50 parafernalia, recargados muebles de madera tallada, que revestían a cada uno de los aparatos sanitarios, en el interior de espacios ornamentados con todo lujo de detalles (suelos de mármol, orfe- brería diversa, cortinas de terciopelo, azulejos de artesanía y obras de arte, como pinturas y esculturas) La reunión de todos los aparatos en un mismo espacio se resistía, siendo muy común el reservar un espacio para el aseo y el baño por un lado (con la bañera y/o ducha, lavabo y bidé) y el espacio, a modo de pequeño cuarto independiente, para la ubicación del retrete o inodoro, por otro. La rápida evolución del diseño y la arquitectura libre de condicionantes históricos y culturales de las nuevas socie- dades bien estantes americanas fue dando paso a la popularización de cuartos de baño sencillos en todas las viviendas, con la reunión de todos los aparatos sanitarios (incluido el inodoro) en un mismo espacio, reducido pero su ciente, y sobre todo, accesible a la gran mayoría de clases sociales norte-americanas, extendiéndose y a anzándose más tarde este concepto, a la arquitectura doméstica de 'la vieja Europa'. Figura 5.- Publicidad comercial de la empresa alemana Vaillant (1908-1909). Las diferentes corrientes higienistas, unidas al proceso de pro- gresiva industrialización, dieron lugar a principios del siglo XX a la mejora de las infraestructuras de saneamiento y al desarrollo de numerosas redes de distribución de agua potable a nivel urbano, que unido al perfeccionamiento técnico y a anzamiento de pequeños calentadores domésticos de agua, facilitaron en gran medida, la implantación de nitiva del cuarto de baño doméstico, como lo conocemos hoy en día. A ello, contribuyeron también los efectos de la primera guerra mundial (1914-1918) que permitió la producción en serie (procedentes de Estados Unidos) de mul- titud de aparatos de porcelana vitri cada para uso saniitario, que se precisaron en la reconstrucción de miles de edi cios afecta- dos por los bombardeos del con icto internacional, así como la progresiva implantación de la electricidad y la luz eléctrica en las viviendas. A partir de este momento, se consolida en toda Europa el cuarto de baño en la vivienda popular, como espacio asociado a los dife- rentes conceptos: higiene, salud, confort y placer. Claro está, que la introducción de un espacio de baño-aseo completo, propio e independiente en todas y cada una de las viviendas, no será homogéneo hasta mediados del siglo XX, las clases más modes- tas seguirán teniendo durante los inicios de este siglo, la llamada letrina comunitaria o 'comuna', disfrutando en la exclusividad familiar de un lavabo o lavamanos, a veces con ducha y muy pun- tualmente con bañera. El cuarto de baño doméstico durante el Siglo XX Entre 1930 y 1950 el cuarto de baño como tal, no sufre grandes transformaciones, ni estructurales, ni funcionales, se consti- tuye y consolida como un espacio más, impuesto 'de serie' en la vivienda común. Ello provoca que bañeras, lavabos, bidés y otros aparatos sanitarios se fabriquen por millares de unidades en todo el mundo, con un diseño y ubicación estandarizados, ausente de otras connotaciones que las meramente funcionales. Imperan sobre todo en España, los espacios de baño asépticos o clínicos: sanitarios de blanca porcelana o en colores pastel, azulejos libres de recargados motivos y llamativos contrastes, formando un conjunto uniforme, sin más atractivo que el de responder a las funciones especí cas de su uso. Si bien es cierto, que en el periodo entre 1930 y 1940, es cuando aparecen en España los primeros aparatos en porcelana sanitaria de color, así como nuevos y variados modelos de grifería sanitaria, fruto de un aumento en la industria sanitarista especializada. SANITARIOS Ilustración de un cuarto de baño burgués y modelo de bañera-ducha en la segunda mitad del siglo XIX.