21 COCHE COMPARTIDO El servicio de car-sharing surgió por la necesidad de reducir el parque móvil privado, ya que en las ciu- dades se generan la mayoría de las emisiones con- taminantes con efectos letales sobre la población (en una ciudad como Barcelona y su área conurbada fallecen pre- maturamente 3.000 personas cada año por la contamina- ción). Este servicio supone una racionalización del uso del automóvil y es un producto muy adecuado para zonas ur- banas, donde se concentra la mayor cantidad de coches. Este servicio conlleva numerosos beneficios económi- cos, tanto sociales como individuales (reducción de acci- dentes, de contaminación y de la congestión, y también una muy importante disminución de costes en la movili- dad de los ciudadanos que la practican. “El car-sharing es un servicio de movilidad sostenible en el que entre 30 y 60 conductores, de media, comparten el uso individual de un vehículo que se integra en una flota. Se trata de una práctica de movilidad que tiene unas implicaciones económicas, sociales y ambientales de grandes proporciones. Respecto del tradicional sistema de alquiler de vehículos, los del car-sharing se pueden al- quilar por horas, se paga únicamente lo que se consume y son de muy fácil acceso, ya que hay decenas de apar- camientos por toda la ciudad. Además, no hace falta hacer un contrato cada vez que se usa el coche y hay una gran variedad de vehículos disponibles. El cliente tiene una tarjeta con la que puede hacer reservas por Internet y abrir y cerrar de forma instantánea. Es realmente muy práctico. El precio del combustible y todos los seguros están incluidos. En muchas ocasiones ser miembro de un car-sharing da derecho a descuentos en el transporte público, como es el caso de Barcelona”, afirma Pau Noy, presidente de la Asociación Española de Car-Sharing. Según la Asociación, se estima que a día de hoy hay en España unos 470 vehículos de car-sharing que dan servi- cio a unos 33.000 clientes. “Cuando pusimos en marcha el primer car-sharing en Barcelona en 2004, pocos eran los que creían en esta actividad. Ahora se ve que era una idea de futuro, con un crecimiento importante, pero aún muy lejos de las cifras de Alemania o el Reino Unido”, apunta Noy. Para ser cliente de car-sharing hay que darse de alta como socio y hacer las reservas por Internet o por teléfono. La tarifa es una mix horaria-kilométrica y al final de mes se factura el servicio. El acceso al coche es me- diante una tarjeta con chip que se coloca en el parabrisas del automóvil. Cada compañía decide sus modalidades Pau Noy, presidente de la Asociación Española de Car-Sharing. pero normalmente hay dos tipos de contrato, el de parti- culares y el de empresas. A veces en la categoría de par- ticulares hay más de una categoría. “El car-sharing no supone una alternativa al transporte pú- blico sino su complemento. La idea es vivir sin coche pro- pio y sólo cuando se precisa un coche, entre 1 y, por ejemplo, 20 veces al año, se reserva un coche. Aquellas personas que, bien por necesidad o por decisión propia, usan el coche cada día, no deberían ser clientes del car- sharing porque es más barato tener un coche propio cuando se usa diariamente. Los ahorros y beneficios eco- nómicos del car-sharing los reciben las personas que usan poco el coche, en comparación con los costes que tendrían si tuvieran un vehículo propio”, advierte el pre- sidente de la Asociación Española de Car-Sharing. Apoyo de las Administraciones Públicas A pesar de sus numerosas ventajas, desde la Asociación Española de Car-Sharing apuntan a la falta de compromi- so de las Administraciones Públicas con este servicio. Según AECar-Sharing, las autoridades alemanas, británi- cas, francesas o italianas apoyan esta práctica de movili- dad sostenible, mientras que las españolas siguen con la “tradicional visión del siglo pasado” de apoyo a la auto- moción, por un lado, y al transporte público, por el otro. Para fomentar este servicio, Pau Noy propone que “la Ad- ministración del Estado apruebe un plan nacional para im- plantar el car-sharing en las ciudades, porque el coche compartido es eminentemente una práctica urbana. Las comunidades autónomas deberían también promoverlo panorama