16Uniformes con historia Cuando el casco sustituyó a la cofia Entra en acción cuando decide disfrazarse de camillero y se aventura hasta las playas para recoger heridos en las lanchas- ambulancia, porque los camilleros hombres tenían ya las manos destrozadas. Es casi imposible no haber visto antes la foto en que aparece Glenn Edward McDuffie, con su uniforme de marino, besando a una enfermera, Edith Shain, en medio del Times Square. La emblemática imagen, captada el 14 de agosto de 1945, repre- senta como ninguna el fin de la Segunda Guerra Mundial. Aunque Marie Marvingt, enfermera piloto, atleta y periodista fue la primera mujer en volar en misiones de combate en la Primera Guerra Mundial, a la que se conocía como ‘la novia del peligro’, el pilotaje se consolidó por esfuerzo de tres mu- jeres también francesas, Françoise Schneider, la Marquesa de Noailles y LiliaVendeuvre que crean en 1934 en la Cruz Roja Francesa una sección de enfermeras del aire, que toman el nombre de ‘Enfermeras Pilotos’, que luego se llamó IPSA-Enfermeras Pilotos, Socorristas del Aire. En diciembre de 1945, treinta y dos mujeres, todas volunta- rias, se ofrecen para pilotar aviones pequeños como los Da- kota y los Junkers, sin ninguna comodidad, con un calor sofocante y una turbulencia loca; prestan su ayuda, su asis- tencia y sus cuidados a los heridos, en su mayoría en un es- tado físico lamentable. El secretario colonial utilizó el IPSA de la Cruz Roja para la repatriación de los funcionarios que transportaban y a sus familias, bloqueadas durante la guerra en África occidental francesa, África Ecuatorial Francesa y Madagascar. Estas mujeres enfermeras, pilotos del aire, fueron la élite de la Cruz Roja Francesa, y nunca se las olvida. El beso Gracias a su valentía, Gellhorn pisó las playas antes in- cluso que el propio Hemignway. Martha pidió el divor- cio debido a la cerrazón de su marido por aceptar su vida profesional. Fusiladas con uniforme de milicianas y la cruz roja en banda El 28 de agosto de 1936, junto a las tropas desembar- caron un grupo de enfermeras de la Cruz Roja Inter- nacional. El 4 de septiembre del mismo año, el Gobierno republicano dio orden de retirada. Pero en la isla quedaron muchos heridos y cinco enfermeras decidieron cuidarlos. Al poco tiempo, las tropas nacionales tomaron esa zona y al frente de ellas estaba un fascista italiano, Ar- conovaldo Bonacorsi, llamado ‘el conde Rossi’. A este individuo no se le ocurrió cosa mejor que fusilar a estas chicas, a pesar de que pertenecían a una orga- nización internacional y España había firmado el Convenio de Ginebra por el cual no se podían tratar como beligerantes ni a los heridos ni al personal de la Cruz Roja. Fueron encarceladas en la Escuela Graduada, donde sufrieron todo tipo de torturas y vejaciones por sus captores. Finalmente se las paseo como trofeo por las calles de Sa Bassa, Manacor, antes de ser fusiladas. JOBWEAR 76 1o Trimestre/ 2016