Compromiso urgente con el planeta De una economía marrón a una economía verde Tenemos un pacto que cumplir antes de 2030: reducir el 40% de las emisiones de CO2, conseguir que la cuota de energía renovable sea del 27% y la mejora del 25% de la eficiencia energética. Pero ¿cómo se puede reducir el impacto negativo del uso de la energía sin reducir el consumo y sin que el mercado se vea afectado? Las nuevas tecnologías se sitúan en el centro de la estrategia para mejorar la eficiencia energética y sostenibilidad para poder cumplir con los objetivos contempla- dos en el Paquete de Clima y Energía de la Comisión Europea de reducción de las emisiones de CO2 un 40%, aumentar la cuota de energías renovables en un 27% y mejorar la eficiencia energética un 25%. Según la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza, la eficiencia energética es la obtención de los mismos bienes y servicios energéticos, pero con mucha menos energía, con la misma o mayor calidad de vida, con menos contaminación, a un precio inferior al actual, alargando la vida de los recursos y con menos conflicto. Y en palabras de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, la sostenibilidad se define como el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias necesidades. El consumo de energía ha ido en aumento Desde la revolución industrial, el con- sumo de energía primaria en el mundo ha ido en aumento y, en concreto, tras la crisis del petróleo de los años 70, podríamos decir que se ha duplicado. En los últimos años, Asia ha sido una de las principales responsables de este incremento, debido a la aceleración del desarrollo económico de superpotencias emergentes como China o India. Entre los años 90 y los 2000, el incremento en España fue vertigino- so; aunque la recesión económica desaceleró el consumo. Según algunos autores (Valero, 2004), el consumo energético está estrechamente ligado al desarrollo de un país. De modo que, con mayor o menor acierto, se asocia el bienestar al incremento de la renta y del consumo energético per cápita. No obstante, los problemas medioambientales y sociales a nivel global piden una disminución del consumo, algo difícil de conseguir inmersos en dinámicas económicas como las actuales (Fernández Güell, 2004). Pero ¿cómo se puede reducir el impacto negativo del uso de la energía sin reducir el consumo y sin que el mercado se vea afectado? Un cambio de paradigma, el IoT como aliado Para Jeremy Rifkin, Presidente de la Fundación de Tendencias Económicas con sede en Washington, la respuesta está en promover una economía sostenible post-carbono, un cambio de paradigma para el que es necesario el desarrollo de nuevas tecnologías de la comunicación, nuevas fuentes de energía (los biohidrocarburos y el hidrógeno, en lugar del carbón) y nuevos medios de transporte. Rifkin ve en las tecnologías como el Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT) un aliado para empode- rar las personas, familias, empresas o comunidades de diversa índole, de modo que pasen de ser meros consumidores de energía a generar electricidad verde y compartirla a través del Internet de la energía. En realidad, Jeremy Rifkin se refiere al concepto de Smart Grid o redes eléctricas inteligentes. A diferencia de la red actual en la que la electricidad va en un solo sentido, en este otro caso es bidireccional. Esto es lo que permite que la red distribuya la electricidad pero, también, que los clientes puedan incluir en la red la energía que producen. Las ventajas son muchas. La red inteligente puede detectar cualquier avería en el mínimo tiempo y reconducir la energía hacia puntos 38 manutencion & almacenaje 518 Tendencias