sin embargo, creo que este enfoque de servicio va a llegar al mundo de la construcción o la gestión del hábitat. Hace años tuve la suerte de construir para una empresa llamada Visoren el primer edificio de viviendas universitarias compartidas en España, en Gandía. Ellos fueron pioneros en introducir la idea de viviendas en suelo dotacional a través de una concesión y de alquiler. Eso significaba construir en suelo de otro con una concesión que en 50 años devuelven a la Administración. Parecía 84 La feria es un punto de encuentro de referencia para el sector de la construcción. una locura, pero hoy ellos existen y muchos de los que operaban con el otro modelo han desaparecido. En un modelo orientado más a servicios, hay que invertir primero para gestionar después. Por lo tanto, tiene todo el sentido del mundo construir mejor. Le gusta utilizar mucho más el concepto de hábitat urbano que el de urbanismo. ¿Por qué? Me interesa más el concepto de hábitat que el de urbanismo. El urbanismo es un concepto asociado a una construcción física del territorio. Se produce a través de la urbanización, que ha creado algunas de las mejores obras humanas pero, sobre todo, muchas de las peores. Sin embargo, hoy en día, la mayoría de las ciudades del mundo occidental están prácticamente urbanizadas y, por lo tanto, hay que añadir valor al territorio de otra manera. Y para ello hay que impulsar la regeneración urbana a partir de nuevos principios ecológicos. Tenemos que crear mecanismos para evaluar no sólo las ciudades en abstracto, sino sobre todo la habitabilidad humana. Porque llamamos ciudades a Igualada y Mumbai, que tienen dimensiones, flujos y relaciones muy diferentes. Las ciudades del futuro no deben basarse en un centro rico y una periferia pobre. Las ciudades deben ser metrópolis de barrios, que son unidades construidas a escala de la comuni- dad, en la que las personas tengan acceso a todos los servicios necesarios para habitar y, en el mejor de los casos, puedan también trabajar. El barrio, construido con un radio de 500 m alrededor de los equipamientos, es una unidad de medida de la habitabilidad humana. Y una buena ciudad será aquella que se construya como una red de barrios concitada por ejes cívicos y transporte público. La idea del hábitat está mucho más centrada en mirar la ciudad vista desde las personas. Objetivamente, en el mundo hay 7.000 millones de ciudades, porque cada persona habita una ciudad diferente, su centro de gravedad es diferente, y empieza la vida