trabajos en las zonas de temperatura más extremas. El trabajo a temperaturas muy por debajo de cero representa una carga conside- rable para los operarios, que sólo puede aliviar- se mediante dispositivos auxiliares especiales, como pueden ser las carretillas con cabinas con calefacción. Sin embargo, estos disposi- tivos auxiliares pueden limitar el campo de acción del operario y causar elevados gastos de inversión y operación. En la zona de baja temperatura, el tiempo de trabajo está limitado a 45 minutos seguidos, lo que provoca mermas en el rendimiento del almacén. Debido a las condiciones extremas de trabajo, la fluctua- ción del personal de almacenes refrigerados es particularmente alta. Resulta difícil encontrar personal dispuesto a realizar estos desagrada- bles trabajos de forma permanente. Esta es otra ventaja en favor de la automa- tización. Si en la zona refrigerada, todos los procesos se realizan de forma automática, no solamente el transporte y la entrada y salida del almacén sino también la preparación de pedidos; se garantiza una cadena de frío sin interrupciones y no hace falta que los opera- rios se expongan a las bajas temperaturas. Además, la operación de un almacén automá- tico requiere muchos menos operarios, con lo que se reducen notablemente los gastos de personal. Si un almacén manual se opera con tres personas, dos de ellos en la zona refrige- rada, en un almacén automático con un solo operario en el exterior de esa zona es suficien- te, explica Heptner. De los trabajos desagra- dables se encarga la tecnología, el resto de los puestos de trabajo son mucho más humanos, ergonómicos y con menor carga física. Costes de explotación más bajos, se recupera la inversión También con respecto a la fiabilidad, el almacén manual muestra claras desventajas respecto al automático, ya que tarde o tem- prano hasta el mejor operario comete errores, y sobre todo bajo esas condiciones ambien- tales. Una probabilidad que puede repercutir rápidamente en el rendimiento del almacén y la calidad de las mercancías almacenadas. El almacenamiento manual por sus propias características de estrés físico del operario, eti- quetas de embalajes ilegibles por el hielo, etc., es particularmente propenso a cometer errores como olvido de productos en almacén, lectura errónea de la fecha de caducidad o ubicación de un palé en el lugar incorrecto. Todo esto provoca inevitablemente mayores existen- cias almacenadas, porque siempre queda cierta inseguridad respecto a las cantidades actualmente existentes y porque puede que haga falta eliminar mercancías caducadas. Finalmente, sufre el rendimiento de almacena- je y distribución y, por lo tanto, la satisfacción de los clientes. Por lo tanto, en una comparación directa se demuestra que los costes de inversión para un almacén automático refrigerado a baja temperatura son más elevados que para un almacén manual, pero que esta diferencia se amortiza rápidamente debido a unos costes de explotación más bajos. La ventaja decisiva es el grado de utilización del almacén que se puede alcanzar, resume el especialista de viastore Heptner: Sobre todo en el caso de los almacenes más grandes, la automatización resulta rentable muy rápidamente, muchas veces ya en el primer año. También en lo que se refiere a la disponibilidad y las condiciones de trabajo, un almacén refrigerado automático presenta importantes ventajas. Estas son aún más claras cuando se trabaja a turnos: Los costes adicionales para la operación a turnos de un almacén refrigerado, cuando es automa- tizado, no ascienden ni a la mitad de cuando es de operación manual, explica Heptner. Los motivos son unos gastos de mantenimiento inferiores y requisitos de personal más bajos. 86 C.L manutencion & almacenaje 501 LOGÍSTICA A TEMPERATURA CONTROLADA Escáner