29 Visita de las autoridades al stand de Atalaya Mining durante la inauguración del MMH 2019. En la primera mesa redonda del MMH de este año, en la que Ud. par- ticipaba, se ponía el acento en el fuerte crecimiento que se espera en la demanda de cobre para los próximos años, debido a tenden- cias como la del vehículo eléctrico o las energías renovables. ¿Con las minas que hay actualmente operativas en el mundo se va a poder satisfacer esta mayor necesidad de cobre? Con las minas que hay operativas a día de hoy, sin ninguna duda, no. Eso qué significa. Que las minas actuales tendrán que expandirse y modernizarse, y, lo que es más importante, que tendrán que abrirse nuevas minas con grandes niveles de producción. Déjeme darle una cifra que es bastante clarificadora en este sentido: Solamente hay 20 explotaciones en todo el mundo que actualmente produzcan más del 1% de la producción mundial de cobre. Es decir, sobre una pro- ducción mundial de 20 millones de toneladas de cobre/año, solo hay 20 minas en todo el mundo que produzcan al año más de 200.000 toneladas. Son cifras que dan idea de la dificultad que va a entrañar poder satisfacer ese futuro crecimiento en la demanda de cobre. En el Salón se ha hablado de una tasa de crecimiento en los requeri- mientos de cobre que ronda el 2-3% anual... Hay un auge de la economía negra, de la ligada al carbón tradicional- mente, que ha sido del 2% anual, y que ha ido ligado prácticamente al crecimiento vegetativo de la población (1,5-2%). La población es cada vez más numerosa y más rica. Los consumos per cápita de los EE UU andan en torno a los 12 kg/tonelada, en China sobre los 8 kg/ tonelada y en el resto del mundo andamos en una media de 3 kg/ tonelada. Pero la India, un país que aún tiene un potencial enorme, no llega al kilo por tonelada. Todo el mundo tiene derecho a disfrutar de una vida más cómoda, y eso lo trae el cobre. ¿Qué significa todo esto? Que la economía, hasta ahora, ha crecido un poquito más que la población mundial. Pero a partir de ahora se suma el factor de la economía verde. Si es verdad que queremos electrificar, necesita- remos más cobre. Si queremos vehículos eléctricos, necesitaremos más cobre. Si queremos infraestructuras de carga, necesitaremos más cobre. Si queremos sustituir térmica por solar, necesitaremos más cobre. Es decir, al tradicional crecimiento vegetativo de la población hay que sumar un cambio tecnológico que hará aumentar aún más la demanda de cobre. Respecto al cambio tecnológico, como dato curioso en el MMH tam- bién se ha señalado que algo tan común como el iPhone tiene un 5% de cobre... Sí, pero hay otros muchos ámbitos en los que la sociedad desconoce la importante presencia que tiene el cobre. En un parque solar, en el que parece que lo único que hay es el silicio de las placas, el con- tenido de cobre por megawatio instalado es el doble que el usado en una térmica. Y en un parque eólico marino se usa cuatro veces más de cobre que en una térmica. Todas estas tecnologías verdes requieren mucho más cobre que fuentes clásicas como la nuclear, la hidráulica o la térmica. Entiendo que ante este incremento de demanda y las dificultades pa- ra abastecerla, el precio del cobre debería subir significativamente, ¿no? Se habla de subidas en torno al 30-40%... Evidentemente el precio del cobre tiene aún que subir para que se incentive la producción. La demanda siempre va a estar ahí aunque con ciertas oscilaciones derivadas de diversos factores, como la actual guerra comercial. Pero la población siempre necesitará cobre. Pero qué pasa con la oferta. Las minas, según va pasando el tiempo, se agotan. Cada vez hay que buscar el mineral en mayores profun- didades y eso requiere mayores inversiones. A modo de ejemplo, la última gran mina que se está poniendo en marcha en el mundo es la de Cobre Panamá, de First Quantum, la cual ha requerido una inver- sión para producir 300.000 toneladas de cobre anuales, que es de mayor cuantía que la realizada para construir el Canal de Panamá. Y todo ello ejecutado por una empresa privada y en un periodo de diez años. ¡Cuántas empresas pueden hacer una inversión de este tipo! Es evidente que para que esto sea posible tiene que haber un precio que sirva de incentivo y que garantice el retorno de esa gran inver- sión en un plazo de tiempo. De lo contrario, nunca se llevará a cabo. Una empresa privada no va a invertir en proyectos de este calibre en zonas como Indonesia, los Andes, África, etc., con tasas internas de retorno de menos del 10%, cuando el riesgo país es aún mayor que ese porcentaje. Ningún consejo de administración, ningún grupo de inversión, se atrevería a acometer esos proyectos. Por tanto, para que esa rentabilidad aumente y los riesgos disminuyan, debe haber inGEOpres >>29