está formado por un microchip y una antena montada sobre un substrato que en función de su capacidad almacena diferentes informa- ciones (fecha de fabricación, destino, fecha de venta, etc.), acerca de un producto o un envío. Existen tres tipos de tags: pasivas, activas y semi-pasivas. Las primeras no tienen trans- misor y simplemente reflectan la energía que procede de la antena en forma de ondas de radio. En el caso de las activas, sí disponen de un transmisor y también de una fuente de en- ergía (normalmente una batería). Estas tags difunden (broadcast) una señal que permite transmitir la información almacenada en el microchip. Su precio es superior al de las ante- riores. Finalmente las tags semi-pasivas se trata de etiquetas que se adecuan a aplicacio- nes específicas. En el caso de un transponder RFID o tag pasivo, consta de un mircrochip conectado a una antena, que puede estar encapsulado de 60 Soluciones de Sick para el control del gran volumen y rapidez de los datos en centros de paquetería express. Las prestaciones de los sistemas de radiofrecuencia Hace ya tiempo que la radiofrecuencia salió de sus periodos de pruebas para ser encon- trada en el mercado como una nueva solución para la identificación automática de grandes volúmenes de productos. Hace ya más de una década que diversos desarrollos han con- vergido en los actuales sistemas RFID, que es innegable que ofrecen un buen número de ventajas frente a la rigidez de lectura de los códigos de barras, abriendo además la posibilidad de un más amplio campo de aplicaciones en contextos, como los industria- les, en los que los códigos impresos pierden mucha fiabilidad (cualquier mancha de aceite, por ejemplo, ya los deja inservibles). A todo ello hay que añadir, como ya se ha hecho referencia anteriormente, las exigencias de trazabilidad de los productos -las reglamenta- ciones europeas y americanas lo exigen para los sectores de la alimentación y farmacéu- tico- que están acrecentando las necesidades de una identificación lo más fiable posible de los productos, así como, probablemente, la necesidad también de la transmisión de mayores volúmenes de información. Como consecuencia de las necesidades crecientes, todo hace pensar que la tecnología RFID ha de ir generalizándose progresivamente. Es importante señalar también que una de sus ventajas es que su implementación no exige a las empresas hacer grandes esfuerzos de adaptación de sus instalaciones. Los componentes de un sistema RFID Las etiquetas (tags) que disponen de la infor- mación y sus lectores son, como en el caso de los códigos de barras, los dos componentes fundamentales de estos sistemas. En este caso, los lectores capturan los datos de las tags y los transmiten a un ordenador sin nece- sidad de implicar a personas. Una tag RFID diferentes formas. Su montaje puede hacerse sobre un substrato para crear una tag pero también puede estar emparedado entre capas adhesivas y una etiqueta de papel para facilitar su impresión. También pueden integrarse en tarjetas de plástico, en llaves, en las paredes de un contenedor de plástico y en encapsulados especiales para resistir al frío, al calor o a deter- minados productos químicos. Tienen un rango de lectura de hasta unos 10 metros. En el caso de los tags activos, su rango de lectura va desde los 20 hasta los 100 metros y acostumbra a utilizarse para grandes bienes, como grandes contenedores reutilizables, que necesitan ser trazados durante largas distancias, trenes, etc. También algunos fabricantes utilizan estos sistemas en largas cadenas de fabricación. El principal problema de las tag aplicadas en ambientes industriales es el peligro de la corrosión, sin embargo hoy en día ya pueden encontrarse tags encapsuladas reutilizables y con muy variados sistemas de anclaje, adecua- das para adherirse a gran cantidad de envases. Refiriéndonos a los lectores, se trata de dispositivos formados por una o más antenas capaces de emitir ondas de radio y de recibir las señales procedentes de las tag. A continu- ación, el lector envía la información digitali- zada a un ordenador. Actualmente están llegando al mercado nuevas etiquetas con mucha más memoria y capacidad que las etiquetas EPC Gen II desarrolladas para la identificación de cajas y palés. No se trata ya de una etiqueta con información limitada sino de dispositivos con hasta 32 kilobytes de memoria configurable que puede manejar la información como un disco duro. Imaginemos la posibilidad de que en un departamento de mantenimiento (un centro de reparaciones de aeronaves com- erciales, por ejemplo) donde la información histórica es de suma importancia, dicha información pueda almacenarse toda en una sola tag ubicada en una pieza. Estas etiqu- manutencion & almacenaje 476 IDENTIFICACIÓN AUTOMÁTICA Informe