MINERÍA minero va a originar sobre la economía y el empleo, así como en determinar las posibles molestias a la población. En general, una explotación minera implantada en el medio rural significa el claro aprovechamiento de un recurso ligado al medio y contribuye a la mejora eco- nómica de la población, siendo una fuente de trabajo y riqueza complementario a las actividades agrícolas y ganaderas existentes en la zona, con las que puede convivir siempre y cuando se establezcan las medidas oportunas para ello. Todo proyecto minero de cierta entidad requiere efectuar fuertes inversiones, que producen, aparte de un beneficio económico para la empresa promotora, una dinamización económica del entorno. Esta dinamización socioeconómica del entorno queda patente de muy diversas maneras, si bien las más significativas son la creación de empleo, tanto directo como indirecto, la generación de actividad comercial y el aumento en el nivel de ingresos de la zona. El impacto socioeconómico se puede valorar cuan- tificando el número de personas que trabajan en la explotación (empleo directo). Aparte de estos trabajadores hay que tener en cuenta aquellos empleos inducidos por los servicios que demanda la empresa explotadora (empleo indirecto) como son: combustibles, explosivos, servicios especializados de consultoría, empresas expecializadas, servicios auxiliares, de hostelería, limpieza, seguridad, bares, tiendas, construcción, transportes, automóviles y reparación de maquinaria, etc. La gran cantidad de servicios que requiere una actividad extractiva para su correcto funcionamiento es tal que los puestos de trabajo indirectos generados pueden llegar a triplicar a los directos. En líneas generales, la política de compras y contrata- ción de servicios de las empresas mineras se basa en dar preferencia a suministradores de la zona, siempre que los productos y servicios ofrecidos se adecuen a la lógica de mercado, lo que estimula la activi- dad comercial. No hay que olvidar que el personal desplazado utilizará los servicios disponibles en los núcleos de población cercanos durante los días labo- rales, aportando recursos económicos derivados del alquiler de vivienda o alojamientos hosteleros y de los consumos personales en bares, tiendas de comesti- bles, etc. La implantación de una explotación minera en una zona requiere la necesidad de ocupar los terrenos donde vaya a desarrollarse. Para ello se suelen llevar a cabo negociaciones con los propietarios para forma- lizar contratos de alquiler o de compraventa. Además, se deben de realizar otros tipos de contratos como son los de suministro de agua y electricidad desde las localidades más cercanas. A ello hay que añadir las licencias que deben de gestionar los Ayuntamientos afectados (licencia de obras y ambientales, impuestos municipales, licencias para la construcción de naves y edificaciones, etc.). Todas estas acciones suponen una fuente de ingresos económicos tanto para los propietarios de los terrenos como para las arcas muni- cipales, generalmente en entornos rústicos, aislados, muy necesitados de actividad económica. No obstante, una actividad minera también genera otras alteraciones socio-económicas negativas como son la modificación de los usos del terreno y la gene- ración de molestias a la población. Las principales actividades de la explotación y la mayo- ría de las instalaciones se encontrarán normalmente en suelos de naturaleza rústica, con aprovechamiento agrícola, ganadero o forestal, si bien existen otro tipo de suelos con figuras de protección ambiental. Por ello, es preceptivo que, como paso previo a cualquier actuación, se proceda a recalificar los usos de esos suelos conforme a la legislación vigente con la fina- lidad de que sea factible el desarrollo de actividades extractivas. Con respecto a las molestias a la población, legal- mente existe una normativa en la que se establecen las distancias mínimas de separación que debe cum- plir una actividad extractiva con respecto a posibles establecimientos humanos. En cuanto a las posibles molestias a la población de la zona, las afecciones por ruidos, contaminaciones aérea e hidrológica o alteraciones visuales, serán en todo caso alteraciones de poca entidad puesto que deben de mantenerse siempre por debajo de los límites establecidos en las diferentes legislaciones sectoriales en materia. Con todas estas consideraciones y por todo ello, el impacto socio-económico ocasionado por una explo- tación minera debe ser considerado favorable y nada despreciable desde el punto de vista económico. 53 Referencias Acebes, P.; Calvo, J. y Fadón, O. (2018). Desarrollo de técnicas de explotación, medioambientales y energéticas en minería metálica. Canteras y explotaciones, 605. 28-30. Ayala-Carcedo, F.J. (1998). Guia visual para evaluación y corrección de impactos ambientales. ITGE. 104 pp. Ayala-Carcedo, F.J. (edit.) (1991). Evaluación y corrección de impactos ambientales. ITGE. 301 pp. Agradecimientos Los autores quieren agradecer la financiación de este trabajo al programa de Cooperación INTERREG V-A España-Portugal (2014-2020 (proyecto ‘ESMIMET’, con expediente 0284_ESMIMET_3_E)•.