TRIBUNA DE OPINIÓN 44 Fernando Díaz Pérez, IMC Group Public Sector & Health Director El valor de la tecnología en la analítica de costes de los servicios públicos Analizar la aportación de valor en un proceso productivo siempre ha sido un tema esquivo. Y es así porque el propio concepto de valor lo es. Cuando incorporamos elementos tan intangibles y cam- biantes como los que presentan las nuevas tecnologías todo resulta aún menos sencillo. Comencemos puntualizando que hablamos del valor desde la perspectiva del 'outcome', no desde el 'output' o dicho de modo más sencillo, lo que importa son más las consecuen- cias, no los resultados inmediatos. Aquellas a menudo buscadas, pero no siempre. Comenzar a comprender que ese valor requiere analizar informa- ción relevante para el negocio concreto, disponer de enfoques claros de medición y desentrañar la maraña en torno a los activos intangi- bles para desarrollar un contexto global que permita comparar y medir es algo que hemos comenzado no hace tanto. Me atrevería a aventurar que llevamos reflexionando con cierto método no más de tres décadas y fundamentalmente en el ámbito privado. En un Sector Público que mantiene un modo de proveer los ser- vicios donde ha importado menos conocer el coste de la propia producción, donde no ha interesado (ni interesa, no nos engañe- mos) en muchas ocasiones comparar, donde el factor humano se trata de manera tan especial y donde existe el peligroso recurso del endeudamiento colectivo, todo ha importado menos. La relativa presión ciudadana, el marco europeo de rendición de cuentas, la necesidad de acciones vistosas de cara a futuros comicios o la búsqueda honesta, que también, de ahorros, han movilizado y extendido un tanto el interés en su estudio. Pero la realidad es que salvo aquellos ámbitos que gestionan de un modo u otro flujos monetarios (recaudaciones, prestaciones, etc.) y que debemos reconocer se encuentran en primeros niveles internacio- nales: Agencia Tributaria, Tesorería General de la Seguridad Social, Loterías y Apuestas del Estado o la Gestión de las Cuentas de Consignación, por citar algunos ejemplos; el resto, salvo quizás, el Servicio Público de Salud, presenta resultados enormemente dis- pares en el conocimiento de la estructura completa de sus costes. Mucho menos en su aportación de valor. La disposición de una analítica de costes, completa, razonable- mente comparable, es fundamental para poder establecer la aportación concreta de sus insumos. Y la tecnología es uno de ellos. Pero no uno cualquiera, sino uno con un efecto multiplicador en la generación de eficiencia que merecería ser analizado con mucho más detenimiento. Para disponer de esa deseada visión completa de la creación de valor basada en el uso de las nuevas tecnologías deberíamos comenzar, en mi opinión, por hacernos tres grandes preguntas: ¿qué entendemos por valor público y que aspectos lo conforman?, ¿cómo determinar el valor de los activos intangibles y del capital intelectual en el Sector Público? y finalmente, cuando hayamos convenido fruto de dar respuesta a las preguntas anteriores que entendemos por valor y concretamente, por valor intangible, ¿de qué modo y en que grado afecta a las preguntas previas la incorpo- ración de las nuevas tecnologías? Generalmente, y no siempre por completo, los diferentes Organismos y Administraciones Públicas saben lo que pagaron en su momento por un desarrollo o por la implantación de un nuevo sistema (conocen el monto de la partida presupuestaria destinada, pero no acostumbran a incorporar sus propios costes directos o indirectos y mucho menos realizan un análisis del coste oportu- nidad), pero si se les pregunta ¿qué obtuviste con la realización de