DISEÑO 2 2 2 24 4 un proyecto de diseño... son los parámetros con los que podemos jugar, lejos de aventuras formales como las que se acostumbra a ver en ferias. excelentes acabados y cuyas pretensiones se encuentran lejos de las anteriormente mencionadas. Diríamos que siguen a rajatabla el Buscamos la calidad de forma compulsiva. Somos capaces de invertir horas en solucionar un detalle, una necesidad de integración, que de forma convencional se resolvería en cinco minutos. Por desgracia suele suceder que los desarrollos que se realizan con un especial esfuerzo para estos eventos, en el día a día se diluyen por diferentes motivos. Costes elevados en el primer prototipo que no son asumibles, soluciones complejas difíciles de implemen- tar, el poder fabricar con un mínimo de calidad y nuevos diseños personalizados en los que el diseñador ya no actúa, pasando esta responsabilidad de adaptación al fabricante del carenado. Los fabricantes son ajenos a los motivos de un determinado concepto. Para ellos el diseño industrial es un problema que dificulta su labor y para cuyas exigencias no están adaptados, con lo cual rediseñan las máquinas con soluciones pobres y poco integradas. La empresa entiende que como el coste es menor le es más rentable y asume los resultados. El proveedor impone sus limitaciones generándose un círculo vicioso. Cambiando de ámbito, las culturas de los diferentes países y orga- nizaciones dan lugar a muy diferentes resultados en la aplicación del diseño industrial a sus productos. Empresas como DMG MORI utilizan el diseño industrial con su máxima carga — expresión formal— creando ritmos de evolución, de cambio difícilmente alcanzables por ninguna otra empresa. La asociación innovación y diseño se unen intrínsecamente dando lugar a una lectura de avance por cada evolución formal que se produce. Su pretensión es definir qué es y cómo se presenta la innovación, que sea inconfundible la forma de hacerlo. Investigan, profundizan en nuevas y más cercanas formas de relación hombre- máquina, no solo desde el punto de vista técnico y ergonómico, sino también y quizás lo que les es más importante, desde el punto de vista de creación y transmisión de una cultura, de qué es, por qué, cómo y para qué usar el diseño industrial en el sector de máquina-herramienta. Si bien otras compañías de este entorno geográfico centroeuropeo siguen estos criterios, conviven con una mayoría de empresas que ofrecen diseños más sobrios, funcionalmente muy correctos, de viejo principio de ‘la forma sigue a la función’. Las culturas empresariales japonesas son salvo excepciones, mucho más sobrias en estos aspectos, son menos expresivas y el diseño se limita, podríamos decir, a cumplir con una estricta y exquisita funcionalidad de excelentes calidades que no sobrepasan la línea de lo necesario. Son las necesidades puramente funcionales las que condicionan los diseños frente a las de comunicar. Es muy cierto que se ve mucho diseño espectáculo en las ferias, diseño que no pertenece al alma de la cultura de la empresa, diseños que no son sinceros, que no son asumibles por tamaño empresarial y cul- tura, que probablemente se diluyan al terminar los días de feria y si no lo hacen, se leerán como conceptos falsos, no apropiados para el entorno en el que se han de mover esas máquinas. Son diseños que se asemejan a las ‘máscaras de Carnaval de Venecia’ que intentan ocultar otras verdades. Esta es la realidad que percibimos día a día. Aun así, la estabilidad y futuro que tiene el diseño industrial en el sector es incuestionable. Son aún bastantes las empresas que están pendientes de subir a este tren y casi todas, las que deben de esforzarse en utilizarlo de forma correcta, de aprender a convivir con el diseñador y bene- ficiarse de un punto de vista ajeno, al tiempo que estos deben de aprender a trabajar con las restrictivas necesidades de cada empresa sin menoscabo de su creatividad. El diseñador que desea trabajar en este entorno debe aprender y llenarse de paciencia para ‘negociar’ constantemente sus propuestas. Debe de invertir tiempo, más que en crear conceptos, en buscar la forma en la que convencer a unos y otros y el pensar cómo llevar a cabo las pro- puestas, sin perjuicio de la calidad. No se puede pretender que lleguen a comprender de inicio el por qué y para qué de cada deta- lle, de algo cuyo resultado no puede ser medido o pesado, pero sí valorado en euros y que para ellos supondrá en inicio un acto de fe. Esta labor llevará mucho más tiempo, resultados positivos y gente abierta a aprender de los demás. A nuestras empresas les será suficiente con el que se les ayude a que sus valores, sus esfuerzos y sus novedades sean al menos per- cibidos, y esto ha de hacerse sin estridencias, con diseños sólidos, duraderos, con diseños pensados desde las raíces, en definitiva, con diseños sinceros. •