MOVILIDAD La realidad es que ya se están haciendo esfuerzos para implemen- tar una red eléctrica que asegure la recarga de los e-cars para sus trayectos diarios. No obstante, aún estamos lejos de conseguir una infraestructura solvente que haga que el consumidor no se lo piense dos veces cuando compra un vehículo. El ciudadano sigue sin ver al eléctrico como caballo ganador. Según datos extraídos del informe, Un modelo de transporte descarbonizado para España en 2050, elaborado por Deloitte, España necesitaría unos 90.000 puntos de recarga de acceso público en 2025 y 145.000 en 2030. Esta limitación pública está abriendo la puerta a nuevos modelos y soluciones, como la instalación de cargadores, también conocidos como wallbox, en garajes comunitarios y en residencias particu- lares. Estos puntos facilitan la recarga y dan mayor comodidad y flexibilidad al usuario. Desde nuestra perspectiva, el proceso de compra deberá asemejarse a la del teléfono móvil, es decir la adquisición de tu smartphone te garantiza un cargador, lo mismo ha de ocurrir con el e-car; vendrá sí o sí acompañado de un sistema para que lo enchufes en tu casa, lo que supondrá un cambio en la mentalidad del conductor, ya que saldrán de sus hogares con el 100% de carga y llegarán a sus puestos de trabajo donde se pon- drán conectar con otros Wallbox en dichos centros, disponiendo en todo momento de altos niveles de carga en sus desplazamien- tos, lo que permitirá reducir los puntos de carga extra rápidos y sus lógicas esperas. Este modelo residencial supera también una de las trabas de los e-cars, el tiempo de recarga. Con la tecnología WallBox VersiCharge IEC de Siemens, de media, el modelo de 22 kilovatios tarda tres horas y media en cargar por completo el coche, mientras que el de 2,3 kilovatios puede alcanzar las 6 horas y media aprox. con una carga suave que afectará mínimamente a las baterías manteniendo su vida media en términos importantes. Aunque de primeras, si lo comparamos con el repostaje de los vehículos con- vencionales puede parecer una barbaridad; si pensamos en cómo recargamos nuestros móviles, no lo es tanto. Es simplemente una cuestión de hábitos. Cuando apareció el teléfono móvil también hubo reticencias, ya que, frente al fijo, la necesidad de enchufarlo asustó al principio, pero pronto nos acostumbramos y, hoy el telé- fono tradicional ha dejado de existir en muchos hogares. En el caso del e-car, el temor al enchufe también desaparecerá. Sus ventajas medioambientales, pero también las económicas, harán que pronto se nos olvide. Y es que, si recargamos nuestro coche por la noche, recorrer hasta 100 kilómetros supone un gasto de poco más de un euro frente a los casi cinco de hacerlo con uno de gasolina. Además, los eléctricos necesitan menos mantenimiento ya que tienen 60% menos de piezas que los de combustible y aportan un rendimiento más elevado al transformar hasta el 75% de la energía que reciben. En definitiva, el futuro del automóvil es eléctrico, pero dista aún de ser una realidad. Como una vez afirmó Alan Turing, sólo podemos ver poco del futuro, pero lo suficiente para darnos cuenta de que hay mucho que hacer. Las administraciones públicas, las empresas y los ciudadanos tenemos que aunar nuestros esfuerzos para que la transformación hacia una movilidad eléctrica suceda. Un futuro en el que únicamente exista el vehículo verde y en el que juntos, con orgullo, podamos vitorear ‘larga vida al coche’; eso sí, eléctrico. • 17