TRIBUNA DE OPINIÓN 292 der sin parar y en los que tras unas horas delante de las pantallas, sobre todo al principio con las monocromá- ticas verdes o naranja nuestros ojos se empezaban a acostumbraban a lo visual (la Tablet fue el colofón en este aspecto años después). Tiempos en los que las empresas más potentes y vanguardistas tenían 1 ordenador de sobremesa o un sistema informático; tiempos intensivos en mano de obra tanto en la parte productiva como en las de soporte administrativo. Llegaron después los tiempos en los que se generalizó el orde- nador con la aparición de redes, lo mismo que las aplicaciones informáticas casi como hoy las conocemos de la mano de grandes y pequeños players algunos hoy olvidados o extingui- dos: email, hojas de cálculo, bases de datos, etc. Tiempos de nuevos cambios con desaparición de empresas y aplicaciones que nos sim- plificaban mucho el trabajo de cálculo como la mítica “Lotus 1-2-3” o los primeros editores de texto también desaparecido pero refe- rente en su momento que fue ‘Word Perfect’. Un ejemplo claro del proceso transformación digital los podemos encontrar claramente en la banca. Hace apenas 5 años había una sucursal cada 100 metros de calle. Hoy en día todos los grandes bancos están reduciendo sus plantillas aceleradamente, cerrando oficinas y están llevando sus mastodónticas estructuras a internet y a plataformas digitales. Esto no hace sino demostrar que hay que saber vivir en cada momento del tiempo. Una empresa no es fuerte siempre si no hace cambios. No se trata solamente de cambiar la fuente de su logo. Se trata de hacer que el negocio de la banca esté donde el cliente está. El cliente ya no está, mayormente, física- mente en las oficinas, no necesita ir a actualizar su libreta, no saca dinero del cajero (porque algunos ya pagan solamente con tarjeta de los primeros mini-computadores personales, que venía una nueva era. Los tiempos en los que los ZX Spectrum aparecieron como lo que parecía un electrodoméstico más al que conectába- mos nuestro pequeño magnetófono que hacía las veces de sistema de almacenamiento en las hoy míticas (y ya desaparecidas) casetes. Eran los tiempos en los que los cines de algunos pueblos se trans- formaban en espacios de formación y divulgación-difusión de lo que se llamaba la microinformatica, antesala de lo que hoy es el desarrollo de nuestro tejido industrial entorno a la automática y la informática (clusters, parques tecnológicos, empresas referentes, universidades y centros de formación profesional) que nos rodea y por qué no decirlo, nos ha permito estar presentes en las industrias más exigentes a nivel mundial: automovilística, espacial, aeronáu- tica, energía, etc. Sí, fueron tiempos exigentes donde primaba en ansia de aprender y conocer esta nueva tecnología, sus capacidades, con lenguajes de programación y equipos de proceso cada vez más potentes, tiempos de novedad, con equipos cada vez más capaces y hasta con pantallas en color. Tiempos interesantes, que exigían apren-